Paro cardiaco


CORAZON-Paro cardiacoSeis millones de parados no sólo son 6 millones de personas sin trabajo.
Es mucho más, lo que sucede es que el lenguaje al que recurre la política no sólo no explica la realidad, sino que intenta evitarla para hacer pasar una cosa por otra. De lo contrario esa máxima que parece imperar en la actualidad, que dice que “todo debe ocurrir como si no sucediera nada, para que así nadie sea responsable de lo que no pasa”, sería ineficaz.

Seis millones de parados significa el fracaso de la economía, y el fracaso de la economía de un país quiere decir que el Estado ha fracasado en el aporte de energía a los principales órganos que deben mantener viva a la sociedad. Y el fracaso del Estado en ese ámbito significa que el Gobierno impulsor de las políticas, máxime si cuenta con una mayoría absoluta en el Parlamento que no le rechista y hace callar a la oposición, es incapaz. Y si en lugar de reconocer que no le han salido bien las cuentas y que se ha encontrado con “circunstancias imprevistas”,  insiste en la misma línea de trabajo y su máximo responsable, el propio Presidente, se congratula y afirma que el Gobierno “hace lo que tiene que hacer”, lo que quiere decir no sólo es que no está capacitado para abordar el tema, sino que además es imprudente, osado o cómplice de esos resultados, porque en definitiva confirma que todo forma parte de un plan nacido de la voluntad, no de la accidentalidad de un día a día imprevisible.

Lo expliqué en un post anterior ("Anemia" http://blogs.elpais.com/autopsia/2012/08/anemia.html) tomando como referencia al plano individual. Insistiré ahora recurriendo de nuevo al ejemplo de la salud pero en el plano social.

Imagínense una enfermedad infecciosa que produce una epidemia que va acabando con la vida de las personas, y que trasladado al plano social significa que va “matando de forma paulatina los puestos de trabajo”. Piensen por un momento que esa epidemia es muy grave (en realidad se trata de una pandemia, puesto que no sólo afectó a nuestra país, aunque aquí lo hizo con mayor intensidad debido a sus especiales circunstancias de vulnerabilidad), hasta el punto que en 2011 había producido casi 5 millones de “muertes en puestos de trabajo”. 

Ante el grave problema social, un nuevo equipo médico se hace cargo de la situación bajo la promesa de que su mera presencia, en un mensaje más bíblico que real, iba a suponer la curación, pero además cambia el tratamiento y reforma una serie de elementos no sólo para evitar que se produjeran más muertes, sino también para conseguir “resucitaciones”, una especie de sacar del coma a quienes estaban en el tránsito entre la muerte clínica  y la muerte real.

Pasa el tiempo, hacen las reformas necesarias según su diagnóstico y aplican su terapia, pero no obtienen ningún resultado y la situación empeora, hasta el punto de que en vez de 5 millones las “muertes” se elevan hasta más de 6 millones. 

Entonces, en lugar de estudiar si hay algo que no está funcionando bien, y está claro que debe haberlo, se recurre a argumentos como el de la “herencia” o al “y tú más”.

Veamos un poco por fases lo sucedido. Al iniciar su actividad el equipo del “Dr. Rodríguez Zapatero” había unos 2’2 millones de “muertes de puestos de trabajo”, cuando terminó su tratamiento, después de una evolución irregular de la enfermedad, con mejorías y empeoramientos, había 5 millones. Es decir, en casi 8 años se produjo un incremento de 2’8 millones, o lo que es lo mismo, de unos 350 mil casos por año. La llegada mesiánica del “Dr. Rajoy” y de sus medidas salvadoras ha supuesto que en un año se hayan producido, aproximadamente, 1’2 millones de “muertes de puestos de trabajo”, todo ello a pesar de que conforme hay menos puestos, resulta más difícil en teoría que se pierdan, pues es de suponer que los que resisten son puestos en sectores más sólidos y consolidados.

A pesar de ello, el parte médico del equipo gubernamental habitual habla de que hay signos positivos, que el déficit baja y que el dinero nos cuesta menos, que es como decirle a un enfermo que se está muriendo del corazón que le han bajado el ácido úrico y que los triglicéridos apuntan bien, lo cual es sin duda es positivo… siempre y cuando logre sobrevivir. Ante eso, la sociedad enferma de falta de trabajo y con los cadáveres de los puestos fallecidos por las calles se indigna y dice que eso no es lo prometido, ni para lo que se hicieron las reformas. Que en todo momento hablaron de reducir el paro y aumentar los puestos de trabajo, no de otra cosa. 

Pero como todo ocurre como si no sucediera, tampoco pasa nada. Y en lugar de atender a los enfermos se dedican a reformar el sistema sanitario y a culpabilizar a los pacientes por enfermar, en una actitud que recuerda el “¡que se jodan!” que se oyó en el Congreso.

Increíble, ¿verdad? Si fueran los responsables de un sistema hospitalario y ante el balance de su gestión respondieran, “en este último año han muerto 1’2 millones, pero hemos conseguido bajar el ácido úrico y los triglicéridos de los que aún siguen vivos, y quizás a final de año logremos hacer descender también las cifras del colesterol malo”. Si eso sucediera de este modo estarían todos cesados.

7 thoughts on “Paro cardiaco

  1. El problema para la gente parada y bajo mínimos, o sin techo, es que son criaturas con nombres y apellidos.
    Que de llevar una vida más o menos estable, pasaron de la noche a la mañana a no contar para nadie.
    De estar integrados formando parte del grupo, pasaron a ser un peso muerto.
    Un gasto, una pérdida de tiempo.
    Pero con nombres y apellidos, personas que antes tenían sus vidas y quehaceres.
    Integrados.
    De ahí la importancia de la gestión pública.
    Que no todos valen.
    Lo sabemos.
    Ni sirven todos para ejercer el puesto.
    También lo sabemos.
    Solo erradicando la mala solvencia y gestión ya tenemos mucho ganado, mayormente para que nos atropelle otra vez el tren del infortunio.
    Que luego irá saliendo el sol cada día, pero tendremos todo el mundo otra cara.
    Y no ésta.

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  2. Bueno, estoy en desacuerdo con que las personas que estamos en desempleo seamos un “peso muerto”… Depende. La realidad es que MUCHAS personas que estamos hoy en paro NO COBRAMOS NADA, ni un céntimo! Por tanto, no se debe decir que somos un peso, al menos NO para el Estado.
    Pero, tampoco contribuímos a la “riqueza nacional”. Por ejemplo, en mi caso, en el ejercicio 2011, cuando aún trabajaba y, en consecuencia, tributaba, pagué más de 5.000 € en concepto de I.R.P.F. Luego, tuve un “problema laboral” (por llamarlo de alguna manera), como muchas de las mujeres que hemos padecido violencia de género, nuestros trabajos se resienten y, “perdí el trabajo”. Pero, al menos, de momento me liberé de mi “ex”, y eso para mí, junto con conservar mi vida, es lo más importante.

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  3. Hay cosas muchas cosas que NO comprendo; p.ejm. Si un/a empleado/a público, o una trabajadora, se ven OBLIGADAS a renunciar a su puesto de trabajo (bajo coacciones y amenazas, por ejemplo). Si bajo presión cometen “esa tontería”, la de “Renunciar”; luego NO tendrán derecho a cobrar el paro o, mejor dicho, tienen “derecho” pero no podrán hacerlo.
    Sin embargo, si un político, un presidente del gobierno, un alto directivo, etc. dimiten de su puesto de trabajo… LES DAN UNA BUENA INDEMNIZACIÓN… Estos son, en mi opinión, los VERDADEROS PESOS MUERTOS.

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  4. Europa exige reducir el déficit y este puede lograrse en la medida en que cese la corrupción institucional y se paguen los suficientes impuestos para sanera dichas instituciones.
    Ante lo primero, se mantiene la inacción.
    Sucede lo que en ningún país. Por ejemplo, si alguien trata de reclamar la autoría de su trabajo homologado e institucionalizado, dado que no se le puede perseguir públicamente, se opta por quitarle de enmedio legalmente. Un muerte civil, como es el caso. Si no hay víctima, desaparece el delito.
    Pero cuando las víctimas continúan vivas, deben de recurrir a los tribunales europeos, puesto que aquí se cultiva la inacción, otra forma de parálisis o de coma.
    En cuanto a incrementar los impuestos, la abogada del Estado que es hoy Vicepresidenta del gobierno, decidió amnistiar (como si se tratase de víctimas de alguna dictadura) a corruptos, prófugos y delincuentes.
    En cuanto a la segunda: para recaudar más impuestos debe de exisitr mayor volumen de población activa. Y en cuanto a la generación de tejido empresarial en un país en el que se puede, y además hay dinero (oí en el canal 24h que por temor a un posible corralito se habían sacado 50 mil millones de euros de los bancos en una semana); no se evita la huida de los profesionales mejor preparados de la historia en cuanto a tantos que son.
    Por lo tanto: entiendo que si había plan económico, está cerrado en cajón bajo llave.
    Irrita escuchar a una expolítica que se marchó sin legislar sobre la ludopatía tras aprobar un macroproyecto a todas luces inquietante, que debemos enorgullecernos de que los proesionales huyan del país. Y que la fuga de cerebros es un motivo poco menos que de “orgullo”.
    Yo les aconsejaría visitar al psiquiatra, de vez en cuando. Quizás el no reconocimiento de su INCAPACIDAD se deba a un problema de salud y de “consagración” a la violencia y a la usura.

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  5. No estoy de acuerdo en que se exima de responsabilidad en la incapacidad al gobierno anterior puesto que consintieron el mantenimiento de un mercado cautivo, lo cual es alarmante en el mercado de la gran distribución. Que abieron las puertas a la inmigración masiva para que les cuadrase el PIB cuando el paro era notable y la economía sumergida suponía un grave problema. Que no evitó que los supuestos “derechos históricos o lingüísticos” se utilizasen para discriminar a los ciudadanos españoles de derecho en el reparto legítimo del trabajo y de las subvenciones. Y que no lucharon por la independencia judicial.
    Europa debe de velar porque los ajustes se lleven a cabo con responsabilidad y sobre todo, con justicia. Es de ley.
    Fuera del Estado deben de estar quienes no respetan la Constitución ni los Derechos Humanos; no quienes supuestamente prevarican por evitar mayores delitos.

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  6. -Tengo un dolor en el pecho- dijo Jose.
    -¡Bah!. Será que pusiste demasiada pimienta al cocido- respondió Esperanza.
    -Pero es que estoy sudando y me cuesta respirar. ¿No será un infarto?.
    -¡No me asustes!. ¿Quieres que llame a don Manuel para preguntarle?
    -Sí llámale. Mejor es quedarse tranquilos.
    Doña Esperanza telefonea a Don Manuel, médico de la familia desde hace lustros, pero ya retirado de su puesto de Jefe de Servicio de cardiología en el Hospital Universitario.
    -¿Dices que le duele el pecho y le cuesta respirar?- pregunta don Manuel a doña Esperanza- Para estar seguros, mejor es que vayáis a Urgencias y consultéis allí.
    Don José y doña Esperanza llegan a Urgencias y allí los atiende un mediquillo imberbe, de mirada azul y displicente sonrisa de palmípedo que, tras revisar superficialmente a Don José y echar un vistazo al elcetrocardiograma, no se digna consultar con el especialista y despacha a la pareja con una simple recomendación:
    -Tome un poco de bicarbonato ahora y este antiácido que le receto durante unos días.
    De regreso a casa, don José se siente cada vez peor. El dolor parece ir en aumento y no puede dormir; comienza a sudar y se levanta de la cama. A medio camino del cuarto de baño…se desmaya.
    -¡Jose!,¡Jose!- grita doña Bibiana.
    La esquela de don José salió en la prensa dos días después. Don Manuel, reputado cardiólogo, quedó muy extrañado del resultado de la autopsia: “no se advierte responsabilidad médico de guardia que recibiera al finado el día anterior”.
    Probablemente don Manuel no sabía que el forense era compañero del incompetente galeno de seductora mirada que diagnosticara indigestión en vez de infarto en el club de cultivadores de rosas y supervisores de nubes. Tal vez don Manuel no diera crédito, por bonhomía de profesional sin tacha, a la impresión familiar de que el corporativismo, la estulticia sectaria y la falta de ética profesional habían servido para tapar un error médico fatal.
    Por cierto, que el mediquillo de guardia se llamaba José Luis y tenía todo un equipo médico de su misma talla profesional entre el que sobresalía cierta Bibiana que ni siquiera sabía traducir”corazón” a un inglés inteligible. Ni decir tiene que el Club de las Rosas le encontró un enchufe de enfermera en Nueva York.

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