Congreso


CONGRESO
Un congreso, según el diccionario, es una reunión de personas
alrededor de un tema o de una actuación común, por lo tanto la concentración ciudadana del pasado martes (25-9-12) en la Carrera de San Jerónimo fue un congreso, lo mismo que las que le han continuado. Los diputados y diputadas también se reúnen en la misma calle, pero en otro congreso,  el Congreso de los Diputados, denominación que incorpora una segunda parte que acota el significado de la reunión y lo centra en el lugar y en las personas que acuden a la misma. 

Lo ocurrido estos días en Madrid frente al Congreso de los Diputados genera una serie de reflexiones sobre el significado de la convocatoria y sobre las consecuencias de lo ocurrido. Lo sencillo es quedarnos en el relato y cuestionar desde cualquiera de las posiciones lo sucedido, por un lado criticar  a la policía por la contundencia con la que se ha empleado, algo que es consecuente, por paradójico que parezca, con la desproporción del operativo policial dispuesto. Si te preparas para la batalla, terminas en una batalla, y si te preparas para resolver los problemas de manera pacífica, lo haces de forma tranquila, y el excesivo número de policías apuntaba a que uno de los argumentos más sólidos que se utilizaría esa tarde iba a ser el de la fuerza. Luego, por desgracia, lo ocurrido ha demostrado que las casualidades no existen. Y por otro, criticar a los manifestantes por la beligerancia que mostraron algunos de ellos, y por el sentido que podría tener rodear simbólicamente, no creo que tomar, el Congreso de los Diputados. 

Este tipo de críticas resultan fáciles y no faltarán argumentos para defender cualquiera de las posiciones.

Sin embargo, hay un par de cuestiones que creo que son interesantes de guardar y no olvidar al pasar la hoja de los días. En primer lugar, los diputados y diputadas, el Gobierno y la policía, no deberían olvidar que el Congreso  está rodeado de ciudadanos y ciudadanas todos los días. La sociedad a la que ellos legislan está girando sobre su órbita a la espera que salgan de su eclipse y abran los ojos para ver, o al menos acercarse, a la misma realidad que la sociedad contempla. Da la sensación, al menos a partir de muchas de las decisiones que se toman en el interior de la cámara, que los muros del edificio separan dos mundos en lugar de dos ambientes.

Y en segundo lugar, si hicieran ese ejercicio de no olvidar que están en la sociedad, no en un mundo aparte, quizás se preguntaran por qué un grupo de ciudadanos decide rodear simbólicamente el Congreso, lo mismo que antes otros decidieron acampar en la Puerta del Sol y en muchas de las principales plazas de las ciudades españolas. Y además, podrían preguntarse también aprovechando la reflexión, qué ha pasado desde ese 15M hasta hoy para que las protestas y el “congreso ciudadano” se desplacen desde el sol de las plazas a la sombra de las instituciones.

La respuesta es sencilla. Entre ambas situaciones hay un elemento común y una diferencia importante. El elemento común es la desafección de la política y el rechazo a unos políticos alejados de los problemas que sufre una gran parte de la sociedad, sin que las medidas que se han adoptado en los meses transcurridos hayan aportado soluciones a la situación, más bien lo contrario. Se produce así un doble alejamiento: la ciudadanía de la políticos, y la política que desarrollan de la sociedad, lo cual conduce a un desencuentro que va más allá de la crítica y de las acciones puntuales, y se continúa en la negación del otro, que pasa a ser el responsable de todo lo malo que ocurre.

El elemento diferente es que desde el 15M hasta hoy se han celebrado unas elecciones generales. El resultado práctico de dichos comicios se ha traducido en que los políticos no sólo han aumentado su distanciamiento, sino que, además, están desarrollando una política diferente a la que decían que iban a hacer. Esta situación no sólo lleva a que la gente se sienta distante y alejada, sino que también y, fundamentalmente, hace que se sienta engañada.

Tenemos, pues, dos congresos, el de los Diputados y el de los ciudadanos, dos soberanías, la representada y una parte presente de forma directa. Y tenemos dos conductas, la de unos diputados elegidos con el mandato de hacer una política que no están cumpliendo, y la de unos ciudadanos que ya dijeron que no se sentían representados, que ahora se sienten engañados, y que anunciaron que seguirían con las manifestaciones para intentar estar cerca de los problemas y de su solución.

La pregunta es, ¿quien está más lejos de sus promesas y compromisos, y quién tiene más legitimidad para hacer lo que está haciendo? 

En una democracia la soberanía está en el pueblo y, por lo tanto, no se debería hacer nada a lo que el pueblo no haya dado su consentimiento a través del voto basado en un programa electoral. Es una especie de contrato: yo digo que voy hacer esto, y yo te voto para que lo hagas. Si hay razones sobrevenidas que cambian sustancialmente ese contrato o pacto, deberían convocarse nuevas elecciones o un referéndum, pero eso de interpretar la voluntad del pueblo sin el pueblo es delicado, por muy “ilustrado” que aparezca en algunos medios. Y los legisladores, claramente, no están legitimados para hacer la política que están poniendo en práctica. 

Por otra parte, las manifestaciones, concentraciones o “congresos ciudadanos” son consecuencia de una reivindicación que viene de argumentos e iniciativas anteriores, algo completamente legítimo en una democracia, y habitual, como estamos viendo en otros países, en circunstancias tan críticas en lo social y económico.  

Finalmente, de cara a la valoración de lo que sucede en uno y otro sitio, debe tenerse en cuenta que del mismo modo que en el Congreso de los Diputados las decisiones se toman por mayoría y son estas las que cuentan, aunque haya habido propuestas en sentido contrario por parte de algunas minorías, lo que debe contar de las concentraciones es el ejercicio de participación ciudadana y civismo que han mostrado la inmensa mayoría de las personas que han formado parte de ellas.

Hoy ha sido él

EMOTICONO TRISTE-2Hoy ha sido él quien ha salido de casa y ha cerrado la puerta por fuera. Han sido sus pasos los que se han ido apagando hasta un ascensor que ha cerrado su puerta y ha guillotinado el tiempo en dos vidas, que ya permanecerán separadas para siempre.

Ha sido él, mi hijo, quien ha salido y marchado lejos para empezar sus estudios universitarios. Antes siempre había sido yo quien marchaba a viajes que nunca regresaban al lugar de partida, que siempre encontraban un hijo diferente que había cambiado oculto entre la distancia, y que me recordaban que el camino también se deshace al andar. Aún así, hasta ahora hemos caminado de la mano, unas veces más lejos otras al lado,  pero al igual que un día se soltó para comenzar a dar sus primeros pasos, hoy también lo ha hecho para continuar por una senda que lo alejará definitivamente del hogar común.

Es cierto que siempre será suyo y que nunca estará ausente del todo, pero también es verdad que la puerta ya permanecerá entornada a la espera de la próxima salida y de la próxima llegada.

Por eso hoy quiero recordad especialmente a los padres ausentes,  las madres no han faltado en estos momentos, a los hombres que han escondido sus emociones para ser más hombres, a los que han mostrado distancia para alejar sus preocupaciones, a los que la frialdad parecía darles la razón y a los que intentaban hablar con su silencio. Y quiero recordarlos porque sé que, a pesar de todo, cuando nadie los ve las lágrimas también iluminan sus caras al acordarse de sus hijos, porque sé que muchas noches, cuando ya dormían, o temprano en la mañana antes de marcharse a trabajar, entraban en esos dormitorios a oscuras con paredes de Disney o posters rockeros, y los iluminaban con una sonrisa y con un beso mientras los arropaban, porque sé que ante la aparente despreocupación por la tardanza de sus hijos tras una noche de fiesta había miedo, mucho miedo, y porque sé que en situaciones como las que yo vivo hoy andan perdidos y desconsolados.

No se es más débil ni menos hombre por mostrar todos estos sentimientos, y, por lo tanto, no se es más hombre ni más fuerte por aparentar lo contrario y utilizar la fuerza. Cuando hablamos de Igualdad, de hombres, de nuevas formas de entender la masculinidad, estamos hablando de todo esto, de todo lo que nos hace más humanos, también más hombres, mejores padres.

Hoy ha sido él, mi hijo, quien me ha dado una nueva lección. Y hoy, quizás, él sea un poco más hombre y yo un poco más niño.

Por eso me van a permitir que comparta un poema que escribí hace un par de años. Sabía que las emociones que me acompañaban caerían por la catarata de un día como hoy. Lo llamé “Viaje”.

 

VIAJE

 

Tengo ganas de iniciar un viaje

contigo,

caminar a tu lado por

las tierras conocidas de la memoria

y el terreno amenazante

del amor,

ensañarte todo lo que no sé

y aprender de lo que tú conocerás

que yo no alcanzaré ya.

El tiempo que antes nos distanciaba

nos ha sentado en un mismo vagón

para esta etapa,

etapa de sueños incompletos, de miedos disfrazados,

de dudas seguras y de amor y emociones

con partidas y venidas…

 

Quiero iniciar este viaje que

me separará definitivamente de ti,

pero que antes nos unirá

para siempre.

 

Es el viaje de la vida,

                         hijo,

y el destino eres tú.

 

¡Suerte hijo!,  y a todos los chicos y chicas que hoy se han montado en el mismo tren. También a todos los padres y madres que quedaron en el andén.

Topless


TOPLESS-1
Kate Middleton ha sido fotografiada sin la parte de arriba del bikini,
 mientras tomaba el sol en la terraza de una casa de la Provenza. La imagen ha empapelado el globo terráqueo hasta el punto de que desde la Estación Espacial Internacional hablan de que la Tierra ha dejado de ser el planeta azul que se conocía y ahora se ve como un “planeta rosa”. Un rosa tirando a amarillo propio de una prensa que intenta hacer pasar por información lo que sólo es morbo. 

¿Cuál es la noticia que guarda la publicación de las fotos de la Duquesa de Cambridge?, caben varias posibilidades: Primera, mostrar que Kate Middleton tiene tetas; sinceramente no creo que la “investigación periodística” se dirigiera a ese objetivo. Segunda, demostrar que la Duquesa toma el sol sin la parte de arriba del bikini para no dejar marcas de corte; me da la sensación de que este no es un tema del que la opinión pública esté pendiente, y me parece que hay otras formas de llegar a esa conclusión. Tercera, plantear una discusión sobre si los pechos de Kate se parecen más a una manzana que a una pera o a cualquier otra fruta. Por ahí nos vamos acercando a la cuestión, pero no creo que sea un asunto que se deba abordar desde el periodismo serio y de rigor. Podría seguir, pero las otras posibilidades para justificar la “noticia” me parecen aún más peregrinas. 

La propia forma de presentar estas fotografías dice mucho del objetivo de la noticia. Frases refiriéndose a la persona famosa en cuestión como “la tenemos…”, “cazada…”, “pillada…”, “por fin…”, “el desnudo más esperado”, “el topless más deseado…” son lo suficientemente gráficas para demostrar que la razón principal de estas fotos es el simple morbo y la exposición pública de una persona para, a partir de ese momento, empezar con la segunda fase dirigida a criticarla y a presentarla como responsable de lo ocurrido por su descuido, imprudencia, ligereza, provocación… o cualquier otra escusa. 

No es fácil entender cómo algunos medios de comunicación pueden utilizar los derechos constitucionales que una democracia les da (libertad de expresión, derecho a la información….) para presentar como noticia un topless o un desnudo mientras la persona disfruta de su tiempo en cualquier lugar, sea público o privado. Estos derechos no se refuerzan publicando cualquier cosa en su nombre, más bien al contrario, se debilitan. Sería mejor hablar directamente de beneficios económicos o de morbo para justificar su publicación, que hacerlo de información, conocimiento y de derechos constitucionales. 

La intimidad y la privacidad de una persona están en su dignidad y en su voluntad, no en el morbo de la gente ni en la desaprensión de un paparazzi. El lugar puede condicionar o matizar, pero nunca definir la intimidad. Un ejemplo; si una persona está en una playa y decide hacer topless, queda claro que asume que todas las personas que están allí la pueden ver, y acepta compartir parte de su intimidad con ellas en esas circunstancias. Lo que no se puede concluir de esa situación es que al encontrarse en un lugar público, y después de haber sido seguida, localizada y espiada, se la pueda fotografiar o grabar en vídeo y mostrarlo a todo el país a través de los medios de comunicación. Y hacerlo en nombre de una libertad de expresión y de un derecho a la información que rompen su derecho a la intimidad, es una falacia y una instrumentalización de la ley. 
TOPLESS-2-Frida

Los topless que aparecen en algunos medios no muestran nada, todo lo contrario, esconden esa idea que impera en algún sector mediático, que se cree con el derecho a atacar con total impunidad a aquellas personas o personajes públicos que ellos decidan. Aceptar el topless en las circunstancias comentadas quiere decir que también se permite desnudar metafóricamente al personaje y vestirlo de historias que alimenten el morbo sin importarle si se ajustan a la realidad o no, y sin dudar en retocarlas por medio de la manipulación o la dramatización para que queden mejor, lo mismo que no se duda en acudir al Photoshop para mejorar la imagen del topless. Es una forma de persecución y acoso contra la persona que utiliza lo privado para dañarla en lo personal y cuestionarla en lo público. Los ejemplos están muy cerca, ocurrió con varias de las Ministras de los Gobiernos de Rodríguez Zapatero, también con alguna diputada entonces en la oposición y hoy en labores de gobierno, con personas vinculadas a la Casa Real… y con tantas otras. Y sí, ya se han dado cuenta, la mayoría de los ataques son contra mujeres.

El topless significa literalmente ausencia de la parte superior, y es lo que muchos demuestran al actuar de ese modo y al utilizar el derecho a la información para alimentar el morbo sin dudar en atacar  el buen nombre y oficio de la prensa. Demuestran carecer de la parte superior del cuerpo, manifiestan no tener cabeza, y tan significativo resulta ver quién es la persona atacada como comprobar el medio o el grupo que lanza las fotos y los ataques. Nada es casualidad.

Es triste, pero todo ello pone en evidencia que sus autores, quienes manipulan y atacan vistiendo y desvistiendo, se comportan como topless funcionales. 

Mínimo común múltiplo


MINIMO COMUN MULTIPLO
Si pusiésemos juntas las principales medidas que ha aprobado el Gobierno de Mariano Rajoy,
nos encontraríamos que el elemento más destacado presente en todas ellas, esa especie de mínimo común múltiplo de su política, es el endurecimiento de las condiciones para sus destinatarios.

Ha endurecido la situación de los trabajadores al facilitar las condiciones de despido, ha endurecido las ayudas laborales y a las personas desempleadas, ha endurecido la asistencia a las personas con dependencia, ha endurecido las políticas y medidas de salud y con ellas la vida de los enfermos, ha endurecido la educación, tanto en sus contenidos y reválidas como en las ayudas, y ahora endurece las penas para determinados delitos. Parece que con ese camino lleno de obstáculos y accidentes se quiere regresar a la idea bíblica de que “la vida es un valle de lágrimas”, aunque nadie se acuerda de que en esa misma vida hay quien vive en lujosas mansiones de montaña, lejos de esas lágrimas y de los problemas que las originan. 

No es nada nuevo, todo lo contrario, es algo común en los regímenes que abusan de la autoridad. El tratamiento quirúrgico de los problemas siempre ha sido una tentación, esa idea de “cortar por lo sano” se acompaña de una imagen de criterio, conocimiento, determinación, eficacia… que de por sí ya la presenta como más valiosa que la conducta dirigida a resolver el problema, sin prescindir de los elementos que se ven afectados por él. Sólo se necesita un argumento y una justificación. 

La justificación está en la crisis, y los argumentos no faltan: “no hay más remedio”, “todo es consecuencia de la herencia”, “no me gusta hacerlo pero es lo que tengo que hacer”… Y todo se presenta para que la sociedad entienda que ese “cortar por lo sano” y “recortar por donde se pille” es sinónimo de rigor, de solvencia, de decisión y de éxito, cuando con frecuencia es lo más fácil y casi siempre lo más cómodo. Lo complicado es tratar de salvar la situación para todos, no sólo para unos pocos, y menos aún cuando se hace a costa de muchos. 

Parece que la idea va por ahí, y se asume que los nuevos tiempos nos llevan a la vieja situación en la que sólo unos pocos disfrutaban de salud, de educación, de trabajo, de ayudas, de libertad… Es la teoría del “que cada palo aguante su vela”, del “más vale pájaro en mano”, de la compasión en lugar de la solidaridad, del egoísmo en vez de lo común, y de la desigualdad traslada a la acción a través del “yo primero” y el “sálvese quien pueda”. Todo ello debilita a la sociedad, le hace perder su cohesión, su proyecto compartido, la confianza… y lleva a ver al otro como responsable, cuando no como culpable. Es la sociedad de “bajas expectativas”, en la que la realidad se ve como un riesgo y la solución se presenta en el repliegue sobre lo individual y en un alejamiento de lo público: cada ciudadano y ciudadana en sus casas sin nada que hacer, el Estado en las instituciones haciendo y deshaciendo, y los servicios en manos privadas ganando dinero… Y “que cada palo aguante su vela”. 

Un Gobierno que juega a esa estrategia lo que pretende es un poder que vaya más allá de la mayoría que representa. Quiere la razón del poder, no el poder de las razones. Por eso no busca el diálogo ni pretende el consenso, por ello el Parlamento se ha silenciado y se ha convertido en un muro de lamentaciones, y por dicha razón juega a lo divino y lo humano “premiando a los buenos y castigando a los malos”. El Gobierno no debería olvidar que la mayoría absoluta da más votos, no más razón.

Y en toda esta estrategia sobra el pueblo, al menos en primera línea. La sociedad de bajas expectativas es la sociedad del miedo, la del “más vale malo conocido que bueno por conocer”, y el Gobierno y sus ideólogos lo saben. En estas circunstancias la política tiene dos grandes objetivos: por un lado asustar para mantener o incrementar el miedo, y por otro tranquilizar con cuestiones puntuales que no resuelven el problema general, pero dan la sensación de seguridad. Esta estrategia es la que se ve con claridad en estos últimos días. Por un lado sigue la amenaza de los hombres del saco de negro con el anuncio de nuevos recortes, y por otro se presenta la medida tranquilizadora de ver cómo unos pocos delincuentes y criminales recibirán un castigo más prolongado para disfrute de mucha gente.

Las dos forman parten de ese mínimo común múltiplo de la política del Gobierno, y trasladan la idea de eficacia y solvencia en la contundencia de las propuestas, al margen de su resultado y de otras consecuencias que puedan producir en la sociedad. Por cierto, el Ministro de Justicia, Ruiz Gallardón ya explicó en el Parlamento su teoría sobre cómo las medidas sociales y económicas ayudarían a las mujeres a no abortar, sería interesante saber qué piensa sobre cómo pueden afectar los recortes en la educación, la precariedad laboral, el empobrecimiento de la población… en la prevención o potenciación de las conductas delictivas. 

El problema no está en las personas, pero las medidas que se están adoptando y el endurecimiento de la situación sí juegan contra las personas. El Gobierno debería saber que no es posible “cortar por lo sano” cuando no hay salud en el entorno, y que la gente se manifiesta hoy (15-9-12) por que se siente engañada, manipulada y víctima de una felonía.

Tradición y traición

TRADICION-TRAICION
Con frecuencia, y a falta de verdaderas razones, la tradición ha sido la justificación utilizada para mantener lo inaceptable, de ahí que cuando se pone de manifiesto que tal o cual celebración o conducta es una barbaridad, siempre se recurre al argumento de, “es una tradición”.

Muchas veces el “siempre ha sido así” lo que en realidad demuestra es que “nunca debería haber sido de ese modo”.

Siendo obvio que venimos de un tiempo anterior y de unas costumbres que antecedieron a las actuales, no sólo en lo festivo y en las celebraciones, también, y fundamentalmente, en nuestra forma de organizarnos en la sociedad y de entender el papel de unos y otros, de hombres y mujeres, de adultos y niños, de gente del país y gente de fuera, con unas ideas y con ideas distintas, de un credo o de otro… sorprende que nos olvidemos de todo eso que ha existido antes, como si no influyera, y que sólo nos acordemos de la tradición cuando se produce un conflicto alrededor de hechos puntuales, y generalmente ajenos a la convivencia del día a día. Ha ocurrido ahora con el “toro de la Vega” o con los “bous al carrer” o con las corridas de toros, y sucedió antes con la “cabra arrojada desde un campanario”, con la “decapitación de aves y ardillas”, con la “caza del cochinillo engrasado”… Y por supuesto que son una tradición, por eso no tienen sentido cuando todo cambia menos la repetición desubicada del rito. Entonces no es tradición sino sentimentalismo, quizás algo de idealismo romántico, pero, sobre todo, crueldad. 

La tradición nos es la mera repetición de una conducta, significa mantener vivos unos valores que ayudan a reforzar elementos de identidad y convivencia en ese lugar. Y hoy la mayoría de las tradiciones festivas que conllevan maltrato y crueldad con animales lo único que hacen es dar un espectáculo de crueldad, que sólo refuerza la figura y los valores, como hemos visto entre sus protagonistas, de una masculinidad tradicional construida sobre la fuerza y la violencia.

Curiosamente, también se habla de valores tradicionales para defender la desigualdad entre hombres y mujeres, entre comunidades autónomas, entre países, entre creencias, entre ideas… y para reivindicar privilegios y abusar en su nombre del desigual-inferior. Incluso en los casos más graves, como ocurre con la violencia de género y la mutilación genital femenina, se ha invocado a la tradición y a la costumbre. El “siempre ha sido así” ha permitido jugar con el tiempo como aliado y con el silencio que rodeaba a la costumbre como cómplice, de ahí su permanencia. 

Por eso ha existido un control estrecho de las tradiciones, no sólo para mantenerlas en su sentido, sino para evitar que pierdan el significado y su manifestación aleccionadora. Y por ello se ha cuidado mucho, por ejemplo, que las mujeres no participen en esas esferas masculinas (desfile en Alardes, sociedades gastronómicas, festejos crueles con animales…), y menos aún que cambien su papel en el día a día, que resulta aún más grave y trascendente para "la tradición y los tradicionalistas".

La tradición también es traición. Es traición porque actúa contra la evolución del pueblo, contra el progreso y el desarrollo de la sociedad, porque impone una rigidez donde hay flexibilidad, y porque empuja a los hombres como autómatas a repetir lo que ya sólo es un rito sin sentido, y en muchos casos con crueldad y dolor.

El pasado no es incompatible con el presente cuando hay adaptación. El cambio, el avance, el progreso, el desarrollo, el dejar atrás lo que ya sólo es un lastre inhumano también es tradición, más que todo lo que permanece, pues si por algo nos caracterizamos los humanos es por la capacidad de superación basada en la razón, no en la fuerza.

Más turbación

MAS TURBACION
Por si fuera poco el jaleo que hay con la política, la prima, el riesgo y la deuda, ahora cogen a una política que es concejala, la toman por prima al no haber evitado una situación de riesgo, y le hacen pagar las deudas ocasionadas por las ganas que le tenían algunos. Todo para generar más turbación y ruido de fondo. 

Luego dicen que no hay diferencias en el tratamiento de los hechos protagonizados por un hombre y una mujer, que son manías o paranoias que tenemos unos cuantos, y muchos, a pesar de la realidad y de los datos que les damos, no se quieren enterar del significado que hay detrás de estas actitudes. 

Veamos lo que ha pasado con Olvido Hormigos, concejala de Los Yébenes.

Esta mujer graba un video y lo usa en privado como ella considera. No comete delito alguno, ni agrede a nadie. Alguien lo da a conocer y lo lanza públicamente a las redes, que es lo mismo que empujarle a ella al vacío y sin red. Pero, sorprendentemente, la primera reacción que se produce es atacarla, presionarla y hacerle sentir culpable, hasta el punto que llega a pensar en dimitir de su puesto en el ayuntamiento. Es decir, Olvido es víctima de un delito, otros la agreden por ser el objetivo de un delincuente (y de la envidia que le tienen), pero la culpable es ella.

Y mientras que esta mujer es victimizada y expuesta públicamente a todo tipo de miradas y palabras, el presunto autor es preservado en la mayor privacidad. No obstante, al hacerse la situación insostenible, más por el morbo que se ha organizado alrededor de ella que por la exigencia de justicia, varios días después (7-9-12) se llega a saber que el sospechoso es un conocido suyo, portero del equipo de fútbol de la localidad y llamado Carlos Sánchez, el cual ha sido imputado por su relación con los hechos. Pero cuando se le ha preguntado al club de fútbol por él, la respuesta ha sido que no quieren entrar en polémicas porque se trata de una situación personal. Es decir, ser víctima de un delito es una cuestión pública que permite la exposición y la agresión de parte del pueblo y del país, y ser autor de ese delito es una cuestión personal… Como pueden ver, un tratamiento muy equilibrado y justo.

Imagino que los que justifican la reacción y el escándalo por la conducta seguida por Olvido Hormigos, se habrán olvidado de las imágenes de, por ejemplo, otros jugadores de fútbol como Ronaldinho o Éver Banega, deportistas internacionales de sobra conocidos, que aparecieron en unos videos caseros en circunstancias similares a la concejala, es decir masturbándose. En ninguno de estos casos nadie les exigió que se fueran de sus equipos, ni se les ha cuestionado como profesionales ni como hombres, más bien al contrario, para muchos habrán subido su cotización en los parqués de las bolsas testiculares.

Y si fueran pocas estas diferencias, nos encontramos con los insultos a voces que se han lanzado contra ella allí por donde ha ido, en plena calle o en el mismo salón de plenos. La han llamado, y una parte del pueblo sigue haciéndolo, “puta”, algo muy propio de quien tiene la idea de que una mujer no sometida a la sexualidad impuesta y limitada que la cultura guarda para ellas, es una puta. Los hombres, cuando recurren a esas conductas, lo único que hacen es desfogarse como machos o llamar a las “hembras”, mientras que ellas al actuar de este modo están pervirtiendo a la sociedad e incitando al pecado. 

Podría dejar un pequeño espacio a la duda, y pensar que alguien ha confundido lo del puesto público en el ayuntamiento con el “ejercicio de la prostitución”, ya que a las meretrices también se les conoce como “mujeres públicas”, pero nada parece apuntar a que el insulto se deba a esa confusión. Mira por dónde, otro problema del que los “hombres públicos”, bien sean de la política, del deporte, de la cultura o de cualquier otro ámbito, no tienen por qué preocuparse, puesto que ellos nunca son confundidos con gigolós.

Lo que está claro es que muchos han aprovechado lo ocurrido para generar más turbación en la política y en la sociedad, y de paso aprovechar para recordar que a algunas mujeres las encarga el diablo y son camino de perdición. Da igual el motivo, lo importante es tener a mano una justificación para la crítica y una crítica para justificar. No es hipocresía, es la rabia y la ira que muchos tienen, y que a la más mínima oportunidad vociferan como un torbellino.

Pero no se preocupen, toda esta percepción que les cuento deben ser manías y alucinaciones que tenemos unos cuantos. Aquí, como siempre, no ha pasado nada más que lo tenía que pasar… y por culpa de una mujer. 

Rescate y secuestro

RESCATE
Esto no hay quien lo entienda. Hasta el presente quien secuestraba a alguien después pedía un rescate a cambio de la liberación, pero con esta crisis parece que todo gira al revés. Ahora primero te secuestran, y luego, los propios secuestradores te dejan que les pidas un rescate, o que lo hagas a sus cómplices de parte suya para que puedas seguir secuestrado… Lo dicho, la realidad parece el negativo de la foto: los ricos son más ricos, los pobres más pobres, los responsables de la hecatombe (la situación es tan grave que tendría que decirse "hecatumba") reciben dinero y ayudas, en cambio, los ciudadanos pierden servicios y derechos, el paro se resuelve facilitando el despido, y la economía se estimula subiendo los precios y los impuestos… Algo huele mal, y no precisamente en Dinamarca.

Salvando las distancias, esto recuerda al tráfico de personas con fines de explotación sexual y laboral. La situación sería más o manos de este modo: Una persona tiene un problema económico y ve que tiene que adoptar decisiones difíciles para salir de él. Ante una situación como esta, decide que tiene que emigrar a otra realidad y para ello pide prestado dinero a un grupo de personas que, además, le facilitan el viaje y la documentación necesaria. Si nos damos cuenta, el escenario no es muy diferente a lo que ha pasado con España y otros países: Tenemos una situación económica crítica y queremos salir de ella para alcanzar otra realidad. Entonces un grupo de personas y mercados nos dan la documentación y nos indican los recortes que hemos de imponer, las reformas que se deben adoptar y el resto de pasos que hemos de seguir para emprender bajo su tutela el camino hacia la salida de los problemas. Y luego, cuando nos quedamos sin recursos ni capacidad para generarlos, nos prestan el dinero para poder hacer el último trayecto del viaje y dejar atrás las dificultades. 

Cuando las personas traficadas llegan al lugar de destino pensando que son libres y que pueden emprender una nueva vida, el grupo mafioso les dice que todavía no ha acabado el trayecto, y que ahora tienen que devolverle el dinero, pero con condiciones. No pueden trabajar ni ganarlo en lo que esas personas decidan, sino que tienen que trabajar para ellos, donde digan, en las circunstancias que impongan y a un interés más alto que el tipo que lo exige. De este modo, lo que era un viaje hacia la libertad y el futuro se convierte en una prisión y en una mirada al regreso como única escapatoria. Situación esta, si se fijan, no muy diferente a lo que ocurre en estos momentos con nuestro país. Después de hacer todos los ajustes y reajustes, todos los recortes y cortes, nos indican que no es suficiente y nos dan un dinero que tendremos que devolver cumpliendo las condiciones que ellos impongan. Nos dejan sin libertad para poder decidir y hacer con nuestra economía aquello que consideremos mejor para salir de la situación en la que nos encontramos. 

Es como un síndrome de Estocolmo, pero potenciado. El secuestrado no sólo se pone del lado del secuestrador, sino que, además, le pide dinero para salir a dar una vuelta, prometiéndole volver antes de las diez.

Nos han secuestrado y nos hacen pedir un rescate para poder seguir secuestrados y explotados, la otra opción es la silla eléctrica económica, eso sí, con electricidad procedente de fuentes de energías renovables.

Los tratados internacionales contra la trata y el tráfico de personas deberían incluir una nueva forma: El tráfico y trata de países con fines de explotación financiera, algo que va en aumento y que seguro que aporta tantos beneficios como los otros grandes sectores del tráfico criminal: armas, drogas y personas. Sólo que ahora en lugar de meter a las personas en contenedores o camiones, las meten en países, y los delincuentes, en lugar de llevar pasamontañas, jerséis de cuello vuelto y guantes negros, son de guante blanco.

Monstruo


MONSTRUO-1Un monstruo es un ser cruel y perverso
que actúa contra el orden de la naturaleza. José Bretón es un monstruo, si nos atenemos a los indicios que se han conocido sobre la desaparición y muerte de sus hijos. Pero es mucho más que un monstruo, y también mucho menos. 

Es mucho más porque habitualmente la monstruosidad se identifica con lo anormal, con la coincidencia de una serie de características que forman el conjunto de ese ser monstruoso y, por tanto, como alguien limitado a una serie de circunstancias alrededor de una conducta. La monstruosidad de José Bretón no ha estado sólo en los asesinatos que presuntamente ha llevado a cabo, sino en utilizar los elementos que la cultura levanta y luego muchos repiten para llegar hasta esa última acción que hace olvidar todo lo que la ha antecedido. De esta forma, con la normalidad como argumento, ha ido más lejos y ha montado toda una estrategia que le permite superar el hecho concreto, y darle un significado a partir de las ideas y decisiones. Así, lo que podría haber sido una conducta criminal aislada se convierte en una escenificación de sus ideas. 

Y también es mucho menos que un monstruo, porque lo que lo define y caracteriza no es la crueldad de un momento o la perversidad de una acción, sino la maldad entre buscada en esa normalidad. 

Considerarlo un monstruo, sin más, es una forma de tranquilizarse, pues exige dos condiciones. Por un lado, la reunión de requisitos particulares y, de alguna manera, excepcionales que, por tanto, están ausentes en la mayoría de los hombres. Y por otro lado, saber que reúne esos requisitos, es decir, conocer que es él el autor de la crueldad y, en consecuencia, tenerlo detenido y retenido para que no vuelva a actuar. Como observamos, es un monstruo porque su crueldad obedece a unas características elementales, y porque está en una jaula para que todos podamos ver lo malo que es. Y todo ello genera tranquilidad en la doble circunstancia: por estar enjaulado y porque no hay otros hombres como él. Esta tranquilidad es la que desvía la mirada de los factores comunes a otros casos, la que olvida que se ha producido en un contexto de violencia de género, y la que impide identificar factores de riesgo que puedan ser utilizados para prevenir futuros casos.


MONSTRUO-2Y me sorprende esta actitud porque es muy habitual ante hombres violentos que actúan contra sus parejas y contra sus hijos de forma especialmente grave. Estos hombres rápidamente son calificados como monstruos, calificativo excluyente para quien no comparta los requisitos exigidos, y genérico, en cuanto que se puede aplicar a estos agresores o a cualquier otro criminal (terrorista, pedófilo, narcotraficante…). Ocurrió, por ejemplo, con Josef Fritzl, el llamado “monstruo de Austria”, que secuestró y violó a su hija durante 24 años, llegando a tener siete hijos-nietos, o con el colombiano Luís Alberto Garavito, el “monstruo de Génova”, que mató a 147 niños. Y ha vuelto a ocurrir con José Bretón. 

MONSTRUO-3-VNSin embargo, de ahí mi sorpresa, cuando es una mujer la que actúa de forma similar y mata a su pareja o a sus hijos, aunque no sea de forma especialmente violenta, no se la llama con un adjetivo ni un sustantivo que reúna esa doble condición de excepcionalidad y de ser una denominación genérica e inespecífica, sino que habitualmente se hace con palabras que definen conductas vinculadas sólo a las mujeres o que implican una sanción formal. Así, es habitual llamar “viuda negra” a la mujer que mata a su pareja, como ocurrió en el caso de la española Estíbaliz Carranza, también conocida como la “heladera asesina” o la “baronesa de hielo”, que mató a dos maridos en Austria. Y a la mujer que mata a sus hijos se la denomina "parricida", añadiendo a continuación el nombre del lugar donde comete el crimen, como la “parricida de Santomera” (2009) o “la parricida de Lloret de Mar” (2010). Y aunque esta denominación haga referencia a una situación genérica, indica una calificación formal y jurídica, que muestra el rechazo y la sanción sin apelativos ni espacio para atenuantes. 
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La sorpresa aumenta al comprobar que conductas más infrecuentes, como son las que hacen referencia a la violencia que ejercen las mujeres, tienen un nombre propio y específico basado en su condición de mujeres (viudas negras), o formal (parricidas), mientras que las conductas de los hombres, más frecuentes y habituales, o no alcanzan calificación alguna o se muestran acompañadas de excepcionalidad y de forma genérica…  

Justo igual que el monstruo del lago Ness, excepcional y un monstruo como todos los monstruos. 

Algo deberíamos aprender de todo esto.

“Nos importa un bledo”, “que se jodan”…


NOS IMPORTA UN BLEDO
El “que se jodan” de Andrea Fabra
hace unas semanas, el “nos importa un bledo” de Antonio Basagoiti hace unos días, o las habituales de siempre “que se vayan a sus países”, “que se paguen los medicamentos”, “que se pudran en la cárcel”…  no son frases aisladas que se dicen sin sentido y sin sentirlas. Son frases que reflejan una forma de entender la vida y cómo se estructuran las relaciones dentro de ella, por eso no sólo parten de los labios que las pronuncian, lo hacen también desde una determinada posición y buscan sobrepasar el espacio inicial del aire para llegar al terreno de las consecuencias. No son tan infrecuentes ni las reproducen sólo unos pocos, forman parte del “pack conservador” que da sentido a esa forma de entender la vida a través del mensaje de que hay una serie de elementos que forman un todo indivisible, y así dar cohesión al grupo y quitar espacio a las alternativas. De este modo, todo es como tiene que ser, como Dios manda.

La igualdad siempre ha generado intranquilidad entre las fuerzas conservadoras porque, básicamente, supone acabar con los privilegios que surgen de una estructuración de la sociedad basada en la jerarquización y el status, por eso es ridiculizada desde esas posiciones, y por ello se atacan las estructuras y las iniciativas destinadas a promoverla, como ocurrió, por ejemplo, con Esperanza Aguirre al referirse al Ministerio de Igualdad y compararlo con la creación de un “Ministerio del Amor”. A pesar de ello, como la igualdad es una aspiración de la sociedad, todo se oculta bajo la corrección de las formas y detrás de palabras huecas, por eso, y a pesar de todas las críticas, mantienen las estructuras y los nombres (Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad), y sólo se percibe su verdadera posición a través de lapsus, micrófonos abiertos o mentes cerradas que no se cortan en manifestarlo directamente.

La igualdad no es el igualitarismo. No se trata de que de repente desaparezcan los elementos que establecen diferencias sociales entre las personas, sino que las diferencias no estén basadas en el status y en las referencias tradicionales de una cultura de poder levantada sobre aquellos elementos que quienes la han construido han considerado de más valor. Siempre habrá ricos y pobres, trabajadores y empresarios, personas de un grupo étnico y de otro, de una creencia y de otra distinta, de un sexo y del sexo contrario, con una orientación sexual y con otra… nada va a desaparecer porque todo ello forma parte de la identidad y de las circunstancias de esas personas. Pero lo que no es justo es que determinados individuos, por el simple hecho de pertenecer a algunos de esos grupos (y no digamos si acumulan características de varios de ellos), o por tener algunos de los elementos que dan valor en un contexto determinado, tengan ciertos privilegios. Y tampoco que a partir de esas referencias la sociedad se haya organizado para que todo les resulte más fácil sin necesidad de recurrir al abuso, o lo que es lo mismo, no es justo que haya otras personas que  sean discriminadas y que lo tengan más difícil a la hora de enfrentarse a las mismas situaciones.

Y por eso se ha jugado tanto con la referencia a la “igualdad ante la ley” o igualdad formal, recogida en el artículo 7 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y se ha olvidado su  artículo 2 que dice que todos, y por supuesto todas, somos iguales por el hecho de ser humanos, no sólo ante la ley.

La igualdad ante la ley permite jugar con la falacia de la justicia sin tener en cuenta que las leyes parten de una intencionalidad, que la aplicación de la ley se hace para defender los valores asentados dentro de la cultura y por personas con ideología, y que ante un conflicto entre particulares la Administración de Justicia funciona bajo criterios de desigualdad y poder. Esta situación afecta a la capacidad para acceder  a la defensa, a los peritos y sus trascendentes informes, y al control del tiempo, es decir, a las actuaciones y recursos que dilatan la decisión judicial sin que el conflicto sea resuelto, algo que no puede ser asumido por quien no cuenta con el poder económico para hacerlo.

La verdadera justicia social pasa por una sociedad más justa, y eso requiere que la igualdad sea uno de los valores que articulen la convivencia. Por supuesto que habrá quien diga lo de “nos importa un bledo”, “que se jodan”… y todas las demás lindeces, pero tendrían más difícil transformar esas expresiones en políticas que atentaran contra la igualdad y la convivencia, como ocurre ahora con las que intentan atacar la libertad o la dignidad… 

Las ideas son libres, pero las políticas no, por eso el debate debe tener como referencia el marco constitucional que nos hemos dado a la sombra de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Banco ¿tóxico o intoxicado?

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En ocasiones, con más frecuencia de la que nos damos cuenta, la verdad logra escapar al control del seguridad que establece la conciencia y muestra la realidad tal y como es. Entonces la llamamos inconsciente y decimos que nos ha traicionado o nos ha delatado, cuando en realidad los traidores somos nosotros por callarla y ocultarla, y lo único que ha ocurrido es que las palabras han logrado salir por el hueco que deja el ángulo muerto de la mirada huidiza.

Si tiramos del diccionario y nos atenemos al significado de las palabras, vemos que no es lo mismo un alimento tóxico que un alimento intoxicado, adjetivos que trasladados al sustantivo “banco” también nos definen conceptos muy diferentes. Un “banco tóxico” sería aquel que es capaz de envenenar al resto de la sociedad, mientras que un “banco intoxicado” es el que se ve afectado por elementos en mal estado, que lo envenenan y convierten esos números rojos tan habituales entre sus hojas de cálculo, en cifras amarillas de bilirrubina y ruina

El Gobierno ha creado un “banco tóxico” y no creo que se haya equivocado al llamarlo así. Es cierto que probablemente quería decir que creaba un banco intoxicado, o sea, afectado por los productos en mal estado del resto de las entidades, pero la relajación propia del aún verano ha bajado la guardia antes de que subiera el IVA, y ha hecho que las palabras sean más claras que las mentes y nos muestren el verdadero objetivo de su creación, que pasa por intoxicar al resto de la sociedad.

Lo curioso de todo esto es que la crisis que pretende resolver el banco tóxico-intoxicado ha sido generada por el veneno financiero que contaminó a la gente, y la empujó a consumir sus dietas capitalistas y sus pócimas hipotecarias para alcanzar la mentira del status, sin ser conscientes de que la altura de miras a veces produce vértigo, y el vértigo caídas. Y cuando en plena intoxicación nos pidieron la bolsa le dimos la vida creyendo que saldaríamos cuentas, pero nuestras vidas valen menos para ellos que su palabra para nosotros, y claro, sin patrimonio y con la vida hipotecada por generaciones espontáneas hay poco que hacer. Así vivimos hechizados por el perfume tóxico que sale del vertedero de ese banco donde han ido a parar los activos, intoxicados por sus mensajes, y empujados hacia atrás por su “no hay salida” hasta dejarnos sin corazón entre la espalda y la pared torácica.

Todo es un lío muy bien liado, nada de nudos gordianos ni de marañas por desenmarañar, por eso el Ministro “3D-Guindos”, el más virtual y a la vez realista, se ha referido a ese banco (31-8-12) como el “mal llamado banco malo”, y tiene mucha razón. Para bancos malos ya tenemos muchos de los que se han hundido con nuestro dinero dentro y sus pensiones ejecutivas como chalecos salvavidas, mientras que esta nueva entidad tiene mucho de bueno para unos cuantos. Es buena desde el punto de vista “moral”, puesto que nace como esos bebés medicamento, totalmente compatibles con sus hermanos enfermos y con el objetivo en este mundo de curar a sus fraternos. Y es buena desde el punto de vista financiero, puesto que se queda con todos los bienes-malos de sus hermanos que ahora no pueden costear, para venderlos  en 10 o 15 años de manera que no se tengan que vender a un precio muy inferior al que tienen asignado, y en cualquier caso superior al que se pagaría en la actualidad. El negocio es completo cuando nos dicen que el banco malo-bueno-toxico-intoxicado será participado en un 50% por el Estado y que en el 50% restante podrán entrar los bancos y cajas enfermas a través del Fondo de Garantía de Depósitos (FGD), que de esa manera obtendrán beneficios por dos vías: una, gracias a que todos los españoles vamos a pagar un banco con el dinero dirigido a nuestros servicios básicos (salud, educación, dependencia, pensiones, ayudas…), para que puedan desprenderse de los activos tóxicos que graciosamente nos comeremos entre todos para ponernos amarillos de bilirrubina y así parecernos a los ciudadanos del gigante oriental, y quizás con ello atraer más inversiones (ya se sabe que la imagen y la buena presencia en los negocios es esencial). Y otra, al participar en el negocio de la venta de sus males, que al final les darán beneficios.

Todo un lío de muy buen rollo… Entre bancos que no hacen caja, cajas que se hacen bancos, tóxicos bancarios, intoxicaciones ciudadanas de origen financiero, políticos que parecen actuar como camellos para pasar los tóxicos de un lado para otro, activos que son pasivos y clases pasivas que se convierten en activos ciudadanos… vivimos embriagados por una crisis que muchos presentan como una necesidad, como el antídoto del tóxico y el remedio a todos los males del Estado de bienestar que antes teníamos. 

Lo dicho nada por aquí, nada por allá… un banco nuevo por aquí y otro por la esquina de allá.