“Pin y Pon”

Imagino que con esto de la pandemia a la ultraderecha se le debió hacer tarde para escribir la carta a los Reyes Magos de Oriente, y ahora le piden al Gobierno andaluz los muñecos Pin y Pon, cada uno con sus complementos y accesorios para poder jugar en la política diaria. 

El muñeco Pin viene con el equipo de familia y se llama “Pin parental”, un muñeco que a pesar de su pequeño tamaño es capaz de intimidar a todo un Gobierno y a los partidos que lo sustentan, y al mismo tiempo amenazar con rayos y centellas a los colegios si llevan a cabo cualquier formación considerada inapropiada por la ultraderecha.

El compañero de Pin es Pon, el muñeco de la resignación, muy pío él y un complemento perfecto para Pin con esos accesorios compasivos, que hacen que se llame “Pon la otra” y que en los juegos siempre actúe después de Pin. Por eso cuando llega “Pin parental” e impone su criterio a base de amenazas e intimidaciones, actuando como si fuera una bofetada en la mejilla, luego llega “Pon la otra” para que quien recibe el golpe de las amenazas prepare la cara del otro perfil para el próximo bofetón. 

Es lo que ha pasado desde el principio en todos sus intentos de condicionar la política allí donde están con el objeto de borrar las políticas de igualdad y contra la violencia de género. Ellos lo tienen muy claro y no se cortan a la hora de manifestar sus ideas y propuestas, el problema está en quién les compra los muñecos Pin y Pon para que sigan jugando, en lugar de castigarlos por su mala conducta y obligarlos a escribir cien veces “no volveré a actuar contra la igualdad”. 

Ya lo vimos en Córdoba cuando obligaron al Ayuntamiento a retirar una campaña contra la violencia de género bajo su paranoia particular que los hace entender que cuando se habla de hombres violentos se refiere a “todos los hombres”, y que cuando se habla de padres maltratadores se refiere a “todos los padres”. ¿Por qué tienen tantas dificultades para separar a los hombres de la violencia de género y a los padres violentos de la paternidad responsable? 

No deben tener mucha confianza en los hombres ni en su masculinidad cuando evitan por todos los medios, sea en una campaña, en la escuela o en el Parlamento, que se hable de ellos. Y tampoco deben tener mucha confianza en sus ideas y valores, ni en su capacidad para educar a sus hijos e hijas, cuando creen que las pocas actividades extraescolares que se organizan sobre temas de Igualdad van a conseguir educarlos bajo referencias distintas a las suyas.

Quizás lo que ocurre es que han tomado conciencia de la falacia que envuelve su construcción cultural levantada sobre la mentira de que la condición de los hombres es superior a la de las mujeres, para a partir de ahí asignar toda una serie de características a la masculinidad, con el objeto de discriminar a todas las mujeres y a los hombres que no compartan la pureza de su selección. 

Sus planteamientos son ataques a la convivencia democrática y a los Derechos Humanos, por eso es tan responsable quien facilita que se lleven a cabo como quien propone las iniciativas.

En democracia hay que educar sobre los valores y los derechos que permitan convivir en paz y bajo el respeto a la diversidad y pluralidad de referencias que caracterizan la sociedad. El Estado debe velar para que la educación se lleve a cabo impregnada por cada uno de los Derechos Humanos, y que los niños y niñas adquieran de manera progresiva esa conciencia democrática que se traduce en convivencia y en proyecto común desde cada una de las posiciones.

Educar para enfrentar no es democrático, como no lo es educar para discriminar ni para crear las circunstancias que justifican la violencia contra las mujeres y contra los grupos históricamente discriminados. Que se produzcan estos casos de discriminación y violencia ya es terrible, pero que se eduque para que sigan sucediendo, pues es lo que sucederá en caso de continuar bajo las mismas referencias que definen la realidad actual, es inadmisible y una responsabilidad de quien pudiendo hacer algo para que no suceda, se mantenga pasivo y deje que ocurra; o lo que es peor, contribuya para que produzca. 

De manera que ni “Pin parental” ni ”Pon la otra”, no podemos hacerle el juego a la ultraderecha. Las “muñecas” que deben tener nuestros hijos e hijas son las de la Igualdad y la Paz con su casita y jardín de los Derechos Humanos.