Algunos somos de generaciones que crecimos mirando a la luna y buscando entre las estrellas los cohetes que se dirigían a ella… Generaciones que supimos que Apolo era una nave espacial tripulada antes que un dios, y que Cabo Cañaveral no era un suboficial de un ejército de la entonces dictadura, sino el lugar donde todo comenzaba contando al revés de cómo nos enseñaban en la escuela.
Conocimos que el sonido tiene velocidad cuando algunos aviones la rompían y el pueblo entero se estremecía comprimido por su explosión. Aprendimos a distinguir entre los aviones que nos sobrevolaban sin dejar rastro alguno, como pájaros lejanos y altivos, y aquellos otros que marcaban su ruta dibujando líneas en un cielo que ahora siempre recuerdo azul. Eran los “aviones de chorro”, unos aviones que parecían el reflejo de los barcos con su estela de espuma blanca navegando por un mar que sentíamos aún más distante que el cielo.
La tierra adentro de Almería daba para todo eso…
Hoy hay muchos cielos, varias lunas con nombres distintos, y aviones que rompen el silencio con las voces y gritos de dolor que dejan sus bombas, sus misiles, sus cohetes…
El cohete de hoy ya no va a la luna, ahora ha cambiado de destino y busca quedarse más cerca. Son cohetes tierra-tierra, tierra-aire, aire-aire… El aire de una tierra que ya no busca vida extraterrestre, que busca vidas terrestres para acabar con ellas y enterrarlas en un suelo de cenizas cultivado con el odio y la violencia.
La Tierra no ha parado de girar sobre su eje ni sobre las mismas ideas y valores de siempre. El universo de este mundo humano aún no ha salido del agujero negro donde nació, y sigue impregnado por el odio y la violencia original bajo las mismas referencias presentes a lo largo de la historia: la diferencia, las creencias y el territorio.
Estas referencias, solas o en compañía a través de diferentes combinaciones, son las que continúan dando argumentos para matar y aniquilar al otro, sea en tiempos de paz, es decir, de violencia no reglada, o en tiempos de guerra, o sea, de violencia reglada.
La gran diferencia es que en los segundos se otorga “democráticamente” licencia para matar, mientras que en los primeros se hace sin licencia, pero sin que en ninguno de ellos se abordan las circunstancias que dan lugar a el resultado que luego se presenta como un accidente, como un imprevisto…
El ataque contra el avión de Malasya Airlines en Ucrania (vuelo MH17) sólo es el último ejemplo de la barbarie más hipócrita de nuestro tiempo… La misma que habla de guerra como “misiones humanitarias”, la que admite que el mismo ejército capaz de dirigir un cohete contra un coche en movimiento gracias al móvil de uno de sus ocupantes, diga que es un accidente que otro cohete impacte en una playa de Gaza donde jugaban cuatro niños, la que permanece contando víctimas en Siria y armando a las dos partes, pero “sin intervenir”; aquella que ve cómo secuestran niñas por ir a la escuela o las mutilan en nombre de una cultura, como si fuera un documental del National Geographic… Exactamente la misma sociedad que ataca a las mujeres cuando ellas denuncian la violencia de género que han sufrido a lo largo de toda la historia…
Es la sociedad hipócrita construida bajo las referencias masculinas basadas en la jerarquía, el dominio y la sumisión… Podrá parecer un argumento muy simple, pero no es reduccionismo, hablar de la esencia de las cosas es justo lo contrario al reduccionismo.
Por eso no se trabaja por la Paz y la convivencia, sólo se trabaja por el poder… La estructura que puede dar a unos pocos (Rusia, Siria, gobiernos afines a determinados Estados o intereses occidentales, hombres…) el control de todos los demás. Y por ello no se busca gestionar la paz, sino hacer y deshacer por medio de la violencia como realidad o como amenaza, la paz sólo es parte de la negociación, y como tal a veces es el precio para obtener privilegios.
Hoy, 20 de julio, se cumplen 45 de la llegada del ser humano a la luna, y mientras Neil Armstrong daba “un gran paso adelante para la humanidad”, en la Tierra muchos otros continuaban dando pasos hacia atrás.
Hoy la Tierra vista desde la Luna se vería más oscura, menos azul, envuelta por esa nube negra de violencia y odio que surge de cada una de las hogueras que muchos no paran de avivar…
Hoy necesitamos cohetes desde la Luna a la Tierra para volver a traer los sueños que un día depositamos allí.