Gallardón y el largo y frío verano

GALLARDON-LARGO Y FRIO VERANOUna golondrina no hace verano, pero un proyecto de ley sí; al menos eso es lo que debe pensar el Ministro Ruiz Gallardón mientras deshoja las margaritas de su pensil: “Reforma del aborto sí, reforma del aborto no”; “dimisión no, dimisión sí”…

El Ministro de Justicia, allá cuando el estío se desvestía de julio, dijo que el proyecto de ley sobre la reforma del aborto se aprobaría antes de que acabara el verano, es cierto que mostró sus dudas sobre cuándo era ese momento, pero no vaciló en situarlo en la referencia estacional, nada de metáforas ni licencias poéticas para referirse al trayecto de su proyecto como una travesía en el desierto.

Ahora parece que el verano acaba en marzo, al menos ese es el tiempo que tiene, según algunas informaciones, para que se apruebe el proyecto de ley y poder tramitarlo antes de que finalice la legislatura. Por eso le queda por vivir un “largo y frío verano”, tal y como ha quedado en evidencia cuando tras sus palabras en la sesión de control del 17-9-14, su grupo apenas le ha dado el calor de los aplausos.

El Ministro continúa perdido entre lo divino y lo humano, y utiliza la moral que le dicta la fe para imponer a las mujeres una ley que les obliga a ser madres en caso de embarazos no deseados. ¿Qué dios o qué moral puede obligar a ello?…  Sólo quien ve a las mujeres como un instrumento para la maternidad las puede forzar en contra de su voluntad. Ni siquiera el nasciturus, como ha reconocido el Tribunal Constitucional, puede imponer su protección por encima de la madre.

Quizás por ello el Ministro juega con uno de los mitos tradicionales sobre las mujeres, ese que afirma que “las mujeres en realidad quieren decir sí cuando dicen no”; y que, por tanto, el problema se resuelve a base de insistencia… Sólo hay que insistir por encima de su voluntad, pues según esa idea, al final se darán cuenta de “lo equivocadas que estaban y de lo feliz que pueden ser en las nuevas circunstancias”.

Parece que para el Sr. Gallardón proteger a las mujeres es decidir por ellas, a lo mejor comparte lo de la “superioridad intelectual” que manifestaba su excompañero de Gobierno Arias Cañete, y con su ley busque una norma que permita ejercer ese paternalismo sin problemas. Pero actuar de ese modo, como le han dicho en el Congreso, es “legislar en contra de las mujeres”, pues significa hacerlo en contra de su libertad y de su dignidad. Y también es legislar en contra de los hombres que creemos en los Derechos Humanos, y que queremos la Igualdad como una de las referencias sobre las que articular la convivencia.

Por eso  sorprende que nadie, ni su ministerio ni ningún otro, haya planteado la solución al aborto por medio de la prevención de los embarazos no deseados a través de la educación sexual, ni quieran, tampoco, oír hablar de afectividad y sexualidad ni de nada parecido. Para ellos todo queda reducido a “pecado o delito”.

Lo que quizás no sepa el Ministro Gallardón es que el último informe global de la OMS sobre el aborto, realizado junto al Guttmacher Institute de Nueva York, concluye que el número de abortos en todo el planeta se ha reducido desde 1995 un 8’7%, y que esa disminución ha sido del 44’1% en Europa. Entre los factores que han facilitado ese descenso está el desarrollo de leyes permisivas con el aborto, puesto que lo que hacen estas normas es abordar el problema de los embarazos no deseados desde una perspectiva integral, no sólo mirando al resultado y quedarse en el “aborto sí, aborto no”.

Esa es la razón de que el informe también recoja que las legislaciones restrictivas con el aborto no se acompañan de una disminución del número de abortos, lo único que se modifica  es el lugar y las condiciones donde las mujeres abortan, y las consecuencias de esta inseguridad  sobre la salud de las mujeres. La situación llega a ser tan grave que el 4% de las muertes maternas se producen como consecuencia de abortos (inducidos y espontáneos),  lo cual significa que 70.000 mujeres mueren cada año en el mundo por abortos; una mujer cada 8 minutos.

No se puede defender la vida “en abstracto” sin que importe la vida de las mujeres, ni se puede pensar que los abortos disminuirán porque muchos de ellos se hagan clandestinamente o en clínicas de otros países, como ocurría en nuestro país al legislar sobre los supuestos que el Gobierno quiere devolver. Esconder los abortos bajo las alfombras de las estadísticas oficiales no resuelve el problema, además de ser inmoral.

Si el Ministro Gallardón y el Gobierno defienden la vida, respetan la libertad de las mujeres y quieren acabar con los abortos, como afirman, lo que tienen que hacer es mantener la actual Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo que impulsó la Ministra Bibiana Aído desde el Ministerio de Igualdad, y que hoy tanto apoyo “popular” tiene; y, además, lo que también deben hacer es dotarla de más recursos en toda su amplia parte preventiva.

El primer año de dicha norma, sin apenas  medios para poder desarrollarla adecuadamente, ha supuesto una disminución del 5% de abortos… Eso es defender la vida y respetar a las mujeres, y con ello defender la convivencia bajo la libertad y buscar una sociedad mejor para hombres y mujeres.

 

El universo contractivo de la Justicia

UNIVERSO JUSTICIA
El pasado martes (11-2-14) vivimos en nuestro Parlamento un ejemplo de lo que podríamos considerar el “universo de la justicia”, un universo que al igual que el espacio sideral está en movimiento, si bien en sentido contrario. Y mientras nuestras galaxias se expanden, el universo de la Justicia se contrae y empequeñece.

Por un lado asistimos a la limitación de la “Justicia Universal”, o lo que es lo mismo, a la imposición de criterios particulares para impedir que la Justicia prevalezca, y por otro, a la imposición de un criterio personal sobre la conciencia de muchos diputados y diputadas que habían manifestado sus críticas, y hasta rechazo, a la reforma del aborto planteada por el Ministro Gallardón, refrendada después por Rajoy y su Gobierno, y respaldada ahora por todo el PP. 

En los dos casos se pone de manifiesto una instrumentalización de la Justicia para defender aquello que se considera importante, no para la sociedad, sino para una parte de ella que obtiene beneficios a través de estas imposiciones. En definitiva, lo que se ha hecho es, por un lado, dar libertad a los criminales, y por otro, limitar los derechos de las personas para ejercer su libertad en un marco de convivencia plural y diverso, e imponer unos límites a esa convivencia en nombre de una unas ideas, de una moral y de unas creencias que son muy respetables, pero que no pueden obligar a quien no las comparta.

Las consecuencias de estas decisiones no se reducen sólo al hecho en sí de la restricción, sino que con ellas se producen injusticias difícilmente aceptables y asumibles en una democracia y en un universo social que pretende girar alrededor de los Derechos Humanos. No hablamos de situaciones futuribles y abstractas, sino de realidades concretas que llevan a que sus consecuencias sean inmediatas. En el caso de la limitación de la Justicia Universal se facilita que los crímenes contra la humanidad no se investiguen y que, por tanto, sus autores utilicen la Justicia para defender su impunidad. Y la reforma del aborto conlleva que las mujeres queden reducidas a una especie de “electrodomésticos” obligándolas a ser madres en contra de su voluntad, como si una consecuencia tan trascendente pudiera imponerse sin contar con su decisión.

Quien entiende que el universo es un error porque gira alrededor del sol, no de su propio planeta moral e ideológico, como cree que debería ser, todo lo ve desde esa distancia que pone colores a los planetas (azul la Tierra, rojo Marte, rayado Júpiter, Venus blanco…) y que impide mirar a los ojos de quien convive a su lado. Lo único que pretende es inclinar todavía más el eje de rotación hacia su parte para sacar aún  más ventaja de su poder.

Pero cometen un pequeño error.  Olvidan que ha sido el ideal de justicia el que ha movido la expansión de lo humano dentro de la humanidad, el que ha hecho el planeta más habitable, el que ha borrado fronteras y derribado dictaduras… Un ideal al que no renunciará nunca nuestra especie ni nuestras sociedades, por más que especulen ahora con la moral ante el fracaso de sus ideas.

Si echan un vistazo a la historia se darán cuenta de que las sociedades han ido ganando progresivamente en libertad y en derechos, y ello significa que lo han hecho arrebatando espacio a quienes desde el poder actuaban en contra. No ha sido una evolución lineal ni constante, tampoco pacífica, en ella ha habido fases de expansión y otras de contracción, como si el corazón que nos inunda el cuerpo de emociones y sentimientos hubiera nutrido también nuestras acciones como pueblos, pero el tiempo le ha dado la razón a la libertad y la igualdad.

La sociedad cada vez es más consciente de su papel y más fuerte en sus ideales, aún así, quien se cree ungido para imponer sus criterios sobre los “impulsos de una masa descarriada” también sabe que el escenario es más complejo, y que necesita mecanismos e instrumentos de control cada vez más sofisticados  y directos, algo que ahora está consiguiendo con la ayuda de la economía. No por casualidad la crisis ha traído los vientos secos del pasado, y no por casualidad entre los argumentos dados para crear este nuevo universo contractivo de la justicia se ha recurrido a las razones económicas. En el caso de la justicia universal tras la imputación del expresidente chino Hu Jintao, por las consecuencias económicas sobre nuestro país dadas las relaciones comerciales con China y la deuda adquirida por su economía, y en la reforma del aborto porque, según afirman, el nacimiento de más niños y niñas será un revulsivo económico.

Cualquier argumento es deplorable para defender la injusticia, pero sin duda una de los mayores es el económico. Lo de cambiar euros por derechos raya, sencillamente, la miseria moral. Ahora que Stephen Hawking dice que no existen los agujeros negros en el espacio, no me extrañaría que se hubieran mudado al universo social.

 

La sociedad incapaz y la redención

SOCIEDAD-REDENCIONLas posiciones conservadoras siempre han tenido un halo redentor… Es cierto que éste surge más de la compasión que del compromiso, pero es esta circunstancia la que las lleva a moverse entre la salvación y la redención.

La derecha se ha presentado como la salvadora de la deriva de un mundo empujado por la izquierda hacia el abismo que supone sacarlo de su órbita androcéntrica y teocéntrica (valga la redundancia)…  Dios creó al mundo e hizo al hombre a su imagen y semejanza, y el hombre, para no ser menos, se hizo dios y creó su mundo (el patriarcado) a imagen y semejanza propia.

En este diseño la mujer no cuenta mucho, salvo como ladrona de costillas en el Paraíso y usurpadora de funciones y espacios en la Tierra, o lo que es lo mismo, pecadora de principio a fin… De ahí la necesaria redención masculina.

La concepción androcéntrica de la sociedad se basa en la jerarquización de las personas, los contextos, las ideas, las creencias, las costumbres… Cada elemento tiene un valor diferente que va sumando en las personas que lo integran como parte de su identidad y comportamiento. Y para las posiciones androcéntricas sus ideas, valores, creencias… no sólo tienen un valor superior al resto, sino que dicho valor es tan elevado que debe ser impuesto al resto de la sociedad para evitar su deriva. Así es su generosidad.

De este modo siempre encuentran razones para la desigualdad y la discriminación, cuando no son las ideas son las creencias, cuando no son las creencias pues son los valores, y cuando no es nada de lo anterior se recurre al color de la piel, a la orientación sexual o el origen de la persona… Siempre hay algún motivo, y con frecuencia muchos, para defender su status y la consecuente inferioridad del resto.

Y en todo este entramado, las mujeres, que de entrada ya hemos dicho que cuentan poco, son situadas en una posición inferior a la de los hombres y dependientes de ellos de manera doble. Por un lado porque su función principal es aportar estabilidad al modelo, y en particular a los hombres con quienes comparten una relación, y por otro, porque deben ser controladas para que no hagan aquello que no deben, pues en el fondo el temor a las mujeres es doble: se les teme por lo que pueden dejar de hacer, y se les teme por lo que pueden llegar a hacer fuera de ese control.

Y claro, como no siempre la parte conservadora hace y deshace de manera directa, cuando la izquierda introduce medidas de progreso social sobre la responsabilidad, la igualdad y la libertad de las personas, llega la derecha con su manto redentor para salvar a la sociedad de su pecado levógiro.

La actitud de la derecha representa el gobierno de las élites, el poder en su esencia, la presión de lo que debe ser, el “¡que se jodan!” de Andrea Fabra. La derecha se siente ungida para gestionar el destino de un país y de una sociedad porque su modelo se basa en una en una explicación racional del sentido de la vida a partir de referencias divinas, donde no queda espacio para la casualidad ni la espontaneidad. Todo tiene un fin y una función. Cuenta con un principio que se inicia en el origen de la propia vida, sabe perfectamente el camino a seguir, y conoce el final ansiado que conduce al mundo de la salvación, justo donde todo comienza y  donde se cierra el círculo. Y para que esto ocurra de ese modo cada cual está encasillado en su papel y función, del que nadie debe salirse para que no haya sorpresas. De manera que el hombre ha de ser hombre, la mujer mujer, el obrero obrero, el inmigrante ha de ser inmigrante, el enfermo enfermo… y así todo el mundo. O lo que es lo mismo, cada persona no sólo es lo que su condición refleja, sino que además debe de comportarse como tal y hacer lo que está previsto que haga. No vale eso de hombres haciendo de mujeres, mujeres realizando lo de los hombres, inmigrantes como si fueran españoles… ni nada parecido.

Para ellos la sociedad es incapaz por esencia. Es mundana y en presente, busca lo inmediato y lo material, es envidiosa y celosa, y no pretende tanto compartir como quitar a quien tiene… idea que trasladan con frecuencia a la izquierda y a todo el significado de las políticas de igualdad. Y por eso cuestionan en privado la democracia sobre la idea de “una persona un voto”, y dicen que cómo va ser lo mismo el voto de un parado sin formación que el de un catedrático de universidad, por ejemplo. Y por ello recurren a menudo a cuestionar a las personas de izquierda que están en política intentando jugar con los mitos  y diciendo de ellas que no tienen títulos universitarios ni apenas formación, algo que usan más con las mujeres (recordemos los ataques a las Ministras de Rodríguez Zapatero), puesto que las ven doblemente intrusas, por ser de izquierdas y por ser mujeres.

Pero como todo esto no lo pueden presentar de manera explícita juegan al disimulo y al engaño, y sólo cuando las circunstancias lo permiten se muestran tal y como son. Es lo que ha ocurrido con la mayoría absoluta obtenida en las elecciones de 2011 y con las principales reformas que han abordado: la reforma laboral, la reforma educativa y la reforma del aborto.

Las tres reformas son instrumentos para reconstruir la estructura jerarquizada que se había difuminado en parte con el estado del bienestar, y que cada persona vuelva a ocupar la casilla asignada para desde ella desarrollar las funciones otorgadas. La idea es que los hombres sean hombres según el modelo tradicional, que las mujeres sean mujeres de manera complementaria, y que los trabajadores sean trabajadores a la antigua usanza: atemorizados y agradecidos. Y que no sólo sean de este modo por la vía de los hechos, sino que la educación lleve a entender que es la mejor forma de convivir, de ahí las prisas.

Esa organización social se basa en la familia como célula y en la mujer como núcleo de esa célula. Si la mujer no actúa como núcleo de la célula familiar el tejido social se necrosa.

Y la forma de retener a las mujeres dentro de la familia es reforzando su identidad sobre los roles de esposas, madres y amas de casa. Por eso limitan su libertad y la igualdad a la hora de afrontar las situaciones que les afectan de manera directa, y por ello han utilizado la reforma del aborto para reivindicar todos sus valores e ideas, entre ellas: la mujer es incapaz necesita autorización, la mujer es mala, hasta el punto de acabar con una vida por egoísmo, la víctima no sólo es el embrión, el hombre también es víctima de la mujer que no lo deja decidir sobre su paternidad…

Y si las mujeres son incapaces, malas y contrarias a los hombres, ¿qué es lo que necesitan? Fácil. Requieren hombres que las asesoren, controlen y le ayuden a decidir lo mejor para ellas, que es ser madres, esposas y amadísimas amas de casa…

¿Difícil…?, qué va… Gallardón lo ha conseguido de un plumazo. El Ministro ha tenido que venir con su reforma a redimirlas de su propia libertad.

El concebido y el aborto

UNIVERSO
No está muy claro qué es lo que pretende defender Gallardón
con su reforma de la Ley del Aborto. Se dice que es la vida del nasciturus, y con ella la vida en general, hasta el punto de que las organizaciones que lo apoyan han tomado esa idea y se auto-denominan “pro-vida”.

Pero si analizamos la situación y los planteamientos que hacen vemos que no es así.

– Si lo que se defiende es la vida depositada en el embrión a toda costa no se admitiría ningún supuesto para abortar nunca, ni violación, ni enfermedad física de la madre que pudiera ser tratada, aunque el riesgo fuera alto, ni menos aún una enfermedad psíquica, que difícilmente podría afectar a la vida de la madre, salvo que diera lugar a riesgo de suicidio, ideación suicida que sería la que exigiría un tratamiento según estas posturas, no un aborto.

– Tampoco parece que sea la vida en sí misma cuando en Irlanda una mujer nacida en India, Savita Halappanavar,  dentista de 31 años, falleció junto al hijo que esperaba por no practicarle un aborto http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/11/14/actualidad/1352919338_098702.html. Y cuando en El Salvador se estaba dispuesto a que llegado el caso, la madre una joven de 22 años llamada Beatriz y con una situación clínica grave debida al lupus que padecía, a una insuficiencia renal y a una pre-eclampsia, muriera durante el embarazo de un feto con anencefalia que no sobreviviría al nacer http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/05/30/actualidad/1369894974_531835.html.

– Y sigue sin ser la vida lo que se defiende cuando  ante casos como el de unos siameses que compartían un corazón de seis cavidades, y una situación clínica que exigía una intervención quirúrgica para que uno de ellos pudiera tener posibilidades de vivir, desde esas mismas posiciones se decía que no había que actuar, y que la solución era que murieran los dos “de forma natural” http://es.catholic.net/laicos/466/2257/articulo.php?id=4328.

– Y definitivamente no es la vida lo que protegen cuando en lugar de prevenir los embarazos no deseados, que son los que causan los abortos, no la maldad de las mujeres, y de apostar por una ley como es la actual Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo, que trabaja la educación sexual y la prevención de embarazos no deseados, y que ha disminuido un 5% el número de abortos en un año, lo que se hace es mantener las circunstancias que darán lugar a los abortos y esconder sus cifras en la clandestinidad o en el extranjero. Pero serán vidas que terminarán por la práctica de abortos, aunque no se cuenten.

Estos ejemplos nos dicen claramente que no es la vida lo que se defiende, no ya en términos de dignidad ni libertad, sino en su propio concepto biológico. Es lo que se deduce cuando las decisiones que se adoptan para “defender” la vida del no nacido, ahora llamado “concebido”, conllevan la muerte de la madre, como ocurrió en Irlanda, como se podría haber producido en El Salvador, o como se defiende ante la supervivencia de un siamés. 

Es más, todo  lo anterior nos indica que tiene más valor impedir un aborto en sí mismo que la vida de la mujer, ni siquiera se equipara la vida de la mujer con la vida del no nacido, puesto que en el caso de El Salvador la grave alteración que presentaba el feto (anencefalia) hacía que muriera al nacer, y en el caso de Irlanda el feto de 17 semanas no iba a sobrevivir, pero daba igual, lo importante era no practicar un aborto hasta el punto de que le costó la vida a Savita, una mujer hindú fallecida por la imposición de una ley basada en la moral católica. Es decir, desde esas posiciones que defienden la vida, la vida de una mujer vale menos que el embarazo de un feto “en estado terminal” que espera nacer para morir, gracias a la vida que le da la misma madre a la que terminará “matando” ese embarazo. 

La vida de las mujeres importa poco incluso después de la muerte, como ha ocurrido ahora en Texas, donde una mujer embarazada, Marlise Muñoz enfermera de 33 años que había dejado instrucciones en vida para ser desconectada en caso de necesitar de esa vida artificial, han sido despreciadas y se mantendrá en esa vida artificial por “criterio médico” hasta que el feto sea viable. http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/01/08/actualidad/1389189160_967673.html 

No deja de ser paradójico que las mimas posiciones y leyes que impiden que un hombre sea padre después de fallecer utilizando su esperma donado en vida, no impidan a una mujer ser madre en contra de su voluntad y después de muerta.

Si esa misma mujer en coma no estuviera embarazada se la desconectaría sin problema. Y si estuviera consciente y necesitara un soporte mecánico que sólo pudiera prestarse en el hospital, y ella renunciara a él para morir en su hogar, podría pedir el alta hospitalaria y fallecer en paz. Nadie podría obligarla a mantenerse conectada a los aparatos, del mismo modo que un paciente puede renunciar a un tratamiento a sabiendas que al hacerlo morirá con toda seguridad.

La vida de las personas no se defiende a cualquier precio, del mismo modo que no se puede obligar a una persona histocompatible a donar un órgano o sangre de un grupo poco frecuente en una situación de urgencia, a pesar de que al no hacerlo la persona enferma morirá.

Todas estas circunstancias nos indican lo siguiente:

– Lo que se defiende no es la vida, sino algunas circunstancias que pueden afectarla.

– Se dice que se defiende la vida del embrión o del feto, pero no siempre.

– No se dice, pero se ve de forma clara que no se defiende a las mujeres en ningún caso, sino a su función de madre. Se la obliga a la maternidad violentando su voluntad para defender, no la vida como se dice, sino la muerte en nombre de algo o de alguien, como se proponía en El Salvador, como ocurrió en Irlanda, o como se aconsejaba con los siameses. 

Si el sexo sin consentimiento es una violación o una agresión sexual, ¿qué es una maternidad sin consentimiento?

¿Por qué se defiende a toda costa la vida del embrión y del feto, y no se defiende la vida en otras circunstancias, tal y como hemos visto?

Lo que se defiende e impone con esta reforma de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo que propone Gallardón, es una moral y unos valores que utilizan la idea de la vida del embrión y del feto como pivote para justificar todas la demás ideas, y para demonizar al resto de propuestas y posiciones que no respetan esa idea básica y esencial de la vida que se impone. Esa es la estrategia.

Por eso no es casualidad que se refieran a esa vida del no nacido como “concebido”, ni que  los valores, ideas y creencias que se pretenden defender se hagan a través de negarle a las mujeres que decidan libremente.

Concebir, según el Diccionario de la RAE es:  CONCEBIDO-DRAE

  1. Quedar preñada una hembra.
  2. Formar idea, hacer concepto de una cosa.
  3. Comprender, encontrar justificación a los actos o sentimientos de alguien.
  4. Comenzar a sentir alguna pasión o afecto.

Por lo tanto, el “concebido” de la reforma de Gallardón se supone que es “la idea sobre la preñez de una hembra (entendemos que mujer) que justifica los valores y creencias de quienes defienden esa idea, y hace sentir pasiones entre el grupo  que la comparte”…. Como pueden ver, no es la vida lo que se defiende. 

Y la clave para entenderlo, aunque con matices, desde los más terrenales a los más trascendentales, es sencilla, al menos  en el planteamiento que hacen tradicionalmente sobre el origen de la vida y el papel de las mujeres.

La religión ha establecido que la vida se crea por obra de Dios y que le pertenece a Él. La biología sólo es el instrumento que utiliza Dios para crear la vida, por eso hay miles de relaciones sexuales sin que haya embarazo. Para estas posiciones esa realidad es el ejemplo de que el origen de la vida no es una cuestión biológica y necesita una especie de chispa que la haga prender, la cual escapa a la condición humana para situarse en la divinidad. Y por esa misma razón, para estas ideologías, no se pueden poner obstáculos a dicha acción sobrenatural utilizando preservativos u otros medios anticonceptivos, puesto que con ello estaríamos limitando la decisión divina para crear la vida, aunque al impedir el uso del preservativo mueran millones de personas por SIDA u otras enfermedades… Pero ya no sería obra de Dios, sino de la maldad humana y su asociación con el sexo.

El embrión es mucho más que una vida y que una persona en potencia. Para la religión el embrión es la obra directa de Dios antes de que la condición humana pueda decir o hacer nada desde su libre albedrío. La vida humana para la religión es una especie de “recreo” del cual ha de rendir cuentas ante Dios, pero antes del inicio de ese espacio propio, lo mismo que cuando finaliza con la muerte, sólo la referencia de Dios tiene validez. Y por dicha razón la religión ha de velar para que en ese mientras tanto  terrenal que es la vida, las personas no se alejen demasiado de sus referencias ni se pierdan por otros caminos.

Actuar sobre el embrión o sobre el feto es hacerlo directamente sobre la obra de Dios, y los humanos deben estar sometidos a Dios, no enfrentados. Por eso las mujeres no pueden decidir, porque ellas no sólo están sometidas a Dios, sino que tienen una triple sumisión: a Dios, a la naturaleza en su maternidad, y a los hombres (recuerden el “Cásate y se sumisa”)… Y ellas deben ser para los demás antes que para sí mismas, y decidir pensando en su misión trascendental, no en su propia vida. Por eso deben ser antes que nada esposas y madres, y serlo como “Dios manda”.

Ya lo dijo Gallardón, “la maternidad libre hace a las mujeres auténticamente mujeres”… pues eso Sr. Ministro deje que las mujeres disfruten su derecho a la libertad.

Su idea es respetable, pero no exigible a toda la sociedad.

La familia y uno más, el aborto

FAMILIA Y UNO MAS
Cuando el argumento se basa en la falacia el planteamiento defendido no suele ser cierto.
Es algo que no falla y que estos días, a raíz de la reforma de “Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo” para convertirla de nuevo en una “ley del aborto”, se pone de manifiesto en quienes defienden este sendero iluminado iniciado por Gallardón. 

El argumento de quienes avalan la reforma de la Ley del aborto del Gobierno del PP es sencillo, de ahí su eficacia y el sellado de poros que consigue ante cualquier otro planteamiento: Quien está en contra de esta reforma está en contra de la vida, en contra de la familia, en contra de las mujeres, en contra de los hombres, en contra de la religión, en contra de la iglesia… O lo que es lo mismo, quienes defienden que las mujeres puedan decidir sobre si continuar con un embarazo no deseado o no, están a favor de la muerte, de la destrucción de la familia, de la desnaturalización de las mujeres, de la devaluación de los hombres, de la desaparición de la religión y del desahucio de la Iglesia.

Y no es cierto.

Nadie está a favor del aborto, de lo que se está a favor es de que la mujer pueda decidir interrumpir un embarazo no deseado y evitar todas las consecuencias que nacen de él, que no sólo será un niño o una niña. Un embarazo no deseado dura toda la vida, no sólo nueve meses, y una mujer que no quiera continuar con un embarazo no puede ser condenada ni “prisionera” de su propio cuerpo, porque otros decidan que el embarazo debe continuar en nombre de unas razones que no se defienden del mismo modo cuando se refieren a la vida fuera del útero, ni en todas las circunstancias cuando está dentro de él.

Y por tanto nadie está en contra de la vida, al contrario, darle a las personas el valor de poder decidir sobre la propia vida y su trascendencia en sociedad, es valorar la vida y empezar a construir una sociedad en la que solución al aborto pase por la prevención a través de la educación en general y de la educación sexual en particular. Sin miedos ni culpas, sin condenas celestiales ni críticas terrenales. 

Negar la realidad no la resuelve, la puede ocultar, pero no solucionar. La historia de la humanidad ha venido acompañada del aborto y de su prohibición, y en cambio no se ha solucionado el problema ni se han evitado los embarazos no deseados. Basta recordar que ya en el siglo V antes de nuestra era, el Juramento Hipocrático comprometía a los nuevos médicos a no practicarlo, y que en estos 26 siglos el argumento general ha sido el mismo sin que nada se haya resuelto. Hoy,  la reforma de Gallardón nos sitúa en el mismo lugar y ante lo que es seguro será el mismo resultado: Continuarán los embarazos no deseados y los abortos.

Si la Iglesia, las religiones y los sectores conservadores de la sociedad hubieran dedicado el mismo esfuerzo que han puesto en prohibir, en culpar, en condenar, en discriminar… a concienciar, responsabilizar, liberar y convivir,  tendríamos una sociedad más rica en saber, consciente de las consecuencias de cada decisión, e igualitaria en las relaciones, lo cual haría de ella una sociedad mucho mejor. Y probablemente habría muchos menos embarazos no deseados y abortos.

Pero la decisión ha sido la contraria, y cada vez se ha ocultado más la sexualidad y se ha señalado con más ímpetu al pecado del sexo. Y cuando ha habido iniciativas para educar en convivencia y cambiar estas referencias, como lo ha sido la asignatura “Educación para la ciudadanía”, se la ha atacado como si fuera el mismo demonio, hasta el punto de decir de ella que adoctrinaba a la juventud… Todo ello no deja de resultar paradójico. Ahora resulta que hablar de igualdad, educación sexual, de prevenir la violencia de género… es considerado como adoctrinamiento, y hacer lo contrario y defender la desigualdad y sumisión de las mujeres, esconder la sexualidad tras el pecado, y no romper con los roles que llevan a la violencia, es considerado como educación. ¿Para qué tipo de ciudadanía es esa educación?, ¿para qué tipo de sociedad es esa ciudadanía? 

El domingo 29-12-13 el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, volvió a utilizar a la familia para atacar a las familias, como si su idea de familia, de amor, de respeto y de convivencia fueran las únicas. Y no deja de llamar la atención que lo hiciera hablando de una “cultura de tristeza”, cuando desde pequeñitos nos enseñaban en religión que la “vida es un valle de lágrimas” y que “nacemos para morir”, y recurriendo al argumento de la  “transitoriedad”, cuando nos explicaban que el sentido de esta vida estaba en la “otra vida”, y que en este vivir sólo vamos de paso. 

Entiendo que defienda y refuerce con esas ideas su concepto de “familia cristiana”, lo cual es muy respetable, pero me sorprende que desde la religión se intente imponer, no presentar y llamar a él, sino imponer su modelo de familia, de vida,  de muerte… o de lo que sea. ¿Dónde está el prójimo al que tanto se refiere?, ¿dónde la libertad?

Hace unos días Manuel Lucas escribió un artículo de opinión en “elalmeria.es” (http://www.elalmeria.es/article/opinion/1674903/regresaremos/futuro.html), y nos decía que cuando estaba de médico en Beas de Segura (Jaén), allá por los 70, una familia del pueblo perteneciente al Opus Dei fue a su consulta para pedirle que firmara un manifiesto en contra del aborto. Él se negó y sufrió la crítica y el desprecio dentro y fuera del centro de salud. Tiempo después el mismo matrimonio acudió de nuevo a la consulta para pedirle información sobre clínicas en Londres donde pudiera abortar su hija… 

El problema del aborto está ahí  como lo ha estado siempre. Con la actual “Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo”, que sí aborda el tema de educación sexual y de la prevención de los embarazos no deseados, en el último año descendió un 5% el número de abortos . El resultado es claro: La solución al problema pasa por la educación y la prevención que hagamos en los próximos años, no con la prohibición  que se lleve a cabo durante los próximos siglos.

Los hombres, la vida y el aborto

HOMBRES-VIDA Y ABORTO
Soy consciente de que toda afirmación contiene algo de reduccionismo,
y que quien no quiere ver ni aceptar la realidad siempre mira antes la parte reducida que la afirmada. Nada de lo que está ocurriendo alrededor de la reforma de la actual ley sobre la Interrupción Voluntaria del Embarazo sucede al margen de los valores e ideas que nos hemos dado para convivir en sociedad. La gran diferencia entre ellos es que mientras que la visión conservadora se trata de imponer al resto de las personas, la alternativas progresistas entienden que la diversidad exige el respeto a las diferentes posiciones.

El origen de los planteamientos utilizados para mutar la ley del aborto está en la defensa de la vida, y esta se hace desde el concepto de vida que manejan desde esas posiciones conservadoras. Un concepto inalcanzable porque para ellas no está definido sobre cuestiones humanas, sino sobre referencias divinas. Es como un dogma de fe aplicado a la sociedad y, por tanto, inaccesible a la argumentación racional. La vida pertenece a Dios, y todo es vida mientras Él no diga lo contrario.

El problema no está en lo que dice Dios, sino en lo que los hombres interpretan. Y lo que los hombres hacen, más que fe y confianza en la divinidad, lo que demuestra es una gran desconfianza en ella, por eso la cultura, que viene ser a los hombres lo que la Naturaleza es a Dios, cada vez ha ido quitándole más espacio a lo divino que se esconde tras las nubes, y lo ha ido incorporando al polvo del terreno del día a día. No por casualidad la cultura es una creación a imagen y semejanza de los hombres que ha seguido una estrategia perfecta: primero la crean como una tierra prometida a sí mismos, y luego se nombran dioses de ella.

Ya no se busca llegar a Dios por las obras realizadas en vida, sino llegar a ser Dios por medio de ellas, o lo que es lo mismo, cobrar la recompensa en esta vida y dejar para la otra el finiquito.

La vida pertenece a Dios, eso lo dejan muy claro, pero en ningún momento de la historia, tampoco en el presente, han vacilado en recurrir a la muerte a través de la violencia, de las guerras, de la criminalidad… con el fin de reforzar sus valores e ideas. Y también a sus dioses y creencias.

Y en ningún momento de la historia, en el presente tampoco, han dudado en sacrificar y someter a las mujeres como vírgenes, como pecadoras o santas, como esposas, como madres, como esclavas… para perpetuar un sistema en el que la vida de un no nacido tiene más valor que la vida de las mujeres, y en el que la vida de muchos nacidos es abandonada a una muerte segura pero “fortuita”, como si fuera el accidente de unas circunstancias admitidas de las que todo el mundo conoce que sólo se sale a través la muerte… Niños y niñas que mueren de hambre, de frío, por enfermedades incurables tras unas semanas de vida llena de sufrimiento, por la violencia de sus entornos, por el tráfico de seres humanos y la explotación sexual y laboral consecuente…

Y no es casualidad que en este rio revuelto la Iglesia, pescadora de seres humanos, se posicionara a través del Arzobispado de Granada sobre lo que considera que debe ser la vida de las mujeres en la sumisión; o lo que es lo mismo, que se limiten a lo que los hombres decidan e impongan en cualquier contexto creado por esa cultura machista: en el individual, en el relacional, en el familiar y en el social. 

Como tampoco debe sorprendernos que en estas interferencias de colores que pone la Navidad sobre la realidad, el mismo Arzobispado aporte ahora la versión masculina a la idea con el libro “Cásate y da la vida por ella”. Aquí no hay que defender la vida, sino darla. Las mujeres no pueden dar su vida por los hombres porque sus vidas no les pertenecen, ya quedaron en manos de los hombres cuando estos decidieron dejarlas como una especie de “electrodomésticos biológicos y sociales” programados para hacer aquello que ellos digan. 

El escenario descrito nos muestra cómo el concepto de vida se ha elaborado sobre las referencias de unos hombres que definen la identidad de las mujeres en la aplicación de sus funciones biológicas a la cultura y sociedad que ellos han construido. Por eso son hombres los que deciden sobre qué hay que decidir y quien puede tomar esas decisiones, y por ello son hombres los que utilizan el argumento de la vida para que las mujeres no decidan. No debe sorprendernos todo esto cuando, además, el comité de expertos creado por Gallardón para asesorar sobre la reforma del aborto ha estado formado por siete hombres y una mujer.

El aborto no es un problema de las mujeres, como no lo es la violencia de género ni la discriminación, todos son problemas de la sociedad androcéntrica construida sobre la injusticia y la desigualdad que las mujeres sufren, pero que deterioran el proyecto común que debe ser la sociedad. Las mujeres deben decidir en aquellas cuestiones que les afecten de manera directa, pero todos, hombres y mujeres, debemos decidir e implicarnos en la consecución de la Igualdad, y en la definición de una nueva realidad en la que la solución a los problemas se plantee desde la prevención, no desde su ocultación o negación.

“Custodia asistida”

CUSTODIA ASISTIDA
Podría haber titulado este post como “Reproducción compartida”, a la postre el sentido que reflejan las últimas decisiones del Gobierno sobre las técnicas de reproducción asistida y la custodia compartida es el mismo, para él hay cosas de dos que sólo pueden ser de dos, y en esto de la reproducción y del cuidado de los hijos y de las hijas, con independencia de las circunstancias, lo que empieza con un espermatozoide y un óvulo debe continuar con un hombre y una mujer.

Y como el Gobierno se sabe culpable al cambiar la situación existente hasta el momento, ha aprobado estas medidas justo al borde de ese agujero negro en que se convierte agosto. No es casualidad que mientras que cada vez se exige más espacio para el resto de los Derechos Humanos (más Libertad, más Justicia, más Dignidad…), se pida una mayor limitación para la Igualdad, no sólo en su desarrollo, sino también quitándole espacio a lo ya conquistado.

El pasado viernes (19-7-13) el Gobierno aprobó la custodia compartida como régimen preferente aún en contra de la opinión del padre y la madre, y la prohibición de aplicar técnicas de reproducción asistida a mujeres. Sí, ya sé que se pueden aplicar a muchas mujeres, pero no sólo a mujeres, tiene que ser a mujeres con un hombre al lado. Las mujeres no pueden ir solas en eso de la reproducción, tampoco pueden hacerlo a la hora de decidir qué hacer con el embarazo, ni  ahora al tomar la decisión de quedarse embarazadas, en todas esas circunstancias necesitan a un hombre, y no sólo para "poner la semilla".

Y de nuevo estas medidas del Gobierno ni aumentan ni mejoran las prestaciones ni derechos de los ciudadanos, y menos aún de las ciudadanas, lo único que hacen es imponer su moral y restringir la libertad y la igualdad de muchas de ellas.  Es lo mismo que plantean con la reforma de la llamada “ley del aborto” y como querían hacer con la que posibilita los matrimonios entre personas del mismo sexo. Ninguna de las leyes existentes obliga a nadie. No obligan a la custodia individual, ni obligan a mujeres que no comparten una relación con un hombre a utilizar la reproducción asistida, ni obligan a interrumpir un embarazo, ni obligan a que las personas del mismo sexo que mantienen una relación contraigan matrimonio. En cambio sus contra-reformas sí obligan a que muchas de estas personas no puedan ejercer sus derechos en igualdad ni disfrutar de su libertad, que es la de todos, por la ideología de un Gobierno que mira más al cielo que a la realidad.

Y todo ello es respaldado por un sector de la sociedad que comparte esa ideología, algo que es legítimo y respetable, pero que adopta una actitud referencial o paranoide, algo que no es verdad (recordemos lo del “adoctrinamiento” http://blogs.elpais.com/autopsia/2012/12/adoctrinamiento.html). Esa actitud referencial es la que les hace entender que la libertad e igualdad se plantea como un ataque contra aquellas personas, instituciones o situaciones que han estado amparadas por la injusticia de la desigualdad, las cuales no sólo buscan defender determinados valores, sino que pretenden mantener privilegios concretos. Ninguna de las medidas y políticas de igualdad van contra la familia, los hombres, la religión, la vida, la sociedad… como muchos pretenden defender creyendo que al darle un sentido trascendente a la defensa de sus posiciones materiales tienen más razón, cuando en verdad lo que hacen es quedar en evidencia y demostrar cómo defienden una moral que a ellos les vienen bien y les reporta beneficios de todo tipo.

Y de nuevo, el Ministro que dijo aquello de “la maternidad libre hace a las mujeres auténticamente mujeres" http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/03/27/actualidad/1332870291_231347.html, sitúa la referencia de su decisión en los hijos y en la madre por delante de la mujer. Lo cual, una vez más, limita la libertad y la decisión de las mujeres y las somete a sus funciones sociales como madres, pero no de cualquier manera, sino tomando como referencia “lo natural”.

El mensaje es claro, hay que tener hijos, pero como Dios manda, y eso supone tomar como referencia lo de siempre. Es la idea tradicional de familia como institución dirigida a la procreación, y la de la persona que procrea y cuida en la familia como madre. Todo queda dirigido a ese fin social en el que el hombre es el garante de que las cosas sean como son y de que las mujeres hagan lo que tienen que hacer.

Sorprende que el Gobierno regule antes a favor de su ideología que de la realidad. Según los datos del INE, alrededor del 88% de las familias monoparentales están formadas por mujeres, lo cual indica que hay circunstancias diversas, algunas de ellas tristes y dolorosas, que llevan a que mujeres sin la presencia de un hombre puedan criar y educar a sus hijos e hijas, lo cual debería ser una referencia para que las mujeres pudieran tener a través de los medios necesarios los hijos que desean nacidos del amor.

Lo mismo ocurre con la imposición de la custodia compartida como referente en contra de la opinión de los padres y de las madres. La única explicación que tiene la medida aprobada por el Gobierno es pensar que la mayoría de las mujeres utilizan a los hijos como un instrumento para hacer daño a sus exmaridos, tomando casos puntuales, que siempre los hay, por lo general. Aparece de nuevo la imagen de la mujer mala y perversa para desvirtuar la realidad, de lo contrario no tiene sentido que se imponga a la fuerza algo que se puede conseguir de mutuo acuerdo en la actualidad, como ocurre con la custodia compartida. Otro día hablaremos más despacio de la custodia compartida, pero el hecho de que la mayoría de las custodias de mutuo acuerdo las tengan las madres es coherente con el hecho de que cuando no existe ese acuerdo entre los progenitores el juez o la jueza decida lo mismo, máxime al comprobar que las puertas de los colegios, las consultas de los pediatras, la salida de las academias de idiomas, de música o de danza… están llenas de madres, no tanto de padres. Las mismas madres que renuncian a su trabajo y a la jornada completa para el cuidado de sus hijos e hijas.

Si muchos hombres tienen que esperar a que la justicia obligue a compartir la custodia para ejercer su paternidad, algo no funciona en la sociedad, y algo están haciendo mal esos hombres cuando en lugar de trabajar por la Igualdad  para romper el estereotipo de mujer-madre, y de responsabilizarse en el cuidado de los hijos e hijas del mismo modo que lo hacen muchas mujeres, lo único que dicen  es que se sienten discriminados por decisiones injustas que nacen de la idea que otros hombres como ellos han labrado en la conciencia colectiva al pasarse toda la historia diciendo que las “mujeres poseen el instinto maternal y condiciones naturales para ejercer el cuidado de los hijos”, justo lo mismo que dice el Ministro de Justicia. Lo que no esperaban estos hombres es que pudieran hacerlo sin un hombre a su lado

La decisión del Gobierno se puede resumir en esa idea de  “custodia asistida”. Las mujeres han de ser custodiadas y asistidas para que sean lo que tienen que ser. Las mujeres deben ser vigiladas y dirigidas en sus decisiones, de lo contrario no sólo puede ir contra los hombres, sino que puede hacerlo contra el "orden natural". 

Las mujeres viven una situación social de “libertad con desconfianza”. La sociedad no se ha fiado de ellas para que puedan ejercer las mismas funciones que los hombres y las ha recluido en el hogar y la maternidad bajo el control y la asistencia de un hombre. No lo digo yo, que también, lo dice y lo demuestra la historia. Y ahora de nuevo se quieren cambiar las consecuencias sin modificar las causas. Como siempre.

Miopía política

MIOPIA
Cuando uno gobierna con miras cortas termina por tropezar con el futuro, es cierto que evitará alguna que otra piedra en el camino, pero no podrá evitar el propio camino.

Sólo hay una cosa peor que gobernar con miopía, con esa cortedad de vistas, y es hacerlo con la mente recortada. Una mente recortada es más peligrosa que una escopeta de cañones cortos, y la mente se recorta por una ideología que trata de hacer de sus valores e ideas un collage con el que cubrir a una sociedad que es más amplia, diversa y plural que esa tela tejida para la ocasión. 

Lo grave de toda esta situación de recortes de suministro, de cortes de manga con dedos al sol y “¡que se jodan!” al aire, y de ideas recortadas en mentes cerradas por despidos, es que no se trata de un accidente. Todo indica que forma parte de un plan para que los suyos, “los que no se joden”, los que no se mueren en urgencias y cuentan con un equipo de cirujanos que se desplaza 120 km para operar a sus madres, los que siempre encuentran una empresa que los acoge cuando dejan de ser consejeros, las que abortan en Londres, los que hacen escrache en misa de 12… no lo pasen mal. A ver si de este modo el resto se convence y se pasa a su bando.

La otra consecuencia de la miopía política es que se gobierna y gestiona de oídas. Se va al bulto, a lo macro, y es incapaz de ver el detalle de lo que pasa a nivel individual, aunque ocurra 6 millones de veces. La mirada se pierde en la arruga macroscópica, en esos balances y equilibrios que siguen inclinando y desequilibrando a millones de personas que no pueden moverse del paro, y a las que no paran de ser movidas de sus casas. Pero eso da igual, el Presidente dice que hace lo que tiene que hacer, aunque lo que hace no tenga nada que ver con lo que dijo que iba hacer. Pocos reparan en esos pequeños detalles de una democracia, quizás no intervenida, pero sí invertida.

Quien espera al mañana, mañana también espera.

Ahora los cálculos que les importan son los que tienen que decidir cuándo es mejor bajar algo los impuestos, subir un poco los salarios y devolver parte de lo recortado, para crear así una ilusión temporal que dé rédito electoral. El plan del Gobierno va más allá de esta primera tétrada anual que han conseguido con el “nada por aquí, nada por allá” de un programa chistera que saca gaviotas en vez de palomas; ya dijo el ministro Wert que su reforma educativa iría en la próxima legislatura, y para que haya próxima legislatura debe haber una victoria electoral con mayoría absoluta. En eso están, no en Alemania ni despistados, no son tan torpes, a nadie se le escapan esos gruesos detalles, ni tampoco que la hipoteca del presente se cobra en el futuro, y con intereses.

El problema es que la miopía existe, y tiene un doble componente. Por un lado es material en la cortedad de la mirada, y por otro espiritual en lo cercano de sus valores. Es una miopía con dioptrías para defender sus políticas económicas, y con “dios-trías” para justificar sus políticas sociales y decisiones morales. La solución es compleja, puesto que mientras hay quien se ha puesto unas gafas de lejos, otros se han puesto lentillas para verlo todo a cámara lenta. Aunque también es cierto que hay algún ministro muy gallardo que va de moderno y se ha colocado unas “Gafas Google”, pero con un espejo en lugar de una pantalla para ver más cerca el pasado que el presente.

En fin, como pueden apreciar, entre lo que no ven y lo que no quieren ver esto parece una política de coches de choque, todo sigue su ritmo hasta que golpea algún obstáculo y cambia de dirección en un aparente ejercicio de rectificación, pero sólo hasta que la oportunidad los lleva a recuperar el rumbo.

Es lo que tiene la política miope, que sólo ve parte de lo más inmediato. Todo esto me recuerda a una frase que se utilizaba hace años,  y que decía: “eres más tonto que Abundio, que vendió la moto para comprar gasolina”. Parece que los “Abundios” abundan, pues en eso se basan los recortes, en dejar de gastar entendiendo que todo son costes, no inversiones, y luego cuando hayamos conseguido dinero para invertir, resultará que no habrá en qué hacerlo, ni siquiera sociedad a la que dirigirse como proyecto común.

Cuando de pronto se hace tarde

PRONTO TARDE-RELOJUn forense con frecuencia mira a la vida desde la muerte, la ve desde detrás cuando todo era ir hacia delante, desde ese “ya es tarde” que suena a lamentación y a excusa… por eso no termina de entender por qué la gente espera tanto para nada. Pero también ve que el problema no queda reducido a hechos puntales, de ahí que se sorprenda de que la vida se haya acostumbrado a pagar el precio de vivir con la calderilla de las muertes de otros, y de que todo ello se traduzca en la mentira de intentar hacer cambiar el pasado hablando de futuro.

El Gobierno del PP se caracteriza en muchas de sus decisiones por ese llegar tarde a la realidad y luego querer negarla sobre la culpa de unos pocos, en lugar de reconocerla e intentar cambiarla para todos. El problema de las élites es ese, considerar incapaces a quienes no han podido llegar hasta donde ellos, y al mismo tiempo, por si acaso, ponérselo difícil o impedírselo directamente, no vaya a ser que lo logren. 

Veamos algunos ejemplos: 

– El ministro más gallardo del Gobierno, Ruiz Gallardón, se encuentra con crímenes horrendos y en lugar de trabajar para prevenir el delito y los crímenes, ha decidido que unos pocos paguen mucho con el aumento de las penas. 

– El Ministro de Economía, Luís de Guindos, aplica la economía terminal de la austeridad y como no le salen las cuentas y el déficit no entra en razones, aplica la teoría de la oscuridad que rima con austeridad. De este modo nadie sabe si habrá rescate o no, y tampoco da a conocer del todo cómo serán las ayudas a los bancos. 

– La Ministra de Sanidad, Ana Mato, abandona a la sanidad pública, abandona a sus profesionales y, por tanto, abandona a las personas enfermas. Y cuando la salud se convierte en un problema recurre a empresas privadas que la gestionen "ante lo abandonado que está el sector"

– El Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, actúa de modo parecido, y como la amnistía fiscal no recauda lo previsto, congela pensiones y vidas sin que nadie lo esperara. 

– La Ministra de Trabajo, Fátima Báñez, también se encuentra de repente con que una reforma laboral que facilita el despido (¡oh sorpresa!) genera más paro. Ahora ya es tarde, pero aconseja emigrar. 

– El Ministro de Educación, José Ignacio Wert, hace una reforma a partir de unos supuestos que no son ciertos, como es todo lo relacionado con el bilingüismo, y aprovecha para llevar a cabo una contra-reforma sobre unos supuestos que son mentira, como es que la Educación para la Ciudadanía resta protagonismo a los padres, o que impone ideologías y valores ajenos a la convivencia. 

– Y como el problema no es de puestos ni posiciones, sino de ideas, el Ayuntamiento de Madrid con Ana Botella al frente, tras la tragedia del Madrid Arena impone las normas y requisitos que deberían haber sido respetadas con anterioridad. 

– También ha ocurrido con Díaz Ferrán, empresario de empresarios, modélico y ejemplar, que un día al abrir la puerta de sus Rolls Royce se dio cuenta de que era una calabaza, pero todos veían vestido al emperador desnudo. 

Cuando se toma lo frecuente y lo habitual por lo común, sin entender que lo común es lo de las personas y lo demás tan sólo circunstancias, y que personas hay muchas y muy diferentes, el resultado suele sorprender por imprevisto y por negativo. Entonces la política se convierte en el arte de gestionar los problemas, y sólo una pequeña parte de los esfuerzos se dirigen a promocionar la convivencia y lo de todos. Justo lo contrario a lo que debería ser. La democracia se hace con todas las personas y para toda la sociedad, no por unos pocos y para unos cuantos. 

El tiempo siempre avisa, casi todo lo que ocurre de repente obedece más a la ceguera de quien se encuentra de bruces con ello, que a la ausencia de signos e indicios que advertían que podía pasar. La inteligencia y la razón, no sólo las emociones, que tan de moda están ahora, deben guiar las decisiones políticas para prevenir muchos de los problemas y para anticiparnos a sus manifestaciones. Pero cuando la política está a lo suyo, cuando se mueven en clave interna, sin contar con la sociedad, y sólo busca vencer al otro con el titular de un diario o un informativo, sin ser conscientes de que nada de eso tiene trascendencia en la vida ciudadana, la realidad se convierte en un muro impenetrable e infranqueable en el que todo acaba por terminar.

Mínimo común múltiplo


MINIMO COMUN MULTIPLO
Si pusiésemos juntas las principales medidas que ha aprobado el Gobierno de Mariano Rajoy,
nos encontraríamos que el elemento más destacado presente en todas ellas, esa especie de mínimo común múltiplo de su política, es el endurecimiento de las condiciones para sus destinatarios.

Ha endurecido la situación de los trabajadores al facilitar las condiciones de despido, ha endurecido las ayudas laborales y a las personas desempleadas, ha endurecido la asistencia a las personas con dependencia, ha endurecido las políticas y medidas de salud y con ellas la vida de los enfermos, ha endurecido la educación, tanto en sus contenidos y reválidas como en las ayudas, y ahora endurece las penas para determinados delitos. Parece que con ese camino lleno de obstáculos y accidentes se quiere regresar a la idea bíblica de que “la vida es un valle de lágrimas”, aunque nadie se acuerda de que en esa misma vida hay quien vive en lujosas mansiones de montaña, lejos de esas lágrimas y de los problemas que las originan. 

No es nada nuevo, todo lo contrario, es algo común en los regímenes que abusan de la autoridad. El tratamiento quirúrgico de los problemas siempre ha sido una tentación, esa idea de “cortar por lo sano” se acompaña de una imagen de criterio, conocimiento, determinación, eficacia… que de por sí ya la presenta como más valiosa que la conducta dirigida a resolver el problema, sin prescindir de los elementos que se ven afectados por él. Sólo se necesita un argumento y una justificación. 

La justificación está en la crisis, y los argumentos no faltan: “no hay más remedio”, “todo es consecuencia de la herencia”, “no me gusta hacerlo pero es lo que tengo que hacer”… Y todo se presenta para que la sociedad entienda que ese “cortar por lo sano” y “recortar por donde se pille” es sinónimo de rigor, de solvencia, de decisión y de éxito, cuando con frecuencia es lo más fácil y casi siempre lo más cómodo. Lo complicado es tratar de salvar la situación para todos, no sólo para unos pocos, y menos aún cuando se hace a costa de muchos. 

Parece que la idea va por ahí, y se asume que los nuevos tiempos nos llevan a la vieja situación en la que sólo unos pocos disfrutaban de salud, de educación, de trabajo, de ayudas, de libertad… Es la teoría del “que cada palo aguante su vela”, del “más vale pájaro en mano”, de la compasión en lugar de la solidaridad, del egoísmo en vez de lo común, y de la desigualdad traslada a la acción a través del “yo primero” y el “sálvese quien pueda”. Todo ello debilita a la sociedad, le hace perder su cohesión, su proyecto compartido, la confianza… y lleva a ver al otro como responsable, cuando no como culpable. Es la sociedad de “bajas expectativas”, en la que la realidad se ve como un riesgo y la solución se presenta en el repliegue sobre lo individual y en un alejamiento de lo público: cada ciudadano y ciudadana en sus casas sin nada que hacer, el Estado en las instituciones haciendo y deshaciendo, y los servicios en manos privadas ganando dinero… Y “que cada palo aguante su vela”. 

Un Gobierno que juega a esa estrategia lo que pretende es un poder que vaya más allá de la mayoría que representa. Quiere la razón del poder, no el poder de las razones. Por eso no busca el diálogo ni pretende el consenso, por ello el Parlamento se ha silenciado y se ha convertido en un muro de lamentaciones, y por dicha razón juega a lo divino y lo humano “premiando a los buenos y castigando a los malos”. El Gobierno no debería olvidar que la mayoría absoluta da más votos, no más razón.

Y en toda esta estrategia sobra el pueblo, al menos en primera línea. La sociedad de bajas expectativas es la sociedad del miedo, la del “más vale malo conocido que bueno por conocer”, y el Gobierno y sus ideólogos lo saben. En estas circunstancias la política tiene dos grandes objetivos: por un lado asustar para mantener o incrementar el miedo, y por otro tranquilizar con cuestiones puntuales que no resuelven el problema general, pero dan la sensación de seguridad. Esta estrategia es la que se ve con claridad en estos últimos días. Por un lado sigue la amenaza de los hombres del saco de negro con el anuncio de nuevos recortes, y por otro se presenta la medida tranquilizadora de ver cómo unos pocos delincuentes y criminales recibirán un castigo más prolongado para disfrute de mucha gente.

Las dos forman parten de ese mínimo común múltiplo de la política del Gobierno, y trasladan la idea de eficacia y solvencia en la contundencia de las propuestas, al margen de su resultado y de otras consecuencias que puedan producir en la sociedad. Por cierto, el Ministro de Justicia, Ruiz Gallardón ya explicó en el Parlamento su teoría sobre cómo las medidas sociales y económicas ayudarían a las mujeres a no abortar, sería interesante saber qué piensa sobre cómo pueden afectar los recortes en la educación, la precariedad laboral, el empobrecimiento de la población… en la prevención o potenciación de las conductas delictivas. 

El problema no está en las personas, pero las medidas que se están adoptando y el endurecimiento de la situación sí juegan contra las personas. El Gobierno debería saber que no es posible “cortar por lo sano” cuando no hay salud en el entorno, y que la gente se manifiesta hoy (15-9-12) por que se siente engañada, manipulada y víctima de una felonía.