Mono, tonto y racismo

El racismo no lo da el insulto empleado, sino el ataque contra la persona de otro color o grupo étnico; lo mismo que el machismo no viene definido por las palabras utilizadas en un momento dado, sino por la violencia contra las mujeres que las acompañan.

Lo ocurrido en Mestalla el pasado domingo (21-5-23) en el partido Valencia-Real Madrid es muy expresivo de cómo actúa la violencia estructural en sus diferentes expresiones. Y no es un problema de Mestalla ni de Valencia, es un problema de toda la sociedad, puesto que esa violencia que forma parte de la estructura social viene definida por la construcción cultural androcéntrica. Lo de Valencia es sólo el ejemplo más cercano y gráfico por las circunstancias del partido.

A Vinicius le llamaron “tonto” después de haberle llamado “mono”, y se le llamó “mono” por ser negro. Por lo tanto, recurriendo a la propiedad transitiva de las “matemáticas sociales”, se le llamó “tonto” por ser “negro”. Ocurrió dentro del estadio, pero sobre todo se vio en sus aledaños a la llegada del autobús del Real Madrid, cuando un grupo numeroso de aficionados le gritaron, antes del comienzo del partido, “Vinicius eres un mono”, probablemente creyendo que al estar en la vía pública tenían más libertad para expresarse tal y como sentían, y sin miedo a que pudiera haber alguna sanción sobre el Valencia. 

Los insultos continuaron dentro del estadio, aunque una gran parte de quienes los profirieron cambiaron la palabra “mono” por “tonto” para hacer creer que no tenían nada que ver con el racismo. Y si ya sorprende que los aficionados se comportaran de ese modo, llama mucho más la atención que durante la rueda de prensa de Carlo Ancelotti un periodista local recriminara al entrenador del Real Madrid que no se trataba de racismo porque lo que se había oído en el estadio era “tonto”, no “mono”, como si fuera la palabra empleada para insultar la que definiera el racismo, y no el contexto violento en que se utiliza.

Todo lo ocurrido demuestra que no fue un error ni una reacción a lo sucedido en el campo, y que en ese comportamiento existía clara conciencia de lo que se hacía, tanto que las expresiones racistas para insultar a Vinicius trataron de ocultarse entre diferentes justificaciones. Una de ellas recurrir a la palabra “tonto”, bisílaba con dos oes para que se confundiera con “mono”, y la otra hacer creer que todo se debió al calor del choque deportivo, incluso responsabilizando al propio Vinicius por lo sucedido.

Nada nuevo. El machismo es cultura y como tal juega con la normalidad para que todas las personas que no se ajusten a las referencias de su modelo puedan sufrir violencia como forma de mantener su orden y control. Y en nuestro entorno esas referencias son ser hombre, blanco, heterosexual, nacional… por lo que quienes no cumplan con ellas pueden ser víctimas de la discriminación y la violencia, de manera que las mujeres, las personas con otro color de piel, homosexuales o con diferente orientación sexual, las extranjeras… en algún momento sufrirán las consecuencias violentas de esta forma de entender las relaciones sociales.

Y para ello el sistema cuenta con dos instrumentos esenciales. El primero es la capacidad de determinar la realidad para que todo suceda como está previsto que ocurra dentro de la “normalidad”, también con las manifestaciones de sus discriminaciones y violencias, entre ellas el racismo, la violencia de género, la xenofobia, la homofobia… Y el segundo es la capacidad de dar significado a los hechos para que puedan ser justificados o explicados como consecuencia de determinadas circunstancias, o para que cambie su sentido según la palabra empleada, como hemos visto con la táctica utilizada al decir que no han dicho “mono”, sino “tonto”. De ese modo se evita que se levante una crítica sobre la esencia de lo ocurrido y todo quede como una anécdota, evitando que la sociedad tome conciencia sobre su verdadero significado y se posicione en contra.

Es lo que hemos visto con la violencia racista ejercida sobre Vinicius, primero se emplea con el objeto de causar un daño, y luego se trata de negar con el cambio de significado centrado en la utilización de una palabra “neutral” sin aparente carga racista (“tonto”).

Pero el machismo y sus violencias contra las personas consideradas “diferentes e inferiores” ya no engaña a nadie, quizás sólo se engañe a sí mismo al creer que ese tipo de estrategias pueden pasar desapercibidas. Ya no lo hacen, una gran parte de la sociedad es consciente de todo lo que hay detrás del machismo y su racismo, pero no basta con saberlo, también es necesario romper con la normalidad tomando medidas contra quienes la utilizan para usar su violencia y mantener sus privilegios. De lo contrario, la violencia continuará bajo la justificación de siempre y la impunidad de cada nueva vez.