Ni un minuto de silencio

N1MDS-FotoPoner silencio al silencio es como cerrar los ojos en la oscuridad… Nada cambia y de nada sirve.

La violencia de género ha venido amparada por el silencio de quien oía y callaba, por el dolor de quien la sufría y era silenciada, por la impotencia de quien hablaba y no era creída… Hay silencio en la voz y silencio en la escucha conforme se desmorona la vida de las mujeres bajo los golpes de los violentos.

Quien posee autoridad tiene el relato en una mano y el silencio en la otra para usarlos a su conveniencia, por eso el machismo y los agresores han podido contar sus historias y presumir de hombría con palabras que la sociedad ha integrado como parte de la normalidad. En cambio las mujeres que las sufrían nunca han podido ir más allá del sonido del llanto ni de los barrotes hechos de lágrimas.

Todavía en la actualidad, el 21% de las mujeres que no denuncian no lo hacen por vergüenza y el 27% por miedo (Macroencuesta 2015), porque el silencio es miedo, pasividad, distancia, vergüenza, concesión… y todo ello se traduce en más violencia. Si no hubiera silencio entre cada uno de los golpes machistas que asesinan, sus autores no podrían cruzar la distancia que los separa de sus víctimas entre la impunidad y la invisibilidad.

El silencio mata más que los golpes, y no queremos que continúe ni vamos a callar un minuto más… ¡Se acabaron los “minutos de silencio”!… Ahora se oirán nuestras voces, nuestra acción contra los violentos y el machismo que los mueve como marionetas.

Vamos a cambiar el silencio por palabras, la ausencia por presencia, la pasividad por acción, la distancia por cercanía. Sustituiremos la posibilidad por realidad, la injusticia por justicia, la soledad por compañía, la mentira por verdad. Haremos de la teoría práctica, del guiño mirada, de la renuncia denuncia, de la pesadilla sueño, y de la desigualdad Igualdad. Traeremos la paz y expulsaremos la violencia, devolveremos el calor robado y sacaremos la fría amenaza, pondremos luz y apagaremos las sombras, y será la ilusión quien sustituya a la tristeza de la desesperanza.

El silencio es el ruido de fondo del machismo y su violencia, y ahora lo vamos a callar con el “ruido” de la democracia y la convivencia, con el sonido de la acción frente a la injusticia sangrienta de las violencias machistas… No se trata de una iniciativa más, se trata de un posicionamiento firme y decidido para hacer de cada día razón, y de cada razón un motivo para la Igualdad. Desde la “Marcha del 7N contra las violencias machistas”, el machismo y sus violentos han asesinado a 7 mujeres y a un hombre (pareja de la ex-mujer del asesino). En tan sólo 24 horas asesinó a 3 mujeres entre “minutos de silencio”. El machismo no se va a detener ni va a silenciar su lenguaje habitual de la violencia, pero la sociedad sí puede hacer que se calle gritando más fuerte que él los valores de la democracia. Por eso te necesitamos.

No podemos responder ante cada homicidio ni ante cada día de desigualdad con más silencio, ni tampoco esperar a cada homicidio para responder… Son ya demasiados siglos de silencio y pasividad.

Quien calla otorga y no le vamos a otorgar más días al machismo. Vamos a acabar con el cómplice de los violentos, con ese silencio que imponen a sus víctimas y con el que guarda la sociedad ante el drama de la violencia de género.

Necesitamos   tu voz,    tu palabra,    tus gritos,    tus sonidos,     tu ruido,    tu “no-silencio”… Machismo es tiempo y silencio, y desde la Unidad de Igualdad de la Universidad de Granada hemos decidido no darle ni un minuto de silencio más…

Yo no me callo, ¿tú que decides?

 

* El 25 de noviembre a las 13’00 horas, en la Plaza de la Universidad (Plaza de la Facultad de Derecho), hemos convocado una primera concentración para guardar los minutos de silencio y sustituirlos por “minutos de ruido”, de sonido democrático contra el machismo y su violencia. La intención es que todo el mundo se una y reproduzca la campaña allí donde considere que haya necesidad de posicionarse frente al silencio impuesto por los violentos.

Cuestión de Estado

MARCHA 7NLa violencia de género siempre ha sido una cuestión de Estado, otra cosa ha sido el Estado en cuestión a la hora de actuar frente a ella.

Es una cuestión de Estado cuando todos los partidos votan una Ley Integral para abordarla y caminar hacia su erradicación, y lo es cuando a pesar de las 70 mujeres asesinadas cada año, y las más de 700.000 maltratadas, las instituciones del Estado miran para otro lado y lo único que se oye son los minutos de silencio y las condenas… Justo lo mismo que hace el machismo: callar y condenar a las mujeres.

Identificar al Estado y a sus responsables sólo por lo que hacen es darle el crédito de la imposibilidad o la suficiencia, como si todo lo que no se lleva a cabo fuera consecuencia de lo imposible o innecesario por lo ya realizado, o como si el tiempo no formara parte del problema.

La violencia de género es una cuestión de Estado porque lo exige la sociedad, mujeres y hombres, que no aceptan que la desigualdad continúe siendo el modelo de relación, y que la violencia contra las mujeres actúe como el acomodador para que todo el mundo ocupe su lugar. Y lo es por la acción y reivindicación que ha llenado el cielo de Madrid de gritos contra el infierno terrenal de la violencia, y por la pasividad y silencio del machismo y su posmachismo, que cada jornada intentan prolongar un día más su reinado infernal. Una sociedad no se puede levantar sobre el terreno inclinado y movedizo de la desigualdad y la violencia contra las mujeres, y quien tiene que fijarlo y levantar la estructura sobre la Igualdad es el Estado.

El Estado no puede ser neutral en esta escisión que vive su sociedad, o está a favor de la Igualdad y de erradicar la violencia de género, o está a favor del machismo que trata de diluir la realidad de una sociedad líquida en estado de ebullición. No basta con rechazar y condenar lo más grave tras cada homicidio, eso también lo hacen muchos machistas para decir que el resto de la violencia no existe, y que es un invento del feminismo y de quienes buscan beneficiarse económicamente de ese clima. Fijar la atención en los homicidios es una forma de desviar la mirada para que no se vea todo lo que los antecede, de ahí que cada vez que se produce uno de estos crímenes la pregunta para muchos continúe siendo la misma, ¿por qué siguen matando a las mujeres?. La cuestión debería ser, ¿por qué no iban a seguir haciéndolo si el machismo continúa alimentando las conciencias y las conductas de muchos hombres, tal y como vemos a diario en las redes sociales?.

El machismo siempre ha jugado a la estrategia del “chivo expiatorio”, sacrificar a determinadas piezas para mantener su orden, la cohesión del grupo sobre el ejemplo de los hombres que son provocados por las mujeres y las circunstancias hasta el extremo de llegar a matar. Ese “sacrificio de piezas” ha sido parte de su fuerza para continuar actuando.

El Estado, como realidad y como metáfora, tendrá que decidir a quien escucha, a la sociedad que cada día habla contra la violencia de género, y que el 7N llenó el asfalto y el cielo de Madrid de Paz, convivencia e Igualdad; o al silencio y la confusión que impone el machismo y su posmachismo para llenar las manos de sangre y la voz de odio, y así no ceder en sus privilegios. Puede parecer una disyuntiva dura, pero la realidad es esa.

No es casualidad que el posicionamiento frente a la Igualdad y la violencia de género coincida con un modelo más o menos tradicional alrededor de la familia, el papel de los hombres y de las mujeres, la idea de identidad de unos y otras… en lugar de hacerlo sobre los Derechos Humanos (Igualdad, Libertad, Justicia, Dignidad…), quien diluye a las personas en los contextos de relación, al final somete los derechos individuales a los intereses del grupo, sea este la familia, la empresa o la sociedad, en nombre de los valores, ideas, creencias… que para esas personas deben presidir la organización social. Y cuando el modelo de una cultura patriarcal está levantado sobre las referencias masculinas, quien es obligado a ceder en derechos son las mujeres.

Frente a esa realidad la posición de la sociedad es clara y se demostró el 7N.

Cada paso que hemos dado es un metro que le hemos quitado al machismo, cada palabra que hemos pronunciado un trozo de silencio arrebatado, cada minuto caminado un siglo de injusticia derrotado, cada abrazo que nos hemos dado, cada mano estrechada un trozo del nuevo territorio de la Igualdad, cada mirada al futuro un recuerdo a todas las mujeres asesinadas… Miles de personas hemos sido cada una, las que estaban sobre el asfalto y las que desde cada rincón llegaban con su compromiso. Toda España ha salido a la calle en ese aire de otoño para buscar la primavera de la Igualdad… es cierto que aún quedan los coletazos más fríos de invierno gélido del machismo, pero el cambio en el clima de los valores ya se ha producido, y cada día deshace un poco más los témpanos de hielo que habían colocado como paraíso.

Ahora no es el momento de la espera, sino de la acción… Una acción a todos los niveles, político, institucional y social para así erradicar el machismo y su violencia, a los machistas y sus crímenes.

La violencia de género siempre ha sido una cuestión de Estado, otra cosa ha sido el Estado en cuestión… Ya no vale la neutralidad ni la justificación sobre lo que se ha hecho, el machismo mueve ficha cada día… Ahora le toca al Estado, y la respuesta no puede ser el silencio ni los minutos de espera.

7N: Nos marchamos del machismo

7NNo se puede ir a un destino sin abandonar el lugar de partida, salvo que el destino deseado sea, precisamente, permanecer en el mismo punto donde se inicia el recorrido.

Por eso a pesar de los siglos, el machismo no se ha movido de lugar.

La propia evolución de la cultura machista en forma de progreso, pero ocultando el inmovilismo ideológico, ha sido otra de las trampas que los hombres han utilizado para modificar los escenarios sin variar la obra representada. Una obra en la que el hombre es el protagonista y la mujer, cuando aparece, la actriz secundaria.

Si a nivel individual los hombres han cambiado para seguir igual, en el contexto social la evolución y los cambios han mantenido una trayectoria en espiral alrededor del núcleo de ideas, valores y creencias machistas que han permitido seguir influyendo sobre las nuevas realidades que el proceso de cambio traía. Cuando se analizan estos cambios se comprueba que son consecuencia de un largo recorrido lineal, pero su trayectoria ha sido en esa espiral que los mantiene cerca del punto de partida donde nacen los valores e ideas del machismo. De ese modo, además de impregnar el recorrido que ha de afrontarse, la proximidad del núcleo ideológico respecto a los nuevos logros es tan reducida, que permite seguir influyendo y condicionando su realidad, tal y como ha hecho a lo largo de la historia.

El machismo está en marcha, lo está desde hace miles de años y ha conquistado los espacios públicos y privados de la sociedad, porque no sólo ha caminado con sus pasos, sino que también ha avanzado con sus ideas y valores para que todo marche a su ritmo.

El 7N nos marchamos del machismo. La marcha contra las violencias machistas es la representación de todos los pasos que hemos dado hacia la Igualdad, y el refuerzo de la voluntad de alcanzarla ya, no como una decisión política, sino como una aspiración social. Por esa razón el mensaje es doble, como doble es el sentido de la palabra “marcha”: Por un lado marchamos hacia la Igualdad y la erradicación de todas las formas de violencia de género, y por otro lado, nos marchamos del machismo.

El 7N es mucho más que una fecha en el calendario. Es una meta y es un punto de partida. La meta que aglutina todos los pasos que se han dado a lo largo de la historia, unos pasos protagonizados por las mujeres, no lo olvidemos nunca, porque entre esos pasos hay muchas mujeres que han sido asesinadas por el simple hecho de caminar para alejarse de la violencia que sufrían y de la injusticia que vivían. Y es un punto de partida, porque el 7N nace una nueva actitud frente al machismo, no sólo contra sus violencia que terminan en las agresiones graves y en los homicidios.

En definitiva, la Marcha del 7N es la visualización de que frente al machismo explícito, al posmachismo disfrazado que le pone palabras, y a la falsa neutralidad como argumento, somos muchas más las personas que todos los días trabajamos por la Igualdad y contra las violencias machistas, y que un día, el 7N, marchamos juntas para continuar después desde cada rincón el camino hacia la Igualdad.

La distancia entre la desigualdad y la Igualdad no se mide en kilómetros, tampoco en días… Se mide en voluntades, y las voluntades en personas. Somos más quienes hemos decidido convivir sin la violencia género, por eso tenemos que demostrarlo, para que los machistas no se apropien de lo común… Y el movimiento se demuestra “marchando”.