La Tierra Prometida

TIERRA PROMETIDA-Iglesia
La vida es una promesa incumplida con un final oculto que termina por descubrirse
, pero demasiado tarde. Entonces comienzan los remordimientos ajenos, los propios también murieron, que buscan la verdad de todas las mentiras que en algún momento acariciaron los labios en forma de promesas para incumplirse, en forma de falacias para ser cumplidas.

Y cuando la tierra se llena de promesas, las promesas se llenan de sueños, de ilusiones, de momentos por venir, se llenan de un futuro desubicado de su tiempo que quita espacio a un presente que se da por amortizado. Pero poco a poco, casi sin darnos cuenta, cansados de aguantar, cambiamos la espera del futuro por el deseo de que acabe el tiempo que vivimos, como si fuera lo mismo y como si la simple sucesión de momentos garantizara la llegada de uno mejor. Comenzamos así la deriva del tiempo, el empuje que nos lleva allí a donde no hacemos nada por evitarlo.

La globalización no ha borrado fronteras ni ha acercado territorios y culturas, lo que en realidad ha hecho es que creamos en la misma promesa de una prosperidad terrenal. Terrenal por ser de polvo y por estar asentada en las raíces de la materia, que siempre terminan por traspasar todas las capas freáticas de la vida hasta llegar a la de los sueños, un lugar donde no existe la memoria porque todo está mezclado en una irrealidad tomada como cierta. Considerar como una victoria la simple superación del pasado siempre nos deja al descubierto ante la derrota próxima del tiempo.

Si hoy tuviéramos que hacer un mapa del Universo nuestro planeta se llamaría “Planeta Promesa”, y en lugar de la “Tierra Prometida” tendríamos la “promesa enterrada”, sepultada por un presente con espacio suficiente para todos, para todas, y para que cada uno fuese como es, no como tiene que ser en este Planeta Tierra cada vez más poblado de nadie y abandonado de todos.

Pero la economía ha venido a cambiar el sentido de la vida sin que se haya cambiado antes la vida de sentido. Esta sigue mirando a la promesa y la economía consuma el engaño como un trilero en el rastro de los mercados, quitándonos el presente a plazos de un día a día, sin entregarnos el futuro prometido de ninguna de las maneras. Luego nos quejamos de que todo sea mentira, pero esa era la promesa…

Por eso no conviene descubrir la verdad… porque es mentira.

 AC