Dicen

MANO-BOCADicen que odio a los hombres, y lo dicen hombres que justifican que otros hombres ejerzan la violencia contra las mujeres con las que conviven, que aceptan que el hombre “imponga autoridad y respeto”, que entienden la masculinidad como una actitud dominante y controladora, que prefieren ocultar sus emociones y sentimientos porque mostrarlos, dicen que los debilita; hombres que reducen su fortaleza a lo que dé de sí la masa muscular. Para ellos, defender esa masculinidad es “amar a los hombres”.

Dicen que “criminalizo” a los hombres porque señalo a los hombres violentos, porque me niego a que esos agresores me utilicen a mí y al resto de los hombres como argumento para utilizar su violencia y sus privilegios; y lo dicen quienes les dan la razón con su silencio y sus palabras. Nosotros no somos como esos otros hombres, ni nuestro silencio los va a amparar. Defender la violencia en los hombres para ellos no es criminalizarlos, es protegerlos.

Dicen que olvido a los hombres porque no hablo de la violencia que sufren por parte de las mujeres, y lo dicen quienes callan los homicidios y agresiones que sufren los hombres por parte de otros hombres, porque esa violencia es “cosa de hombres”, comentan; y lo dicen los que históricamente han ignorado las “otras violencias”, también las que ejercen las mujeres contra los hombres, porque nunca les ha importado el “hombre vencido”, eso ya es para ellos una razón suficiente que demuestra que no eran “hombres de verdad”. Son los mismos hombres que ahora no soportan que las mujeres “venzan” con la justicia, y salgan de la violencia de género en la que antes permanecían atrapadas con su pasividad y silencio. Para ellos recordar la Igualdad y la Justicia es olvidar a los hombres.

Dicen que los hombres pierden con la Igualdad, y lo dicen los que prefieren mantener la injusticia de los privilegios y los abusos sobre los derechos arrebatados a las mujeres con tal de ser “más hombres”. Y también dicen que quienes trabajan por la Igualdad viven de ella, y lo dicen quienes viven y matan en nombre de la desigualdad, los que siempre buscan el enfrentamiento, y los que no quieren entender que la única recompensa de la Igualdad es la convivencia en paz, también para ellos, sus hijas y sus hijos.

Dicen que no quiero a los hombres, y lo dicen hombres que niegan el afecto y el amor de los hombres si no se corresponde con el modelo heterosexual que han decidido como “masculino”, y dirigido a establecer relaciones desiguales de abuso con el amor como argumento. Para ellos querer a los hombres es hacerlos machos y viriles.

Dicen que rechazo la paternidad de los hombres, y lo dicen los mismos que justifican que un maltratador es un buen padre, aquellos que han guardado silencio sobre la desigualdad que aleja a los hombres de las responsabilidades del cuidado y el afecto de los hijos e hijas, hombres que disfrutan cada día de un 34% más de tiempo de ocio mientras que las madres de sus hijos dedican un 26% más de tiempo al cuidado, y un 97% más a las tareas domésticas, sin renunciar al trabajo fuera del hogar (Barómetro CIS, abril 2014). Pedir el tiempo y las circunstancias para poder ejercer la paternidad responsable desde el principio para ellos es rechazar la paternidad de los hombres, lo dicen quienes creen que esa responsabilidad de ser padres comienza con la separación.

Dicen que rechazo que los hombres sean “víctimas” de la cultura, y lo dicen quienes presentan a las mujeres con la vestimenta tradicional de la perversidad y la maldad para hacerlas responsables de todos los males, especialmente de los que le afectan a los hombres. Los mismos que a pesar de los 600.000 casos de violencia de género y los 60 homicidios de mujeres al año, manipulan los datos para en lugar de insistir en todo lo que aún se necesita para evitar la impunidad de los hombres violentos y el abuso de los interesados, intentan presentar la realidad de la violencia contra las mujeres como “denuncias falsas”. Los mismos que piden acabar con la ley que lucha contra la violencia de género para que todo sea como siempre ha sido en el silencio y la impunidad. Estos hombres dicen que los hombres son “víctimas de la cultura”, pero no dicen que la cultura ha sido creada por hombres y sobre referencias masculinas para darle privilegios a ellos.

Por eso digo que el machismo, además de someter, agredir y asesinar a las mujeres, también es malo para los hombres. Lo es por esa forma de entender la masculinidad como un ejercicio diario y constante de poder, por esa manera de mirar al mundo y a las personas como amenaza, por esa competición que cada hombre establece consigo mismo y contra todos los demás. El machismo presenta a los hombres como precio de su propia vida, es cierto que les da la “calderilla” de la violencia para conseguir sus “necesidades” diarias, pero al final terminan pagando ese importe en ausencia de todo lo demás.

La soledad a la que tanto temen esos “hombres de verdad” es una consecuencia de su propia identidad construida sobre ese machismo de camaradería aparente y traidor, que busca más el poder en cada hombre que a la persona que hay en él.

Esos hombres machistas dicen mucho desde el posmachismo, pero callan ante cada golpe, ante cada abuso, ante cada discriminación que sufren las mujeres, y callan y se esconden ante cada homicidio que otros hombres cometen desde su hombría. Critican a las mujeres y a muchos hombres por cambiar para alcanzar la Igualdad, pero no critican a los hombres que no cambian para permanecer en el abuso y la violencia.

Esos hombres que tanto dicen y tanto callan podrán hablar lo que quieran; lo que tantas y tantas personas (mujeres y hombres) decimos para alcanzar la Igualdad queda en cada palabra que compartimos, con ellos también, y por más que lo intenten no podrán manipularlas ni cambiarlas, como tampoco pueden evitar que cada día haya más hombres que rechazan el machismo y busquen la Igualdad.

 

 

2 thoughts on “Dicen

  1. Si usted cree que las razones de las críticas que recibe son las que usted da, tengo dos noticias para usted: 1) se limita usted a una pequeña parte de sus críticos, y 2) vive usted en el siglo XIX. A continuación le doy mis razones, por si le interesan. Sospecho que muchas de las personas críticas con usted comparten mis motivos.

    No sé si odia usted a los hombres, pero da toda la impresión de que los desprecia. De entrada, asumiendo que las razones de sus críticos son las que usted ha dado. Y además, presuponiendo que exigir igual tratamiento jurídico con independencia de si se es hombre o mujer no es exigir igualdad, sino darle la razón a los agresores. Me lo explique. Usted etiqueta como “postmachista” la demanda de igualdad jurídica. Yo, por mi parte, etiqueto su demanda de privilegios jurídicos para un sexo como “fascismo de género”.

    Criminaliza usted a los hombres porque defiende una ley que presupone que los hombres son violentos; que establece que, a igualdad de violencia ejercida, la del hombre es peor; y que elimina garantías que en un Estado de Derecho deberían ser básicas para cualquier ciudadano. Usted la demanda de igualdad la etiqueta como postmachista. Yo, a esta postura suya, la denomino “fascismo de género”.

    Olvida usted a los hombres porque considera que merecen menor protección jurídica. Usted adjetiva las críticas a este respecto como postmachistas, yo etiqueto su opinión como fascismo de género.

    Los hombres no perdemos con la Igualdad. Los hombres ganamos con la igualdad. Con lo que perdemos los hombres es con un sistema que asigna derechos a las mujeres y obligaciones a los hombres; y que aspira a eliminar las diferencias que son desfavorables a las mujeres como grupo, a la vez que se mantienen las que son desfavorables a los hombres como grupo. Lamentablemente, usted no defiende la Igualdad, sino el fascismo de género. Leerle a usted escribir “Igualdad” con mayúsculas es como oír a Rajoy hablar de “Responsabilidad”.

    No quiere usted a los hombres porque acepta e incluso promueve su inferioridad jurídica. Defendiendo, por tanto, el fascismo de género.

    Rechaza la paternidad de los hombres porque considera que, en caso de embarazo, los derechos reproductivos son fundamentalmente los de la mujer. Ella tiene el derecho de desentenderse del feto, o de seguir adelante con él. El hombre no tiene ninguno de estos derechos: deberá aceptar sí o sí lo que haya decidido la mujer y, en la línea del rol tradicional del hombre, callar y pagar. Asignar derechos a las mujeres y obligaciones a los hombres es, sencillamente, fascismo de género.

    No rechaza usted que los hombres sean víctimas de la cultura, pero ignora o minimiza deliberadamente las situaciones que le son desfavorables a los hombres por motivos culturales. Según el fascismo de género que usted promueve, la discriminación positiva en estos ámbitos sería impensable.

    Tiene su punto de gracia, por cierto, que hable usted de manipulación. Somos muchos los hombres que buscamos la Igualdad y que opinamos que el fascismo de género no es una manera de conseguirla.

    Fdo: alguien que tiene muy poco en común con la descripción que usted hace de sus críticos; que cree en los principios del Estado de Derecho; y que considera que ambos sexos deben tener los mismos derechos y obligaciones. O, como se dice en la jerga del fascismo de género con la que usted opera: un “postmachista”.

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  2. Por cierto, dado lo relevante del caso para la temática de su blog, no estaría de más leer sus apreciaciones con respecto al caso de López Aguilar. ¿Violencia de género? ¿Denuncia falsa por venganza?

    Algunas personas lo llaman “justicia poética”. Yo opino que no, dado que su condición política le ha librado de pasar por la maquinaria judicial de género que él mismo contribuyó a construir.

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