Hombres “SAPpiens”

SAP-Hombres-MCEEso de que “algo tendrá el agua cuando la bendicen”, de alguna manera nos viene a decir que la casualidad se mueve por callejones estrechos y tortuosos, tanto que difícilmente llega a la plaza pública de los acontecimientos.

Y algo parecido podríamos afirmar sobre la igualdad cuando observamos la reacciones que se producen ante su mera mención. “Algo tiene la desigualdad cuando la bendicen… y cuando quienes la bendicen son hombres”. No “los hombres” como grupo social, y por tanto, no todos los hombres, sino hombres, muchos hombres.

Lo especifico y matizo porque de esa reacción lo que uno deduce es que muchos parecen no querer enterarse de lo que va el tema, de lo que se plantea, ni de por qué  se hace. Para ellos los problemas han empezado en el momento en que la sociedad se han enfrentado a la desigualdad y a la violencia de género, es decir, a la violencia que ejercen “determinados hombres” contra sus parejas partiendo de las referencias culturales que llevan a entender esas conductas como aceptables y normales, que es lo que recogen una y otra vez los estudios sociológicos (el 1’4% de la población entiende que la violencia de género es aceptable en determinadas ocasiones –MSPSI-). 

Antes no había problemas, no se hablaba de desigualdad porque las mujeres hacían lo que la cultura y los hombres les decían que hicieran, ni los hombres estaban discriminados. Tampoco pasaba nada cuando se producían separaciones y divorcios y los hijos e hijas quedaban bajo la custodia de la madre. Nadie protestaba, y ellos menos.

Ahora, cuando la situación ha cambiado, y cuando no se ve normal que un hombre agreda a su pareja, y cuando las responsabilidades de la paternidad y maternidad se exigen más allá de la separación, todo parece un complot contra los hombres. No se habla de cambios para abordar una situación demostrada como injusta, sino de complot generalizado contra los hombres.

Los comentarios al post “SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL (SAP)” (30-3-2013) son muy ilustrativos en este sentido.

Hasta el momento de escribir este nuevo post se habían recibido 56 comentarios, el 80’4% firmados por hombres, el 10’7% por mujeres y el 8’9% restante sin que se pudieran identificar si pertenecían a un grupo o a otro. La gran mayoría de los comentarios critican el contenido del post, concretamente lo hacen el 78’6%, y lo hacen fundamentalmente los hombres, que lo critican en el 93’3% de sus aportaciones (las mujeres que intervienen lo critican en el 33’3%, y de los no identificados lo hacen el 40%).

Lo interesante de estas críticas y aportaciones son los contenidos de sus razonamientos y las formas de exponerlos, que básicamente se concretan en los siguientes “argumentos”:

  • Uno de los principales argumentos es la crítica y los ataques personales hacia el autor, es decir, hacia mi; algo habitual entre esta gente tan razonable e ilustrada, como ya expuse en el post “Mis adorables machistas”   http://blogs.elpais.com/autopsia/2013/02/mis-adorables-machistas.html Qué le vamos a hacer, siguen tan adorables como siempre.
  • La razón de fondo es que todo forma parte de un complot contra los hombres, da igual la realidad, la historia, la evolución del derecho, las justificaciones que aún existen y que demuestran esa “permisividad” social, las manifestaciones vinculadas con la desigualdad y discriminación de las mujeres asociadas a la violencia… Eso no importa, todo es una estrategia para atacar a los hombres, y de paso acabar con la familia, puesto que para eso son el “pater familias”. Ya he insistido y demostrado que no tengo nada contra los hombres, todo lo contrario, ya lo expuse en otro post  http://blogs.elpais.com/autopsia/2012/06/nosotros-los-hombres-i.html
  • Y claro, si hay un ataque y una estrategia tiene que haber responsables. El causante del problema tiene nombre: el feminazismo, y apellidos: mujeres y hombres que sometidos a su ideología (el hembrismo) quieren acabar con la sociedad y la convivencia. 
  • Otra táctica es utilizar la generalización para criticar los argumentos sobre el SAP y como forma de desviar la atención y distraer la reflexión de la sociedad. Todo lo que se dice sobre la conducta que llevan a cabo determinados hombres, bien al ejercer la violencia contra las mujeres durante la relación o al acusarlas de producir un SAP tras la separación, es generalizado como si fuera una crítica a todos los hombres. Algunos, incluso, intentando ser irónicos dicen que se van a autodenunciar por el delito de “ser hombres”. Tiene su gracia la ocurrencia.
  • Y, paradójicamente, ellos mismos emplean la generalización para demostrar sus argumentos, y hablan de casos particulares de SAP y de denuncias falsas que conocen o que han sufrido, para presentarlos como la demostración de que toda la situación de la desigualdad y la violencia como una manipulación del feminazismo. Es decir, cuando se habla de determinados hombres violentos no quieren ver que sólo se esté hablando de esos hombres y no de todos los hombres, en cambio, cuando se producen, según ellos, algunos casos de denuncias falsas o de “malas influencias” sobre los hijos, la cosa no queda reducida a esos casos mínimos (así lo dicen las estadísticas del CGPJ y la FGE), y la extienden a toda la violencia de género y a todas las separaciones.
  • Otro elemento que he apreciado en estos comentarios (críticos) es su repetición. Concretamente 5 comentarios han sido  repetidos varias veces y así cuentan como 12. Imagino que lo harán para aumentar la sensación de mayor rechazo al post e incrementar la probabilidad de que sean leídos. Pero lo que en verdad demuestran es poca confianza en sus razonamientos cuando tienen que recurrir a estos trucos.

La situación demuestra que para ellos todo vale, una cosa y lo contrario, con tal de defender su posición e ideología. Lo mismo da utilizar la “generalización” como argumento que como crítica, da igual no haber hablado de desigualdad y violencia contra las mujeres durante años y pasar de repente a hablar de violencia contra los hombres y de discriminación, les resulta indiferente haber repetido durante siglos que el rol principal de las mujeres es el de ser madres sin hacer nada para cambiarlo, y ahora quejarse de que las decisiones de una cultura machista benefician la maternidad respecto a la paternidad… Pero claro, los incoherentes, manipuladores, mercenarios, indoctos… somos los que ponemos de manifiesto su estrategia machista y posmachista.

Y el Síndrome de Alienación Parental (SAP) es un ejemplo paradigmático de su argumento y de la fuerza que pueden llegar a tener a través de la manipulación, por eso molesta tanto que se cuestione.

Y qué le vamos a hacer, si la comunidad científica no lo admite como categoría diagnóstica pues no existe como tal. Y si hay científicos que lo defienden, pues que lo defiendan y que intenten que sea admitido, pero mientras tanto debe quedar al margen de las bases para tomar una decisión científica y judicial. Y si hay profesionales forenses que lo diagnostican, pues tendrán que ser ellos y ellas quienes expliquen cómo se puede diagnosticar algo que no acepta la ciencia, lo cual no es muy profesional que digamos.

El SAP no existe como no existe el “Síndrome de Estocolmo” desde el punto de vista científico, ni tampoco el “Síndrome de la Clase Turista”, ni el “Síndrome Postvacacional”, ni tantos otros… Todos ellos son descripciones gráficas de otro tipo de trastornos o alteraciones que deben tener una base clínica para su consideración y para la adopción de medidas en su nombre.

Me sorprende que ese 93’3% de hombres, 33’3% de mujeres y 40% de indefinidos e indefinidas, se envuelvan en la crítica hacia la falta de rigor científico en quienes elaboramos nuestras conclusiones en publicaciones y congresos que requieren obligatoriamente pasar por tribunales científicos. Y, en cambio, ellos que tanto cuestionan lo que los demás hacemos no sean capaces de pasar por ese proceso que está al alcance de todo el mundo, y así demostrar nuestro teórico error y manipulación.

Pero claro, es más fácil criticar y atacar al que no piensa como ellos e insistir en que todo es un complot propiciado por el lobby feminista, capaz incluso de que no se incluya el SAP en el DSM-IV-TR, como dicen, y de que se incluya la violencia de género como una violencia especial. Y me sorprende cómo con tanta capacidad, según manifiestan las voces posmachistas, este lobby no haya sido capaz de acabar directamente con la desigualdad y la violencia de género… ¿Son adorables o no son adorables?

Síndrome de Alienación Parental (SAP)


SAP-Sombra“Los alienígenas han invadido el planeta…”
podría parecer el comienzo de un relato de ciencia ficción con seres procedentes de otros mundos, pero la situación es más mundana. La invasión se ha realizado desde otro tiempo, desde el pasado arraigado en la desigualdad, y quienes lo han hecho nunca se han marchado del todo, siempre han utilizado el poder con sus argumentos e ideas. 

El posmachismo es la nueva versión del machismo tradicional que juega con las formas y el mensaje para defender lo mismo que hicieron sus antepasados sin formas ni mensaje, sólo con la violencia de palabra, obra y “misión”, pues todo se hacía en nombre del bien común y en defensa de las instituciones. Y entre esos nuevas estrategias está la del Síndrome de Alienación Parental, o lo que es lo mismo, la manipulación por parte de un progenitor de los hijos e hijas para indisponerlos y enfrentarlos contra el otro progenitor.

Si se han fijado, como buena estrategia posmachista, juega con dos elementos esenciales, la neutralidad y el cientificismo. Se trata de un “síndrome”, o lo que es lo mismo, de un “producto de la ciencia”, y lo puede ejercer tanto el padre como la madre. De este modo superan las críticas iniciales, aquellas que, por ejemplo, se levantaron contra un antecesor del SAP, otro “síndrome” que fue denominado con todo el descaro “Síndrome de la Madre Maliciosa”. Cuando todo se les puso en contra por la falacia científica y por la formas de plantearlo aprendieron que ya no podían utilizar el ataque directo a las mujeres, que la sociedad había cambiado y que tenían que revestirse de neutralidad. Eso ocurría a mediados de los 80, y desde entonces han ido trabajando en el SAP con más éxito social, aunque con las mismas dificultades nacidas de su naturaleza, de ser una construcción ideológica que pretende controlar a las mujeres tras la separación.

El SAP juega con los mitos y prejuicios que históricamente han impregnado la percepción social sobre la actitud y personalidad de las mujeres, y lo hace al poner en valor la perversidad y la malicia que son capaces de desarrollar por interés personal, sin considerar a nada ni a nadie. En definitiva, se trata de aplicar esa idea sobre la “maldad” de las mujeres a los casos prácticos de las relaciones de los hijos e hijas con sus padres tras la separación.

Por eso no es casual que se empezara a utilizar cuando las leyes de “divorcio no culpable” posibilitaron que las mujeres pudieran separarse y rehacer sus vidas, pues hasta entonces  para hacerlo tenía que demostrar la “culpa” del marido, algo prácticamente imposible cuando la prueba era su palabra frente a la de ellos. A partir de ese momento la situación cambio de forma significativa. Antes, tras la separación la mayoría de los hombres “entregaban” los hijos a las madres y no pasaba nada cuando no respondían con responsabilidad ante las obligaciones que tenían como padres, por eso no había SAP. Pero cuando todo cambió, y las mujeres no quedaban atrapadas en el cuidado de los hijos, ni dependientes en la distancia del exmarido porque la ley les obligaba a pasar la pensión por alimentos, muchos hombres sorprendidos empezaron a desarrollar otras tácticas para mantener ese control.

El SAP parte del hecho objetivo de que los hijos e hijas no quieren ver al padre tras la separación, y lo que hace es dar una explicación coherente con las referencias culturales a esa conducta. Y esa es la trampa. 

Es una trampa porque lo que hace el SAP es evitar que se investigue cuáles pueden ser las verdaderas razones para que los hijos e hijas muestren ese rechazo al padre. Desde el momento en que en sede judicial se comprueba esta actitud en los hijos, estos son separados de la madre “manipuladora” y entregados al padre “herido”, creándoles  un trauma que será difícil de superar. De manera que la propia estrategia del SAP conlleva no profundizar en lo ocurrido.

En todo este contexto hay un detalle que no suele tenerse en cuenta, y es que la mayoría de las mujeres que sufren violencia de género salen de ella a través de la separación, concretamente la Macroencuesta de 2011 indicó que el 73.4% lo hacían de este modo. La situación es clara. Todas estas mujeres acuden a un Juzgado de Familia para separarse sin decir que han sufrido violencia por parte de sus maridos, violencia que los niños han visto y sufrido y que genera una conducta de rechazo hacia el agresor (el padre), que sólo ponen de manifiesto cuando se sienten seguros, es decir, tras la separación.

Esta es la causa más frecuente del rechazo de los hijos hacia el padre, la violencia de género previa. Luego hay otras razones que han sido puestas de manifiesto por múltiples estudios, pero todo choca contra el muro del SAP.

El Síndrome de Alienación Parental es una trampa y es una manipulación interesada al amparo de la cultura de la desigualdad. El SAP no existe. No está aceptado por ninguna de las clasificaciones mundiales de trastornos y enfermedades mentales, ni por el DSM-IV-TR de la Asociación Americana de Psiquiatría, ni por la CIE-10 de la OMS, y por lo tanto no debería aceptarse como categoría diagnóstica en los Juzgados, como ahora se hace. Así lo ha recomendado el propio CGPJ, pero muchos Jueces y Juezas continúan aceptándolo. La independencia judicial se lo permite, pero también es exigible un papel más activo del Ministerio Fiscal y una respuesta profesional por parte de los equipos forenses (Medicina, Psicología y Trabajo Social).

El hecho de que haya científicos que lo defiendan no significa que sea una categoría científica, eso dependerá del cumplimiento de los criterios establecidos por la comunidad científica, no de las ideas u opiniones de unos cuantos científicos. Y hoy por hoy no se acepta.

A mi me parece perfecto que esos científicos continúen su trabajo para intentar que se admita el SAP, lo mismo que hay otros que intentan que se incorpore un nuevo fármaco que está en fase experimental. Pero del mismo modo que ese fármaco no se puede utilizar hasta que no sea aceptado, el SAP no debería ser utilizado en los Juzgados hasta su reconocimiento por la comunidad científica.

No es casualidad que se acepte y se tomen decisiones a partir de su diagnóstico, pues en definitiva viene reforzar la ideología de la desigualdad. Lo mismo que no es casualidad que quienes defienden y apoyan la existencia del SAP sean los mimos grupos de hombres y posiciones ideológicas que cuestionan la Ley Integral contra la Violencia de Género, que hablan de denuncias falsas, de custodia compartida impuesta, de discriminación de los hombres…  No deja de ser llamativo que quienes hablan de denuncias falsas utilicen la falacia del SAP como argumento para que se imparta Justicia.

Todo ello demuestra cómo el SAP forma parte de ese “paquete de medidas” desarrollado por el posmachismo para atacar a las mujeres tras la denuncia de violencia de género, y para mantener las referencias de la desigualdad.

Los juegos de Londres: de Pinochet a Julian Assange

JUEGOS LONDRES-PINOCHET ASSANGE
Uno no sabe  a qué juega Londres o a qué se juega en Londres,
pero parece que es algo parecido a lo del ratón y el gato, a esos juegos del pilla-pilla que tanto recorrieron las calles de nuestra infancia.

Lo que está claro es que los juegos de Londres no tienen nada que ver con las Olimpiadas, aunque sí se repiten cada cierto tiempo y cuentan con anillos, pero en esta ocasión convertidos en grilletes.

En 1998 Augusto Pinochet, mientras se encontraba en Londres para someterse a un tratamiento médico, fue procesado por la Justicia española por tortura y presunta violación de Derechos Humanos, y sometido a arresto domiciliario mientras las autoridades británicas estudiaban la procedencia de su extradición. Finalmente Londres no la concedió alegando diferentes motivos, desde los que hacían referencia a su estado de salud hasta diversos argumentos jurídicos-técnicos, y en marzo de 2000 fue liberado y autorizado a regresar a Chile.

En septiembre de 2010 la Fiscalía de Suecia abrió diligencias contra Julian Assange por violación sobre Anna Ardin y por acoso sexual sobre Sofía Wilen, el presunto autor, en lugar de presentarse ante las autoridades suecas para aclarar lo ocurrido, huyó al Reino Unido. En noviembre se emitió una orden de detención europea y se solicitó la intervención de la Interpol, medidas que llevaron a que se entregara a la policía londinense en diciembre y a permanecer localizado bajo control  judicial. Dos meses después, el 24-2-11, el juez británico Howard Riddle autorizó su extradición a Suecia al considerar que este país ofrece todas  las garantías necesarias para un juicio justo, pero no se ha llevado a cabo y la situación descrita se ha mantenido a través de diferentes recursos hasta que el 19-6-12 Julian Assange se refugia en la Embajada de Ecuador y solicita asilo político. Finalmente le ha sido concedido hace tan sólo unos días (16-8-12), aunque según algunas informaciones las autoridades británicas, celosas por dar cumplimiento a la orden judicial sueca, han amenazado con entrar en la embajada y detenerlo.

Como se puede comprobar hay algunas circunstancias similares, planteamientos totalmente diferentes, escenarios comunes, personajes radicalmente opuestos, y unas mismas personas en situaciones distintas: Baltasar Garzón y los responsables de las instituciones del Reino Unido.

Baltasar Garzón como juez fue quien procesó a Augusto Pinochet y quien solicitó su extradición a España para comparecer ante la Justicia, y Baltasar Garzón como abogado es quien dirige la defensa de Julian Assagne para que no sea extraditado  y no comparezca ante la justicia sueca. Por su parte, Londres fue quien en 1998 impidió la comparecencia de un presunto delincuente, Augusto Pinochet, ante la Justicia, y en 2012 es Londres quien intenta por todos los medios que otro presunto delincuente, Julian Assange, comparezca ante la Justicia. La diferente posición de Baltasar Garzón es comprensible y consecuente con su nueva función, la de Londres no tanto.

Al margen de otras cuestiones derivadas de la complejidad de la situación generada por los dos casos comentados, la preocupación común que surge, con independencia de esos elementos tan diferentes entre uno y otro,  es el intento de hacer prevalecer y anteponer al personaje sobre la persona y  las consecuencias sobre los hechos. Pero también comprobar cómo el argumento principal en ambos procesos pasa por un cuestionamiento de la Justicia desde dentro de las instituciones, dejándola en evidencia como uno de los ámbitos más desiguales a la hora de resolver los problemas que afectan a los ciudadanos, y mostrando cómo ricos y poderosos siempre juegan con ventaja ante la igualdad de la ley.

Los motivos utilizados para negar la extradición de Pinochet se basaron, fundamentalmente, en el personaje, en esa condición de “expresidente” y de senador vitalicio y, por supuesto, en todas las relaciones que como tal había establecido con gobiernos y personas de ideología similar, de ahí las peticiones de liberación de George Walter Bush y de Margaret Thatcher, entre otras, a pesar de que el juez Howard Riddle había autorizado la extradición. Y las razones para negar la extradición de Assange a Suecia de nuevo surgen alrededor del personaje, de su implicación con la libertad de expresión y en la defensa de los Derechos Humanos a través de la revelación de documentos que ponen en entredicho las actuaciones de muchos Gobiernos, principalmente el estadounidense, de ahí que también hayan surgido en su defensa múltiples personajes con los que ha mantenido una relación.

La estrategia funciona, y el resultado es una especie de escisión del individuo: Se muestra una trayectoria vital en la que los presuntos crímenes se han sucedido de nuevas circunstancias, y luego se presenta esa evolución como demostración de la incompatibilidad de una conducta con otra, o como si determinadas acciones pudieran ocultar o borrar otras. De esta manera muchos veían en Pinochet al anciano “enfermo” y en un papel secundario dentro de la política, sin que su memoria pudiera superar el límite establecido por su ideología para reconocerlo como ese presunto y atroz criminal. Es algo similar a lo que ocurre con Julian Assange, que es presentado como el activista que ha tenido el valor de poner en evidencia a Estados Unidos y a muchos de sus aliados mostrando las palabras sucias con las que pretenden limpiar su mundo de obstáculos, y su memoria tampoco supera la ideología para entender que su implicación y compromiso con la libertad de expresión y contra la sucia guerra no es incompatible con una posible conducta delictiva por agresión sexual.

El caso de Pinochet se cerró mal por impedir su comparecencia ante la Justicia, pues es esta la que debe investigar y establecer la verdad de lo ocurrido y, de este modo, desvelar a la persona que oculta el personaje, o al menos algunas de sus conductas. Quienes liberaron a Pinochet condenaron a la Justicia, no sólo a los códigos y normas que hablan de justicia universal, de la imprescriptibilidad de los delitos contra la humanidad, de la legitimidad de cualquier Estado para intervenir… condenaron la confianza en el ideal de Justicia defendido por la humanidad y los valores que de él se derivan. Y el caso de Assange se cerrará mal si se da a entender que la forma de establecer justicia es evitar la comparecencia ante la justicia de un país con un sistema de garantías judiciales como es Suecia. Y no sólo se cerrará mal para él y lo que él defiende con sus acciones, sino que lo hará por atacar una vez más al ideal de justicia que todos perseguimos.

Julian Assange no va a ser juzgado en Suecia por Wikileaks, sino por delitos de agresión sexual. No dudo de que hay muchos países y dirigentes con gran interés en que sea encarcelado y que quieran aprovechar ese procesamiento para ir más lejos, pero eso no debe impedir la acción de la Justicia y que las posibles víctimas queden sin ser reparadas por el daño sufrido. La forma de resolver la situación precisamente es actuar con la transparencia y claridad que Julian Assange exige y reivindica, circunstancias que se garantizan en un sistema democrático como el sueco. No creo que Assange pueda exigir condiciones para comparecer, como ha apuntado Baltasar Garzón, al igual que no puede hacerlo ningún ciudadano cuando es denunciado y tiene que acudir a un Juzgado o Tribunal. Si hay algo que no está bien deberá ser puesto de manifiesto con la denuncia oportuna, y si se teme que la denuncia por agresiones sexuales conduzca después a una extradición a EE.UU., será entonces cuando haya que poner en marcha la defensa sobre esa situación, no antes. Plantear dudas sobre la justicia sueca es el mismo argumento que hicieron los defensores de Pinochet sobre la justicia española para negar su extradición, y al final es defender el argumento de la "caza de brujas", sólo que cada uno tiene sus brujas a las que cazar.

Debemos procurar una justicia más democrática en la que los privilegios, el poder y el dinero no actúen como falsos testigos a favor de quienes cuentan con su alianza, y en la que la palabra de determinadas personas no sea más valiosa que la de otras. Y eso exige un mayor compromiso con la Justicia, no su cuestionamiento sistemático para beneficiarse de una duda que acabará con la credibilidad y la confianza en el sistema.