El humo ciega los ojos

FUMATA BLANCA
No deja de ser curioso que sea el humo de una estufa el que anuncie la buena nueva de la elección del Papa, en una Iglesia acostumbrada a presentar con la luz de la llama la ventura de los acontecimientos y la presencia simbólica de la divinidad.

Quizás sea la distancia necesaria para mostrar que se trata de una decisión humana, nacida de la combustión de opiniones e intereses prendida por "la llama del Espíritu Santo". No lo sé, pero sin duda el humo que asciende por los cielos vaticanos puede cegar los ojos y ocultar dos de los elementos que caracterizan el momento: el silencio y el secretismo. Todo lo que esconde el silencio genera dudas, y todo lo que guarda el secreto levanta sospecha cuando sus consecuencias afectan a toda la sociedad.

En eso la Iglesia, con todos mis respetos, aún anda confundida y con frecuencia entra en contradicciones

Empieza por ser la “Santa Madre Iglesia”, pero quien la dirige es el “Santo Padre” en soledad, sin madre a su lado para mantener esa referencia de la figura paterna y materna que tanto se reivindica en lo terrenal. Y luego continúa con toda una liturgia dirigida a lo público, pero al mismo tiempo manteniendo en lo privado la esencia de sus decisiones y posicionamientos.

No se puede ser Iglesia sin la participación de las mujeres en igualdad con los hombres. Estamos en el siglo XXI, no en el I, y por mas explicaciones que se den, y por más interpretaciones que se hagan sobre el papel dado a las mujeres dentro de la Iglesia, si no es en igualdad con el de los hombres, se trata de una decisión injusta. Y si no es justa en este mundo, dudo que pueda serlo en cualquier otro, sobre todo cuando la actitud de Jesucristo en su tiempo respecto a las mujeres y a su protagonismo fue revolucionaria.

Hoy son las mujeres las que sostienen a la Iglesia, no hay nada más que acercarse a cualquier parroquia para comprobar que la gran mayoría de las personas que asisten a las misas son mujeres, y todas las que atienden al párroco y cuidan de la parroquia son mujeres. Si su papel histórico y actual es relevante, su posición debe ser relevante.

La otra contradicción para hacer de la Iglesia una institución moderna y actual debe basarse en la participación de los fieles y creyentes en las decisiones que se adoptan. De esta manera andará más cerca de la realidad y de las cuestiones que surgen en las nuevas circunstancias sociales. Los Gobiernos democráticos nacen de la voluntad del pueblo, de la decisión de los mismos fieles que luego van a los templos con sus creencias y sus ideologías, y eso debe ser respetado más que cualquier dictadura de misa y comunión diaria. No se puede interpretar el presente con las referencias de hace veinte siglos, ni pueden valorarse las decisiones  a partir de la interpretación de mensajes ocultos como si estuviéramos en la época de los hechiceros.

Vivir atrapado en el tiempo siempre produce conflictos y consecuencias que afectan de manera directa a los fieles y creyentes en un doble sentido. Por una parte porque los condiciona a seguir sus directrices y mandatos, lo cual supone renunciar a decisiones individuales que consideran más adecuadas con tal de no faltar a la Iglesia. Y por otra, porque obliga a una gran parte de esos creyentes a escenificar el ritual de la religión (misa los domingos y fiestas de guardar, confesión, comunión, bautismo de los hijos e hijas, contraer matrimonio, funerales…) sin que en la práctica sigan la doctrina en algunas de las cuestiones esenciales que se indican desde los púlpitos (uso de anticonceptivos, vivir la sexualidad al margen de la reproducción, matrimonio homosexual, interrupciones del embarazo cuando les afecta…). Todo ello genera en muchas de estas personas una frustración, incluso la vivencia religiosa de “estar en pecado”, sin que encuentren solución y alivio ni siquiera en la religión.

Desde la instituciones de la Iglesia se repite con frecuencia que “Iglesia somos todos”, habría que insistir en la idea de que “Iglesia somos todos y todas”, aunque a muchos les suene cargante y repetitivo, pero más vale insistir en lo necesario que darlo por sabido cuando todo indica que no se conoce.

El Papa Francisco tiene un gran reto por delante y mucha historia por detrás, veremos qué pesa más. Yo le deseo todo lo mejor.

Domingo de dolores

Esta noche ha sido el cambio horario de la primavera, pero a diferencia de otros años, en Andalucía nos hemos adelantado una hora y cinco días para hacer de esta jornada un “domingo de dolores”.
Hoy las calles huelen al incienso de la reflexión y al humo de los argumentos quemados al pedir el voto con el que meter el tiempo en una jaula. Un domingo de elecciones es como pasear por un campo de batalla, como caminar entre lo acabado y lo que no se desea, todo parece un poco irreal, como si en verdad nada de lo vivido días atrás hubiera sucedido o fuera a ocurrir: carteles con las fotos de los candidatos colgados como farolillos de feria, vallas publicitarias caducadas, mensajes y eslóganes sin ya sentido, promesas que seguirán siendo promesas… Hoy todo el ruido previo se transforma en el silencio de la voz del pueblo pronunciada con el lenguaje de signos del voto. Hoy la voz es el voto, mañana los votos serán la voz.
No sabemos aún si ayer sábado fue una jornada de reflexión o de inflexión, pero lo que sí sabemos es que hoy será ese “domingo de dolores”, el día en que muchos verán frustradas sus expectativas, y en el que sus sueños volverán a ser guardados dentro de un tarro de cristal en la alacena de las oportunidades. También será un “domingo de resurrección” para otros, para quienes hayan logrado sobrevivir a la muerte anunciada de las encuestas, para esos proyectos e ideas que parecían alejarse a la deriva del tiempo.
Hoy, día 25 de marzo de 2012, día de elecciones autonómicas en Andalucía, es, sencillamente, un día más. Uno de esos días en que la democracia se hace grande y el pueblo crece. Mañana, cuando todos hayamos ganado, cuando todas hayamos triunfado, lo importante será seguir creciendo juntos y trabajar más que nunca por nuestras ideas y nuestros compromisos.

Que no nos confundan, si no lo hacemos en primera persona, lo harán otros por nosotros.
(AC)

El cambio

No recuerdo una campaña electoral que no haya girado alrededor de la idea del “cambio”. Cambio en quien gobierna y cambiar al que gobierna, ese es el planteamiento básico. Da la sensación de que lo conseguido es un error y que el tiempo se equivoca en su deriva hasta el presente, hay que cambiar de rumbo y, sobre todo, de personas.
Reivindicar lo alcanzado parece que es la demostración de no haber sido capaz de conseguir algo más, y lo que falta siempre pesa más que lo obtenido. No importa qué se ha hecho ni porqué se ha llevado a cabo eso en lugar de otra cosa, las campañas son el  momento para echar en cara y en falta. Quizás deba ser así como parte del juego democrático, pero si debemos admitir esa escenificación arrojadiza para sacar los colores del otro, y así, paradójicamente, destacar los propios, también debemos tener memoria de lo que ha seguido a cada una de las campañas cuando se obtiene la confianza para gobernar, bien sea en continuidad o con un nuevo partido en el gobierno.
Las campañas electorales no pueden ser un ejercicio pirotécnico de promesas ni un juicio acusador en el que todo lo malo sólo es responsabilidad de quien ha gobernado. Así fueron las campañas de mayo y noviembre de 2011 y los resultados del cambio no parecen que hayan cambiado mucho la situación, salvo el color de los gobiernos municipales, autonómicos y hasta el nacional, que no es poco, pero insuficiente para que cambien las circunstancias que llevaron a muchos ciudadanos y ciudadanas a cambiar su opción de voto: cambiaron de partido, cambiaron de decisión y fueron a votar cuando no lo iban a hacer, y otros que sí tenían pensado ejercer su derecho, cambiaron y al final no votaron. Todo ello forma parte del cambiar para cambiar una realidad, algo propio de la democracia, que no debe confundirse con el “cambio por el cambio”, es decir, cambiar como si el simple cambio de gobierno fuese el objetivo y no el medio para alcanzar la meta de mejorar la situación social.
Lo dije en su momento antes de las elecciones del 20N, “al PSOE no se le va a votar por lo que no ha hecho, y al PP se le va a votar por lo que no va a hacer”. El Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero no era el responsable directo de la situación económica de España, podría haberla gestionado de otra forma y, sobre todo, no haberse traicionado a sí mismo, pero la situación a día de hoy sería prácticamente la misma. Si el Gobierno del PSOE hubiera sido responsable de la crisis significaría que habría tenido los instrumentos para evitarla, y si esto hubiera sido así, toda Europa y los responsables de la economía mundial habrían venido nuestro país a buscar esa solución a los problemas económicos. Por desgracia el escenario no era ese, y el problema es más grave, profundo y extenso que lo que determinadas voces interesadas presentan, lo cual significa que el Gobierno del PP no va resolver la situación económica sin que se modifiquen el resto de factores internacionales que influyen en nuestro contexto. Sólo hay que ver las noticias que hablan más de Bruselas que de Moncloa, lo cual es lo suficientemente significativo, y escuchar las palabras de Rajoy, que de presentar un futuro despejado y claro ha pasado a ponerlo lejos y oscuro.
Ahora estamos en una situación similar ante las elecciones de Andalucía (Asturias parece que puede esperar). Los andaluces y las andaluzas tomarán la decisión más sabia el día 25 de marzo, de eso no hay duda, lo que sí debemos evitar, o al menos alertar de esa posibilidad, es que se den referencias falsas y argumentos equivocados para que cada andaluz pueda elaborar su decisión. El pasado lunes, en Andalucía, en los actos de la conmemoración del bicentenario de la Constitución de las Cortes de Cádiz, el Rey manifestó que “la nación estuvo muy por encima de sus autoridades en 1812”, ¿por qué se duda de que no lo esté hoy?
Andalucía ha cambiado mucho en estos años porque no ha parado de progresar, y seguirá haciéndolo después del 25M, no sobre promesas de cambio, sino con el esfuerzo y el trabajo de su gente. Eso es lo que decidirá, sabiamente, el próximo domingo.

Javier EREnas

Hay una cosa en la que el PP se puede equivocar seriamente, y es en esa idea que están lanzando de que en Andalucía su gobierno es un corrupto inmoral que la ha quitado el dinero a los parados para beneficiar a familiares y amigos, y que una parte importante de los andaluces son como esa Junta por haberla apoyado. Y se equivoca porque si de algo ha dado ejemplo Andalucía y sus gobiernos es que en todo el tiempo que lleva gobernando no ha habido escándalos como los de otras Comunidades, y que cuando se ha producido alguno la Junta ha sido la primera en ponerse a la cabeza para aclararlo. Lo digo porque sorprende que las informaciones de determinados medios y las palabras de Javier Arenas se refieran al “caso de los ERE” con la Junta de Andalucía por delante, en lugar de hacer referencia a las acciones que hayan llevado a cabo una serie de personas, de mayor o menor nivel, que trabajaban en la Junta. No se hablaba de la Generalitat valenciana ni del Govern de les Illes de Balears para referirse a la trama Gürtel o al caso Palma Arena,  ni del de Madrid o el de Castilla y León para explicar las derivadas de la trama en dichas comunidades, se habla de las personas imputadas que por eso se han hecho muy populares (Camps, Costa, “el Bigotes”, Mata, Urdangarín, “su socio Torres”…)
Delincuentes los hay en todas partes, al menos si por delincuentes entendemos personas condenadas por delinquir, los encontramos en los diferentes partidos políticos, en el poder judicial, en los hospitales, en la iglesia, en los centros escolares… y sobre todos ellos se puede decir eso de que “han actuado en beneficio propio y en contra del resto de personas a su cargo”.
Javier Arenas debe saber que en Andalucía hay mucha gente que quiere votar al PP, de hecho las encuestas lo dan como partido ganador y muy cerca de la mayoría absoluta, por eso lo que tiene que hacer como posible futuro presidente de la Junta es dar razones para que lo voten a él, no utilizar excusas para que no voten al otro, y menos de ese tipo, hacerlo es algo pobre y demuestra una baja autoestima y confianza, salvo que estas se levanten sobre las gracias matinales que cada fin de semana nos cuenta, o las anécdotas de la gente que se le acerca en su continuo viajar por los pueblos y ciudades de Andalucía. Todo ello queda muy bien para una tertulia o para tomar un café, pero no sirve para gobernar.
Hasta ahora, salvo culpar de todo los males al PSOE sin reconocer nada de lo conseguido en Andalucía  y desde Andalucía, no ha aportado nada serio salvo promesas abstractas y decir que en Andalucía tenemos que hacer lo que sabemos hacer: agricultura, poner cervezas en las terrazas y construir en la costa, lo demás (él mismo lo ha dicho) son milongas. Las energías renovables son milongas, las empresas aeronáuticas son milongas, la investigación biotecnológica son milongas… No puede existir una imagen más tópica de Andalucía en sus palabras, algo que preocupa en un posible futuro presidente de la Junta.
Los problemas que ha tenido Andalucía no han sido la falta de vocación, ni de esfuerzo, ni de compromiso, ni de voluntad en sus hombres y mujeres, el problema que ha tenido Andalucía ha sido quien no ha creído en esta tierra y en su gente y no ha invertido, o quien creyendo al final se ha llevado la inversión a otras comunidades que había que tener contentas. Ha sido esa desconfianza en Andalucía la que le ha impedido llegar más lejos, sólo tenemos que ver el tipo de declaraciones que han hecho varios políticos sobre Andalucía en estos últimos meses: Duran i Lleida dice que en Andalucía se cobra el PER por pasar el día en el bar del pueblo (8-10-11), Ana Mato que los niños andaluces son prácticamente analfabetos (1-3-2008), e insiste años después y manifiesta que se sientan en el suelo en las escuelas (25-11-11), y Artur Mas que los niños de Sevilla hablan castellano pero no se les entiende (29-9-11), por ejemplo. Y con estos antecedentes aparece Javier Arenas con sus milongas.
Yo espero que en lo que queda de campaña sea capaz de hablar de algo más que de los ERE, por cierto, ha perdido una oportunidad de hacerlo al no querer participar en el debate con el resto de candidatos, y nos diga qué va a hacer para resolver los problemas que tiene Andalucía y para que no perdamos el nivel de bienestar que hemos alcanzado gracias a las políticas sociales. Le recuerdo que muchos de esos problemas no son exclusivos de esta tierra y que en comunidades en las que gobierna el PP también tienen problemas de paro, prácticamente con una tasa similar a pesar de tener una estructura económica y laboral que no dependen de la temporalidad, pero nadie cuestiona a la tierra ni a la gente de esas Comunidades, ni cree que son unos inmorales por apoyar y votar a personas condenadas e imputadas en determinadas tramas de corrupción que van más allá de lo divino y de lo humano.
El mundo y Andalucía están llenos de andaluces y andaluzas que han triunfado en todos los ámbitos,  algunos de ellos tuvieron que irse un día porque no vinieron las oportunidades, y hoy parece que hay quien quiere que nos sigamos dedicando a las cañas en bares de otros, a la agricultura en tierras de otros y a la construcción para que otros compren las casas. Parece que nosotros, los andaluces, con una guitarra y las palmas tenemos de sobra…
Sería bueno para Andalucía que cambiara de discurso, cada día se parece más a Don Rodrigo de Quesada, personaje protagonizado por el gran Paco Martínez Soria en la película “Don Erre que erre”, sólo que ahora sería “Don ERE que ERE”.