
La manipulación de la realidad que hace la derecha cada vez es más descarada, porque cada vez abusa más de los instrumentos de poder formal e informal que les da una cultura androcéntrica que hace de las referencias conservadoras normalidad.
Su argumentación es muy sencilla, sólo tienen que decir, según interese, que unas iniciativas se llevan a cabo en nombre del pasado y otras en nombre del futuro. Lo hemos visto ahora en Andalucía con la supresión del impuesto de patrimonio, y la escenificación vergonzante que ha hecho el presidente Moreno Bonilla de su firma. En este caso se ha echado mano de la idea de futuro para decir que gracias a esta decisión Andalucía obtendrá más dinero, y que los servicios públicos y la gente que hoy sufre carencias en sus necesidades básicas se verán recompensadas. Hace unos meses lo vimos en el nombramiento de su gobierno y en la referencia que hizo al mayor número de mujeres dentro de él. En esta ocasión echó mano del argumento del pasado.
Lo primero que hizo fue presumir de que en su gobierno había más mujeres que hombres, y después lo justificó diciendo que antes las mujeres eran incapaces en comparación con los hombres, pero que ahora ya habían adquirido capacidad y competencia para competir con ellos. Un proceso que se debe haber acelerado en estos últimos años, porque cuando formó gobierno hace cuatro no encontró suficientes mujeres capacitadas. El colofón a su “feminismo conservador” lo vimos al comprobar que, además de contar con más mujeres que hombres “gracias a la capacidad adquirida últimamente”, la Consejería de Igualdad quedaba suprimida y sus competencias escondidas y confundidas con las de “inclusión social, juventud y familias”, con la igualdad al final de todas para que no hubiera dudas sobre el sentido del cambio.
Lo que ha hecho el presidente Moreno Bonillla es utilizar a las mujeres como “floreros” con argumentos dirigidos a justificar una estrategia construida sobre elementos que no se ajustan a la realidad. Por eso hace cuatro años no nombró un gobierno con más mujeres, y por la misma razón dice hacerlo ahora sin cuota y sin que lo diga ninguna ley, como si todas las mujeres que han estado en política hasta hoy hubieran sido unas incapaces que consiguieron sus puestos por cuotas.
En definitiva, un ejemplo más de cómo el machismo permanece y utiliza a “mujeres florero” cada vez que las circunstancias lo requieren. La diferencia entre una decisión feminista y una machista es que la primera no duda de la capacidad de las mujeres, mientras que la segunda sí, por eso tiene que justificarse.
La situación comentada genera dos cuestiones interesantes, una sobre los hombres y la otra sobre los partidos de izquierdas.
- Sobre los hombres:
No sé cómo interpretan los hombres que comparten los argumentos de Moreno Bonilla su situación. Me refiero a que, si ahora las mujeres son más en el gobierno porque tras competir con los hombres se han impuesto debido a su capacidad, de alguna manera significa que ellos han perdido capacidad en términos prácticos. O lo que es lo mismo, que según el presidente, hoy los hombres son menos capaces que las mujeres y por ello están en la situación que ellas estaban años atrás.
- Sobre los partidos de izquierdas:
El objetivo de las políticas de izquierdas debe ser la transformación social para erradicar el machismo que define la realidad social desde su inspiración cultural androcéntrica. La realidad no se cambia con gestos, es cierto que los gestos ayudan a tomar conciencia de la realidad y a cambiar, pero sin políticas y continuidad no habrá transformación social.
Cuando las propuestas se quedan en la superficie, sin una estrategia de fondo que las integre y de coherencia a los cambios, cualquiera puede reproducirlas con un sentido diferente o suprimirlas tiempo después sin que se produzca una quiebra social, como hemos visto en la decisión del Tribunal Supremo de EE.UU. con el aborto.
La derecha es adaptativa y camaleónica porque sólo tiene que conseguir que todo siga igual, por eso se apunta a cualquier gesto, como formar gobierno con más mujeres que hombres justo un mes después de pactar el gobierno en Castilla y León con la ultraderecha que ataca las políticas de igualdad. Y no pasa nada entre sus votantes porque su coherencia es hacer lo que haga falta para seguir en sus posiciones de poder y bajo su modelo cultural.
Por eso necesitamos algo más que gestos y evitar el denominado “tokenismo”, como cuando se visualizan a personas de diferentes grupos para reivindicar la pluralidad y la diversidad sin adoptar ninguna otra medida, lo cual las convierte en “floreros” sin que el elemento esencial que lleva a la falta de visibilidad se modifique, al contrario, se deja aún más de lado porque ya son visibilizadas. Es lo que ocurre ahora con los anuncios de productos de belleza y moda en los que aparecen mujeres de diferentes grupos étnicos y tallas, pero todas ellas cosificadas.
Cuando las mujeres se consideran “flor” cualquier circunstancia se puede convertir en florero, porque la clave no es dónde están ellas dentro del modelo androcéntrico, sino que el modelo esté en todo momento. Y lo mismo ocurre con los impuestos, porque cuando las decisiones refuerzan la idea de que hay que tener consideración con los ricos y los señoritos porque son ellos los que dan trabajo, todo lo que la confirme se ve bien y resulta creíble, aunque estén viviendo con penuria y los servicios públicos se vean deteriorados.
Somos un país de “Santos inocentes” y parece que algunos creen que todo vale. Y por ello los partidos conservadores, que basan toda su esencia en el modelo de sociedad androcéntrico, se resisten a cambiar y no dudan en utilizar a las mujeres y al resto de la sociedad para lograr sus objetivos, porque saben que cuentan con la sintonía de quienes aun sufriendo las consecuencias de sus decisiones piensan que es “lo normal”.