Información y alienación

Informar sobre violencia de género es algo más que abordar casos en los que una mujer haya sufrido esta violencia, aunque la mujer sea una referencia para la inmensa mayoría de las mujeres que viven esta violencia tras las paredes del silencio y el anonimato.

Abordar los casos que por sus características o sus protagonistas tienen un impacto social importante, sin duda ayuda a conocer una violencia definida por lo contrario, es decir, por la invisibilidad, la justificación, la contextualización, los estereotipos… Todo lo que sea ayudar a romper con esa construcción social machista que define la violencia contra las mujeres como normal, y la plantea como un instrumento adecuado para que los hombres resuelvan los “problemas” con el objeto de restaurar el orden alterado por las mujeres, es bienvenido. Pero debemos evitar que una información confusa se vuelva en contra del objetivo, y que en lugar de concienciar sobre la violencia de género sirva para consolidar algunos de los mitos que la acompañan. 

Es lo que hemos comentado sobre la docu-serie de Rocío Carrasco y la libertad que tiene para hablar de su historia, con todas las consecuencias y efectos que conlleva.

Pero al mismo tiempo también hemos alertado de algunos elementos que deben de ser cuidados si el objetivo es la información.

Entre estos elementos destacan cuatro: 

  1. Por un lado, está el efecto plató contemplado en el propio diseño del programa, y los comentarios y derivas que surgen en ese escenario.
  2. Por otro, está la posible instrumentalización del testimonio con objetivos diferentes al análisis y conocimiento de la violencia de género. 
  3. En tercer lugar nos encontramos con la posibilidad de reducir gran parte de la violencia de género que existe en la sociedad al caso individual, es decir, a las circunstancias de quien relata la historia apartándola del resto de casos que se producen en contextos diferentes. 
  4. Finalmente, está la propia respuesta generada por el tipo de formato, una respuesta que surge fundamentalmente de lo emocional, no desde lo cognitivo, lo cual produce un impacto amplio e intenso, pero de corta duración. 

Además de estas cuatro grandes referencias que han de ser tenidas en cuenta, debemos unir otro factor importante, esencial, como es evitar que las cuestiones abordadas en el relato y la información actúen contra la violencia de género y sus víctimas. Si se hace así, en lugar de informar sobre violencia de género se estará hablando de un caso puntual en el que está presente esta violencia, pero distorsionando y confundiendo sobre su realidad, al tiempo que se potencia parte del mensaje que el machismo utiliza para desvirtuarla y negarla. 

Y es lo que está pasando con la referencia específica al “síndrome de alienación parental” (SAP) en la hija de Rocío Carrasco, Rocío Flores, producido por el padre. Un hecho que la propia madre relata de forma más o menos directa o indirecta, pero que después se encargan de repetir y confirmar de manera explícita en diferentes platós de la cadena, incluso por personas que son presentadas como expertas en violencia de género.

El SAP no existe. Ni existía antes del programa de Rocío Carrasco ni existe ahora tras la emisión de los capítulos programados hasta la fecha. 

Y no existe con independencia de que se diga que lo produce una madre sobre sus hijos e hijas, o que lo hace un padre.

No podemos caer en la trampa del machismo que lleva desde 1985 intentando que se reconozca el SAP cómo una entidad clínica diagnóstica, y que ha estado trabajando sin pausa para que se incorporará a la última clasificación de enfermedades de la OMS, la CIE 11, sin que finalmente lo haya conseguido .

Prácticamente, el 80% de las mujeres salen de la violencia de género por la separación, y tras ella los hijos e hijas que han vivido la violencia y el drama que conlleva, cuando ponen distancia al padre maltratador muestran rechazo hacia él, motivo por el que no quieren verlo ni compartir el tiempo con él. Esta es la causa más frecuente del rechazo hacia un padre, pero el modelo de sociedad y la respuesta institucional, en lugar de estudiar qué hay detrás de esa conducta, hace una especie de cortocircuito y concluye que se debe a que la madre “aliena” a los hijos e hijas para que odien al padre. Todo ello refleja una reactualización del mito de la mujer perversa, sin detenerse a considerar que, además, es imposible conseguir ese resultado en el tiempo y en las circunstancias que caracterizan las relaciones paterno-filiales tras la separación. 

La violencia no es la única causa de rechazo parental, y cuando esta se produce suelen aparecer factores de diferente tipo, incluyendo la actitud de padres y madres contra el otro progenitor, las complicidades con el progenitor custodio, la permisividad o rigidez en las relaciones… Por eso, cuando se produce un rechazo no se puede concluir que se trata de una alienación y dejar de analizar a fondo las circunstancias que pueden causarlo, y menos aún hacerlo poniéndole nombre de una entidad clínica que no existe, como es el SAP. 

Que haya científicos y profesionales que defiendan la existencia del SAP no significa que la comunidad científica lo admita ni que pueda ser utilizado; también hay científicos que, por ejemplo, defienden que la homosexualidad es una enfermedad y no por ello se considera como tal.

Si se dice que la docu-serie de Rocío Carrasco es una referencia en la que muchas mujeres se ven reflejadas, y que gracias a ella están tomando conciencia de la violencia de género que sufren, lo que no se puede es ir en contra de las víctimas y de la propia violencia de género dando carta de naturaleza a uno de los argumentos que más utilizan los maltratadores para amenazar a las mujeres y continuar dañándolas tras la separación, como es la aceptación del SAP.

Al final el caso de Rocío Carrasco quedará atrás, como quedó en gran medida el de Ana Orantes, el de Svetlana Orlova, el de Marta del Castillo, el de Diana Quer o el de Laura Luelmo, pero el SAP y el mito de manipulación de las mujeres, que siempre han estado presentes como parte de la cultura androcéntrica, permanecerán, y lo harán con más intensidad si ahora se le da carta de naturaleza.

Al abordar la violencia contra las mujeres se debe cuidar mucho el contenido y los argumentos, y evitar que la información se convierta en alienación sobre la propia violencia de género.

Efectos secundarios

El porcentaje de personas que rechaza la vacunación con AstraZeneca ha aumentado más de un 100%, y en estos momentos el 52% de la población revela su desconfianza hacia la vacuna, según el estudio internacional realizado por la consultora YouGov. El reflejo de esta situación ha hecho que las cancelaciones en Madrid hayan pasado del 2-3% al 60-70%, según su Viceconsejero, Antonio Zapatero.

Y no es casualidad. Muchas de las cosas que vemos ahora son “efectos secundarios” de comportamientos anteriores, y eso es lo que buscan las posiciones de poder con el negacionismo, no tanto el rechazo inmediato de unos hechos concretos, sino crear una predisposición para rechazar las circunstancias de la realidad que dan lugar a esos hechos que ellos niegan. De esa manera consiguen su objetivo y se salen con la suya, puesto que el resultado final es que gracias a sus planteamientos la sociedad rechaza las alternativas que ellos critican a partir de hechos puntuales, y todo se mantiene bajo las referencias que defienden con sus negaciones. 

El ejemplo cercano lo tenemos en la pandemia y las vacunas. Un grupo niega la realidad de la pandemia y la necesidad y eficacia de las vacunas, y produce un efecto inmediato y directo al conseguir que un número de personas acepten esa idea y se unan a su negacionismo, el cual no se limita al hecho puntual planteado, sino que se amplía a la defensa de su modelo de sociedad, ideas, valores, creencias y demás elementos que lo configuran. Pero al mismo tiempo, aunque una parte de la sociedad cuestiona dichos planteamientos negacionistas y sus mensajes, y parece que con la crítica se resuelve el problema generado, lo que consiguen con su estrategia es inocular la duda y preparar a una parte de la sociedad, para aprovechar cualquier circunstancia sobrevenida con el objeto de potenciar el mensaje negacionista a partir de la nueva situación, y de ese modo defender sus posiciones ideológicas. 

Ocurrió cuando al poco de comenzar la vacunación en Reino Unido apareció la variante británica del Covid-19, y desde esas posiciones negacionistas dijeron que la mutación había sido consecuencia de la vacuna. Y ahora vuelve a suceder con mayor intensidad aún, dadas las características del problema que se ha planteado, al cuestionar las vacunas de AstraZeneca y Janssen por el riesgo de trombosis, y de paso aprovechar para criticar toda la estrategia de vacunación al presentarla cómo una amenaza y algo innecesario.

Cualquier argumento científico que se dé para contextualizar los efectos secundarios de las vacunas, su incidencia, los factores que pueden influir en su aparición… en lugar de ser tomados como referencias para entender todo lo que pasa alrededor del proceso, son utilizados como demostración de que todo forma parte de una trama organizada con diferentes intereses, y que hay connivencia entre los sectores gubernamentales, científicos, empresariales y de cualquier tipo para controlar a la población y obtener beneficios de dicho control. 

Todo ello revela varios efectos comunes a la estrategia negacionista y sus “efectos secundarios”, entre ellos los siguientes:

  1. Son planteamientos que parten de una posición social asumida y vinculada a otros elementos asentados en la sociedad alrededor de determinadas ideas, creencias, valores, grupos …. porque al final se trata de defender esa posición común, por eso Michael Specter habla de “negacionismo grupal”. No se trata de casos aislados, sino de estrategias que necesitan de la participación de grupos numerosos de personas. 
  2. Como primer efecto, la estrategia negacionista busca evitar enfrentarse a una verdad incómoda que les obligaría a tener que posicionarse de manera diferente ante unas determinadas circunstancias de la realidad. Pero eso es solo cómo primer objetivo. 
  3. La negación es una reacción a una situación que se presenta como novedad y cuestiona algunos de los elementos del orden existente hasta ese momento. Esta “llegada” se percibe como un ataque contra los elementos establecidos basados en sus ideas, y aquellas personas que los proponen son identificadas como responsables del ataque, de ahí que sus críticas se dirijan tanto hacia las nuevas propuestas cómo contra las personas que las promueven. 
  4. La consecuencia final de esta estrategia es el “afirmacionismo”, es decir, la afirmación y reafirmación de los elementos que se ven debilitados con el planteamiento novedoso que hace necesaria la negación. Así, por ejemplo, cuando se niega la realidad de la pandemia y la necesidad y eficacia de las vacunas, lo que se hace es defender el orden existente, los valores androcéntricos que lo definen, y se destaca la existencia de toda una estrategia que busca imponer un nuevo orden a través de la manipulación de la sociedad mundial por medio de la pandemia. 

Esta situación no es muy diferente a la que se observa hoy en la política conservadora, basada en propuestas que giran alrededor de la defensa de un modelo de vida factible para una parte de la población, y en la presentación de cualquier alternativa como un ataque y amenaza. Lo vemos ahora en la campaña de Madrid cuando se llega a contraponer las propuestas de la izquierda con la libertad, cuando se desprecia hay quienes están en las “colas del hambre”, o cuando se le da más valor al ocio que a la vida. 

Por eso no debemos minimizar las consecuencias de los planteamientos racistas de la ultraderecha, porque con sus críticas hacia los MENA ya han preparado a la sociedad para que el día que surja un problema con alguno de ellos, la reacción social contra los inmigrantes sea de gran intensidad. A la ultraderecha no le importa tanto que ahora haya más o menos gente que comparta el mensaje de su cartel, lo que le interesa, y en gran parte ya han conseguido, es el “efecto secundario” del rechazo futuro.

Juegan con la defensa de su modelo, el cual solo puede ser disfrutado por una parte de la sociedad, pero al mismo tiempo se aprovecha del anhelo de la otra parte y las trampas de un modelo que presenta el éxito y el reconocimiento sobre los elementos simbólicos que tienen quienes se encuentran en las posiciones de poder. Por eso crean la ilusión de que si hacen suyas algunas de las cosas o adquieren elementos materiales como los que disfruta la gente de más status, su posición social asciende por encima de quienes no adquieren esos elementos simbólicos de reconocimiento. Y luego, cuando les interesa a las posiciones de poder, llaman a todo eso “vivir por encima de sus posibilidades”.

Son algunas de las consecuencias del poder, que aquellos a quienes oprime quieren ser como los opresores, mientras que estos nunca quieren ser como los oprimidos, por eso cada cierto tiempo aumentan los mecanismos de control sobre ellos para que sea más difícil que progresen y disfruten de bienestar.

Son los “efectos secundarios” del poder injusto levantado sobre la desigualdad.

Cadenas

Son muchas las cadenas que atrapan a las mujeres que sufren violencia de género. Sin lugar a dudas, la más gruesa y rígida es la de la normalidad y todos sus candados, como el del silencio, el de la invisibilidad, el del anonimato… También está la cadena de la credibilidad, la de los mitos y estereotipos y, por supuesto, la cadena de la propia violencia y sus eslabones afilados que aprietan y cortan al mismo tiempo. 

La solución pasa por liberar a las mujeres de las cadenas, no en soltar algunas de ellas para poner otras alrededor de sus cuerpos y de sus vidas. 

La “docu-serie” sobre Rocío Carrasco está causando de momento un efecto distorsionador, por un lado, genera una mayor respuesta social frente a la violencia de género, como se ve en el aumento de llamadas al 016, y por otro, tal y como revelan las encuestas de la audiencia, refuerza el posicionamiento social androcéntrico que lleva a creer más a su ex-marido que a ella. 

Toda esta situación es consecuencia del propio planteamiento del programa, el cual no se centra en el análisis de la violencia que sufren las mujeres, sino en la respuesta que la protagonista da a todo lo que se conoce de su vida, matrimonio, separación, relación con su hija e hijo… y demás elementos sobre los que la “prensa del corazón” ha puesto el foco durante estos años atrás, y sobre los que ella ha guardado silencio hasta ahora.

Nadie esperaba el relato sobre su experiencia como víctima de violencia de género, al menos como elemento esencial de la historia, ni siquiera la propia cadena responsable del programa.

La violencia de género ha aparecido como un hallazgo inesperado para la mayoría de la audiencia, situación que ha agitado la conciencia social sobre esta violencia a través de una serie de elementos:

  • Como decíamos, se ha producido una cierta sorpresa por el hecho de que la violencia esté en la base de los acontecimientos que puntualmente se han ido conociendo de su vida a lo largo del tiempo. 
  • Esta situación ha hecho que se produzca un choque con los estereotipos que presentan la violencia de género como consecuencia de circunstancias que afectan a mujeres en un contexto social y cultural muy diferente al de Rocío Carrasco. 
  • El interés de la cadena no ha sido la violencia de género, sino la respuesta de Rocío Carrasco sobre todos los acontecimientos que se han ido conociendo durante estos años. Su historia podría haber sido completamente diferente y sin violencia de género, y el programa también se habría emitido levantado una gran expectación. De hecho, ahora salen testimonios de colaboradores y colaboradoras que reconocen haber conocido episodios de violencia en la relación de Rocío Carrasco, y no haber hecho ni haber comentado nada durante estos años.
  • La audiencia del programa no se debe al compromiso social con la violencia de género. Es más, la concienciación a partir de casos particulares es relativa, produce una gran respuesta inicial en lo cuantitativo, con una intensidad marcada, pero reducida fundamentalmente al plano emocional, no tanto al cognitivo, circunstancia que lleva a que su prolongación en el tiempo sea breve. Es lo que sucedió, por ejemplo, con el caso de Svetlana Orlova, asesinada en 2007 tras participar en el programa “El diario de Patricia”, o con el de Ana Orantes, asesinada en diciembre de 1997 en unas circunstancias que generaron un gran impacto social, pero que tuvo una duración limitada. De hecho, en 2002 el PP rechazó una Proposición de “Ley integral contra la violencia de género”, y se tuvo qué esperar hasta diciembre de 2004, siete años después de su asesinato, para qué definitivamente fuera aprobada la ley con el nuevo Gobierno socialista.  
  • El hecho de que no se conozca lo suficiente la violencia psicológica contra las mujeres no se debe al silencio mantenido por Rocío Carrasco hasta ahora, sino a la falta de atención de las administraciones, instituciones y medios de comunicación. 

Si el posicionamiento contra la violencia de género depende del programa de Rocío Carrasco o de programas donde “mujeres famosas” cuenten su historia, no se conseguirá una conciencia crítica suficiente, pues al final la propia experiencia de estas mujeres quedará aislada de la situación social que define la realidad de una violencia que sufren cientos de miles de mujeres, y reforzará el mensaje construido por el machismo, de que la violencia de género es consecuencia de circunstancias particulares y de elementos individuales que giran alrededor del agresor, la víctima o el contexto.

Confundir el nivel de audiencia del programa con el nivel de concienciación social es un error, ya hemos comentado cómo tras el caso de Ana Orantes, es decir, tras el caso de su asesino, José Parejo, tuvieron que pasar 7 años para que el Parlamento aprobara la Ley Integral. Y hoy, 23 años después y con una media de 60 mujeres asesinadas cada año, el porcentaje de población que considera la violencia de género entre los problemas graves es el 0’2% (Barómetro del CIS, febrero 2021).

Para concienciar sobre la violencia que sufren las mujeres como consecuencia del machismo, los testimonios de las mujeres que la sufren son importantes, pero debemos hacer algo más, entre otras cosas ser conscientes de que el silencio también forma parte del relato de las historias de la violencia de género. Ni son hechos aislados, ni la información puede darse de forma puntual e inconexa a partir de casos particulares, como ocurre ahora alrededor de los homicidios o de las experiencias personales de “mujeres famosas”.